trois

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O1/18/18

Haneul yacía sentada justo al lado de la ventana. La misma daba hacía el patio, podía divisar los varones correr de un lado al otro, haciendo ejercicio, sudando, quemándose bajo el sol. El cielo amaneció despejado y la flora parecía estar más colorida que nunca. Era como si la tierra también estuviera dispuesta a mostrar su felicidad. Los árboles bailaban al son de la fría brisa.

La habitación estaba sumergida en un silencio adormecido, fácilmente podía escuchar las respiraciones de cada uno, eran pesadas, lentas, cansadas. Un aburrimiento invadía completamente.

— Buenos días, alumnos. Vengo con buenas noticias. — Comentó Jungkook caminando con el maletín negro de los pasados dos días que combinaba elegantemente con su ropa. Lo colocó sobre la mesa, perfectamente ordenada, alineándolo de forma cimétrica, y se plantó frente al aula, con la espalda recta, la barbilla elevada. Las manos posicionadas en los bolsillos resaltando ese toque masculino. Sus pupilas recorrían el espacio, observando a sus estudiantes y por segundos  se detenía al chocar con los luceros de Min Haneul. — Pedí permiso para llevarlos de viaje a visitar algunos museos para aprender más acerca de la mitología, eso les ayudará en su trabajo. Como la trayectoria será larga, nos quedaremos en un hotel. — La castaña notaba la sensación en el aire, sabía que algunos deseaban levantarse y gritar de la emoción, sin embargo, se contenían para evitar formar un escándalo. — Será sólo por una noche. ¿quedó claro? Sí es así, pueden retirarse a preparar sus maletas que salimos hoy.

Hyunjin se apresuró a abandonar la universidad junto a su mejor amiga, Han. El brillo en sus luceros delataba la dicha y satisfacción que sentía. Era igual a un niño, transparente. Min sentía que lograba ver a través de él. Sin mencionar que es bastante expresivo.

Como era costumbre Hwang dejaba a su colega frente a la puerta de su hogar, quería asegurarse de que realmente llegará sana y salva, sobretodo porque la distancia era amplia y muy peligrosa. Han se sentía afortunada de tener a alguien como HyunJin, su mejor amigo casi hermano del alma. De no ser por él, estaría pasando por momentos difíciles.

— ¡Hija! ¿por qué regresaste tan temprano? ¿ocurrió algo? — Cuestionó su madre, preocupada. Cuando encontró a su retoño frente a la casa, mirando hacia la carretera sin decir nada o expresar algo.

— Ah, mamá. No, está todo bien. Sólo que vine a hacer una maleta, tenemos excursión por un día hacia diferentes museos. — La Sra.Min abrió sus labios en una sonrisa mezclada con asombro, jaló rápidamente el brazo de su hija, subiendo con apuro hacia la habitación de la menor.

— ¡AY, me alegro tanto! Debes ponerte ropa bonita, a ver si de una vez consigues un novio, mi amor. — Respondió con alegría su progenitora, logrando que Haneul se sintiera avergonzada, el color carmín en sus mejillas la delataba. Nuevamente tenía esa idea rara en su cabeza.

— Mamá, deberías dejar esa ocurrencia tonta tuya. — Añadió Han, viendo como su progenitora caminaba de un lado al otro, poniendo y quitando cosas de aquella maleta. Pijamas, trajes, camisetas, pantalones, todo. No perdía ningún detalle, fue entonces cuando   notó que estaba llevando demasiado. — Ma, eso es mucho, te dije que sólo era un día.

— Hazme caso, siempre es mejor prevenir que lamentar. Y no digas que tener un novio es una tontería. Además, quiero que olvides al inmaduro ese. — El rostro de la menor, se tornó serio, sombrío, triste. A pesar de que a veces lo recordaba, jamás pensó que su madre se daría cuenta. Ella era buena ocultando sus sentimientos. — Ya está el equipaje. — Murmuró la ajena, llevando sus manos a los cabellos castaños de Min. Quien tenía la cabeza cabizbaja, como deprimida. — Debes hacer borrón y cuenta nueva, cielo. Anda, ve y diviértete.

Fue último que escuchó antes de oír el bocinazo. Hwang había llegado a recogerla.

...

El viaje efectivamente había sido largo y cansado, cuando llegaron a los museos cada cuál fue por su lado, en busca de información para su proyecto. Muchos quedaron paralizados por las esculturas antiguas, otros admiraban con detenimiento los descubrimientos, y algunos escuchaban atentos los mitos, leyendas y teorías. Aquel lugar guardaba secretos del mundo histórico.

Claramente, Haneul permanecía junto a HyunJin, el cual sostenía su brazo, caminando sin rumbo alguno. Miraba de un lado al otro, hechando un vistazo a las estatuas. Así pasaron horas y horas, hasta que el tiempo se agotó y era momento de regresar al hotel.

Jungkook, recibió la habitación 108 y Min la 109, eran vecinos afortunadamente. Porque Jeon estaba teniendo problemas, había olvidado su cepillo de dientes y con la única persona que se atrevería a hablar en aquellos momentos era su alumna Min Haneul. La cuál había salido de la ducha, con el cabello empapado y una toalla enrollada debajo de sus axilas.

El mayor tocó la puerta repetidas veces, llamando el nombre con insistencia pero no hubo respuesta alguna. Los golpes aumentaron de volumen y la voz empezaba a ser alzada un poco más, seguía en silencio. Así que, agarro la manilla, girándola y pudo oír  un "click", no tenía seguro. El azabache entró, lentamente aún llamando en voz baja a su estudiante, la misma que seguía sin contestar. Algo le comenzó a preocupar.

— ¡Señorita Haneul! — Levantó la voz nuevamente, acercándose hacia la cama. El sonido de un secador atravesó sus tímpanos y Jeon pudo respirar con tranquilidad, ahora comprendía el motivo de porque no le respondía, era que no podía escucharlo. — Joven Han... — Se vio interrumpido por la imagen, un brinco de sorpresa fue su reacción cuando se encontró con la menor en ropa interior.

— ¡Profesor! — Se levantó como impulso de la cama, al mirar sus estado intentó golpear al ajeno con el utensilio de metal que sostenía en sus manos, pero no lo logró, Jungkook lo había esquivado gritándole varias veces que se calmará.

En un abrir y cerrar de ojos, la castaña le lanzó con una almohada en el rostro, agarrando ventaja para ir al baño y colocarse la bata. Finalmente, cuando el azabache quitó el objeto de su rostro ya la ajena no se hayaba en sus campos visuales.

— Joven Min, ¿me podría regalar un cepillo de dientes? — Habló Jungkook, siendo golpeado en el pecho por un pequeño paquete que contenía lo que él buscaba. — Gracias.

Al fin de cuenta, Cupido seguía haciendo de las suyas.




Otro capítulo más, por fin. Aún estoy pensando en cuantos capítulos hacerlo, podrían ser 30 o quizás 50. No lo sé, ya veré.

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The Arrow of Love; jjkDonde viven las historias. Descúbrelo ahora