Prologo

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 El cielo apenas se podía ver entre las copas de los arboles del bosque de Berzo, sus grandes troncos blancos cristalinos y sus hojas azul pálidas lograban que ningún rayo de luz de la cúpula celeste iluminase la superficie del bosque, pero, unas pequeñas aves nocturnas trabajaban comó las estrellas del cielo, sus plumas se caían y regeneraban con apenas minutos de diferencia, y cuando estas se desprendían del cuerpo del ave se iluminaban como pequeñas lamparas de agua del Silta.

- Deberíamos acampar mi rey- susurro preocupado Corts – Las raíces de los arboles son gruesas y se encuentran por encima de la tierra, ademas, no sabemos si hay enemigos de la corona esperándole.

-No debe de estar lejos – dijo el rey exhausto – Y no se preocupe Corts, si esta usted aquí ningún bandido se acercara a nosotros.

Corts monstruo una sonrisa en su rostro, pero las palabras de su rey no le provocaban la tranquilidad total que el necesitaba, nunca se sintió cómodo en este bosque, su hermano mayor desapareció en este bosque cuando tenia tres años, avistamientos de Depras por este bosque, ataques de animales nocturnos, cazadores furtivos, pero ni con todos esos peligros, Corts no se detuvo en su misión de escoltar el rey.

Las noche era tan oscura como la tinta que usaban en el país de Fhin para escribir, ni si quiera las cortezas blanquecinas podían ver con la oscuridad que allí se encontraba, las aves que iluminaban el bosque habían dejado de acompañarnos hace horas, pero a cambio les acompañó el susurro del agua que descendía del Berzo.

- ¿Que tipo de loco viviría en este bosque? – pregunto Corts mientras tiritaba de frio – Un loco, un psicopata, un asesino, un un...

- Erudito – Le corto el rey.

- Exac... ¡no! - dijo de un sobresalto -. Seguiré diciendo que ha sido una mala idea venir hasta, ni siquiera me has dicho el motivo.

- Que hagas ejercicio – dijo el rey mientras casi se tropieza con una rama entre risas -. Últimamente has hechado tripa, te hemos tenido que ensanchar la armadura y hemos cogido las medidas de un guarro de ancho.

Corts dejo de tiritar, la vergüenza que sentía ahora mismo por el comentario del rey, que aunque en tono de broma a el no le sentó nada bien, es cierto, que, desde que hace un par de años había estado de fiesta en fiesta, pero como para no, desde que se formo la ciudad capital Etres todo era fiestas, alcohol, putas, alcohol, música y por supuesto alcohol, la gente como Corts vivían bien sin hacer nada ya que ahora ellos trabajaban discutiendo entre ellos.

Pasaron mas horas, Corts y el rey ya estaban exhaustos, sobretodo Corts, aunque para su avanzada edad aguanto bien el ritmo del rey.

Otro sonido se introdujo en el murmullo del rio, algo que irrumpió en los oídos del rey.

- Corts – Aviso el rey -. ¿Has escuchado eso?

Los dos se quedaron en silencio a la espera de poder distinguir el sonido entre las melodías del bosque nocturno, no tardo en hacerse oír de nuevo, un grito recorrió todo el bosque, rebotando entre árbol y árbol hasta sobrepasar al rey y su acompañante.

Los dos apresuraron la marcha, el rey desenfundo su espada y soltó su mochila de supervivencia mientras que Corts corría torpemente por la penumbra del bosque, enseguida el rey dejo atrás a su amigo hasta llegar al origen de los gritos, una casa de madera blanca, posiblemente construida de los propios arboles del Berzo se alzaba en la oscuridad, la cual, iluminaba una pequeña parte del bosque y del rio con luz en su interior, una luz cálida, parecida a la que produciría un fuego. Una chimenea, se pregunto el rey mientras seguía el ritmo para ver lo que provocaba esos gritos. Entro con dándole una patada a la puerta que la arranco de las débiles bisagras que la mantenían en pie, hubo un ultimo grito, pero esta vez de asombro, en el suelo, sobre la piel de un animal disecado, a la orilla de una chimenea humeante se encontraban dos cuerpos desnudos, un chico de piel morena como las semillas del Arzo y el pelo azul de las hojas de los arboles del Berzo, un Kataya, pensó el rey, el joven estaba encima del cuerpo de una mujer, también desnuda, ella con la piel llena de lunares con una piel pálida como el propio agua del Berzo, los ojos grisáceos como la flor de Gasp y el pelo rojo como la sangre de un enemigo abatido en guerra.

La chica enseguida se separo y se tapo con lo que pudo, arranco una de las cortinas que cubría una de las tres ventanas del salón mientras en su rostro caían lagrimas y una mueca de terror se dibujaba en su rostro, en cambio el chico se levanto, dejando toda su masculinidad al aire, erguido como un mástil de barco.

-Habéis llegado tarde mi muy buen amigo Kaez – Dijo pausadamente el joven mientras jadeaba y sudaba -. Me habéis interrumpido la noche, así que espero que hayáis traído algo de Arzo en polvo para pagarme por esto.

El rey miro a su amigo con desaprobación mientras el joven se reía de el.

-Creo... mi rey... que esos gritos... no eran de dolor. - Dijo Corts entres jadeos de cansancio -.

El grupo ahora de cuatros personas se encontraban a la luz del fuego de la chimenea, donde la oscuridad no podía entrar, resguardados del frio de la noche y la humedad del bosque.

El rey esperaba una seña para que el joven desnudo le invitara a sentarse, mientras maldecía para sus adentros la mala fortuna de tener conocidos tan maleducados como el.

El primero que termino el silencio fue la chica, con la cortina a modo de vestido improvisado salio corriendo hacia las escaleras que se encontraban al fondo del salón, las subió, se escucho un golpe fuerte y seco de una puerta chocando contra su marco y ya no volvió a escucharse nada de ella.

-Podéis sentaros, mi rey- Dijo con torno de burla el peliazul -. Y Corts, tu también, podéis serviros vino si queda en esa botella. Señalo una botella de vino de vidrio que estaba descorchada y casi vaciá, después el joven se vistió con un pantalón marrón que encontró por los suelos del salón y se sentó en la silla que estaba al lado de la mesa y la botella de vino, bebió.

-Como osáis recibir así al rey de Calar – Dijo Corts indignado -. Tu descaro a llegado a una linea que no se puede sobrepasar Shakil.

- Vosotros sois los que habéis derribado mi puerta, interrumpido noche de sexo con esa joven – Dijo mientras se acaba la botella y la arrojaba al suelo y rompiéndose - ¡Mierda!, ahora después hablar con ella, yacer con ella, tendré que limpiar el salón.

-Ya es suficiente – Dijo Kaez cansado -. Shakil, he venido en busca de consejo.

-Lo se recibí tu mensajero, por cierto la próxima vez que tenga mejor aspecto, parecía que venia de limpiar estiércol de las cuadras.

- Estas a punto de pasar la linea – Corts desenvaino su espada hasta que Kaez le hizo un gesto con la mano -.

- Se que no te gusta meterte en política, lo entiendo – Saco una bolsa de tela verde de su cinturón y la dejo encima de la mesa – Pero eres la única persona en la que puedo confiar en esto, aquí tiene tus semillas de Arzo, algún día morirás por esta adicción.

Shakil cogió la bolsa y la lanzo sobre la alfombra donde antes yacía con la chica.

- Un detalle por tu parte, son extremadamente caras desde que vos sois el rey, pues si quieres mi consejo, quita la prohibición de cosecha y venta de Arzo.

- Nunca lo haremos, y te sorprenderia saber quienes son los promotores de esa ley – Contesto el rey firmemente -.

- Me subestimas, se que ha sido el Rey mercante Farron – Contesto al rey mientras se levantaba de la silla -. Si esta prohibido la plantación y venta del Arzo, los únicos que pueden cultivarla son la propia gente de Kataya, solo crece en nuestro clima y las mafias que el claramente no regente, pueden poner un precio desorbitado por las semillas -.

Kaez y Corts hicieron una mueca de desagrado, claramente estaban delante de un erudito, una persona que solo con suposición y conjeturas era capaz de acercarse peligrosamente a la verdad de la actualidad.

-Podeis quedaros a dormir en el salón, su majestad y noble lame culos – Solto entre bostezos Shakil mientras subía las escaleras al piso de arriba, yo mientras tanto acabare lo que me habéis hecho posponer, mañana responderé vuestras dudas.

Corts se durmio enseguida, habia cojines forrados de lana por el suelo del salon y se hizo una cama improvisada, el hobre mayor dejo un descubierto sus heridas hechas por los años en el cuerpo cuando se quito la armadura, enseguida agarro el sueño y la cabaña se empapo de sus ronquidos, por otra parte, Kaez se quedo sentado en la misma silla donde converso con su amigo Shakil, mientras escuchaba los ronquidos de Corts y los gemidos de los amantes un piso mas arriba, se levanto, apago el fuego de la chimenea pisoteando la brasas que quedaban y durmió en el suelo, cogiendo un par de cojines para apoyar la cabeza.

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⏰ Last updated: Jul 28, 2019 ⏰

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Cantares a un joven rey diosWhere stories live. Discover now