Capitulo Único.

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Había un provecho total acerca de ser amigo de Marinette Dupain-Cheng. Y no debían malinterpretarlo, porque estaba muy lejos de ser el tipo de aprovechamiento cruel y sin factor de regreso como compensación.

Era solo que... con ella, las cosas se moldeaban fácilmente a un momento cálido, ameno y entretenido. Como si al final, pudiera lograr conectar con alguien sin que el temor se hiciera en medio por no querer una crítica ácida. Podía expresarse de cualquier tontería sin un ápice de pena, una clase de confianza que comenzaba a incrementarse con cada pequeña reunión ocasional.

Entonces, las conversaciones se tomaban más segundos de los planeados en el reloj de arena que era la vida; solo por ser particularmente interesantes y confortables. Describirlo es entenderlo como un paseo tranquilo y genuino, con paradas entretenidas, reflexivas y sobretodo...

"Paradas dulces" pensó.

Bueno, no iba negarlo.

También ser su amigo tenía ciertas ventajas aperitivas.

Bajo la máscara gatuna, un par de ojos verdes evidenciaban las intenciones que Chat Noir tenía con ese pastel de vainilla que se encontraba sobre la encimera de madera.

Estando en la panadería de su amiga, en una banca a tan solo pasos de su alcance, no existía ningún obstáculo visible. Tomar un poco y robar algo de crema para acompañarle sería, irónicamente, pastel comido.

No obstante, al mismo tiempo Marinette se hizo cargo de dejarle alertas mentales. El postre lejos de lucir libre parecía tener miles de carteles que gritaban "peligro", "área restringida" o "no tocar"

Sí, admitía ya haberse resignado.

No importaba cuanto su estómago rugiera, automáticamente respetaría lo advertido por su amiga. Ir en contra de ello no solo significaba deslealtad, sino también, romper totalmente su código Adrien Agreste.

Ese de chico bueno que todos conocían.

Despegó los ojos del postre en cuanto la puerta trasera de la panadería se abrió de par en par estruendosamente; allí estaba su amiga en su faceta nerviosa-apresurada cargando un tazón con mangas pasteleras. Caminando rápidamente como si no tuviera tiempo para tonterías o chistes.

Mal ¡Él era especialista en esa área!

—¡Bien! Este es el plan, en cuanto sean las cinco de la tarde este pastel estará terminado. Son las... Dios, cuatro de la tarde. Bueno, ¡esta bien! ¿No? Queda tiempo —Adrien bajo la máscara sonrió, conteniendo las ganas de reír entre dientes—. Ya, Marinette... persona optimista, persona feliz, persona optimista, persona feliz.

—Eso es, anímate. —Marinette al fin pareció darse cuenta de que él estaba allí—. ¿Perdiendo los estribos?

La chica resopló, menos nerviosa.

Je suis calme —susurró, algo quejosa, tomando una de las mangas. Le miró antes de remangarla un poco—. Solo... es que terminar este pastel a tiempo es mi reto del día. Además, debo estar lista para ir a entregarlo. Es complicado, incluso cómo llegaré al lugar a tiempo es complicado.

—De hecho, solo te ahogas en un vaso de agua. —él se encogió de hombros, casual, sonriente—. Tranquila, yo te llevaré.

—¿En serio? —hubo un brillo de esperanza en su mirada—. Espera, ¿en el bastón?

—El dulce te hace lista, Nette.

Marinette giró los ojos, no muy convencida. Pero si acepto la oferta o no, se ahorró el momento para más tarde. La verdad es que después el chico consideró muy tarde los pros y contra del viaje en bastón; muchas negativas, definitivamente.

Je suis calme [ Miraculous Ladybug - Marichat ]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora