Capítulo 1: Subasta sexual

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La verdad aún me era difícil de procesar, ella vivía en el apartamento de al frente, una mujer de treinta y algo de años con un cuerpo tan espectacular que dejaría a más de una modelo veinteañera sin trabajo; desfilaba a veces por el pasillo con ropa tan ajustada que hacía sobresalir su gran busto al igual que su trasero, no es que me fijara exactamente en ello, tan solo que su belleza era muy difícil de ignorar. Su cabello era negro y lacio, una figura delgada, daba igual si llevaba ropa elegante o ropa casual, siempre se veía perfecta y cuando la pude ver desnuda por primera vez, por Dios era algo indescriptible.

—¿En qué tanto estás pensando? —Me preguntó Fernanda, no podía decirle que en ella, sería una falta de respeto.

—En que mi ropa está muy ajustada —esa fue la primera excusa que se me ocurrió.

—Ese traje de jardinero te queda perfecto —dijo mientras me miraba de pies a cabeza.

Pero yo no pensaba lo mismo, el traje me quedaba muy pequeño, mi entrepierna se sentía muy incómoda, el overol era una o dos tallas menos que la mía y la camiseta blanca también apretaba, sin duda no se había tomado la molestia de comprarme uno a la medida y me trajo con la vestimenta de alguien más.

—De igual forma tranquilo, no estarás mucho tiempo con él puesto, hoy será una gran subasta y hay muchas interesadas en ti, así que sonríe cómo lo hemos practicado.

Era verdad, el traje era lo que menos importaba, pues ya casi llegábamos al lugar donde se llevaría acabó el evento, estás no eran subastas normales. Yo al principio tampoco lo podía creer, en estás pujas los objetos a ofrecer no eran tesoros u otros objetos de valor, en ellas los premios a adquirir eran personas de carne y hueso. Se subastaban acompañantes sexuales, así sin nada más detrás, era un evento donde gente interesada y amante al sexo pagaba de forma distinta por su pareja, se podría decir que a los que nos llegaban a subastar éramos considerados prostitutos, pero esa palabra no se utilizaba en esta sociedad, más bien nos hacían llamar fichas, un nombre raro pero objetivo, éramos las fichas para una noche de casino, una noche de diversión donde podían hacer con nosotros lo que quisieran siempre y cuando estuviera establecido en el contrato que el subastador leía como descripción antes de empezar con la puja. Habían fichas famosas que eran conocidas por sus servicios únicos, características que las hacían valiosas, su flexibilidad tanto física como emocional o sus fantasías sexuales, estás se hacían de renombre y eran aclamadas y deseadas por la multitud llegando a ser vendidas por miles y cientos de miles de dólares. Un mundo distinto que nunca creí poder conocer, pero que me había atraído cada vez más, sitios donde se peleaban por mí, por tener sexo conmigo, este era mi mundo.

—¿Estás listo? —Sacándome de la nube en la que venía, nuevamente Fernanda me hizo una pregunta de forma curiosa.

—Sí, ten mi descripción para esta noche.

Saqué de uno de mis bolsillos una hoja donde había escrito lo que estaba dispuesto a hacer y cómo me iba a ofrecer el vendedor ante las interesadas, también unas cláusulas a cumplir por el comprador y los rangos de edad que podían participar en la puja, como también la parte donde se dejaba en claro que sería una subasta heterosexual ya que a veces hombres intentaban comprar a otros hombres y así también del mismo modo lo hacían las mujeres; antes de empezar debíamos aclarar todo esto para evitar desvaríos.

—A ver, le echaré un vistazo —desdoblando la hoja Fernanda se dispuso a leerla en voz alta: —Dispuesto a ser brusco o amable dependiendo de los deseos de la compradora, dispuesto a usar juguetes sexuales para la completa satisfacción de la dama, cláusula de compromiso para orgasmos múltiples, sexo anal y oral sin límites, pero con las zonas nombradas debidamente aseadas —. Luego de leer esto siguió con los últimos detalles, — me parece que está todo claro, de ser así iré a entregar esto y a traer tu número, suerte está noche y recuerda, nos reuniremos mañana para el almuerzo.

Diciendo esto Fernanda fue hasta el punto de logística donde entregó la hoja que había leído con anterioridad y me llamó con su mano.

—Tu número es el cinco, van en el tres así que estás pronto a salir, suerte.

Dándome una pequeña cartulina se despidió luego de besarme la mejilla, dejándome ahí detrás de bambalinas oyendo al subastador hacer su trabajo.

Ahora con ustedes la número cuatro, una jovencita de tan solo dieciséis años.

¡Dieciséis años! Eso no se veía muy seguido, Fernanda me había contado que entre las fichas se podían encontrar las de oro, eran como las estrellas fugases, pues al igual que estas eran difícil de encontrar o siquiera ver. Realmente una metáfora para resaltar su rareza, y esto a la vez era como el alza en las acciones para esos putos pervertidos y esto en verdad se notaba ya que mientras la subasta seguía los compradores se volvían más locos.

Las cláusulas son: rango de edad entre veinticinco y treinta y cinco años, ser gentiles, se aceptan pujas femeninas, virginidad intacta...

El hombre no había terminado de hablar cuando se oyó la primera puja.

—Diez mil dólares. — Enseguida se escuchó la segunda.

—Catorce mil dólares.

Seguido de la tercera puja realizada por hombres.

—Veintiséis mil dólares.

Era una batalla allá afuera, subían y subían el precio; encontrarse una virgen era algo exquisito para esas personas y hasta las mujeres lo sabían, por eso no se tardó en aparecer la primera puja femenina.

—Setenta y ocho mil dólares.

Ya había sobrepasado los cincuenta mil, ese había sido el precio más alto desde hace ya varios eventos, pero no iba a parar ahí.

—Cien mil dólares.

Luego de oír dicha puja empezaron los murmullos y el subastador empezó a apurar.

—Ofrecen cien mil, ¿Alguien más ofrece? Se venderá en cien mil a la una, a las dos, ¡Vendida en cien mil dólares a la letra R!

Esa chica había costado cien grandes, era mucho dinero, pero la noche estaba apenas empezando.

—Muchas gracias por su adquisición, esperamos disfrute su velada... Bueno el evento debe seguir, así que a continuación les presentamos a ustedes a la siguiente ficha, por favor numero cinco pasar al frente.

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