Estaban un par de rubios, padre e hijo. Un pequeño omega y un alfa.
El niño lloriqueaba al tener raspada una de sus rodillas, sus ojos bicolores estaban inundados de lágrimas mientras Thomas, su padre lo cargaba para que dejase de llorar.
Eres un inútil.. Inútil niño. -Murmuro el alfa arrullando su cuerpo entre sus brazos, dando caricias en su espalda. Escuchando como hipaba trantando de calmar su llanto.
Siguió arrullando a su pequeño hijo, con una leve sonrisa. Aunque fuese un inútil era su pequeño tesorito..
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[☕]Tweek tenía ahora 12 años, estaba sentado en su cama mientras su padre le reprendia por ser suspendido dos semanas, por pelear con otro omega.
No sabes estudiar, ejercitar, ni hablar del todo. ¡Sólo eres un muy sucio y estúpido niño!..(Pero aún así me enamoré de aquél llanto que hacía que no pudieras ni decir tu nombre)Mocoso casposo, sucio llorón, gallina. Tan solo todo ignoras. -Thomas detuvo sus palabras al ver como Tweek bajaba su mirada, comenzando a llorar por lo hiriente de sus palabras.
El rubio mayor solo suspiró, mientras extendía sus brazos hacia su hijo, relajando su expresión.
Ven acá, prometo que te protegeré. -Sonrió al sentir a un primogénito entre sus brazos, acariciando su cabello rubio. Escuchando algunos sollozos que emitía la garganta del omega.
Juntos
Juntos
Seguiremos
JuntosEl mayor acomodó a su hijo en su habitación, apagando la luz mientras se dirigía hacia la puerta para poder irse a descansar.
Adios, y buenas noches. -Pronunció mientras suspiraba mirando a su pequeño hijo, mirando por unos segundos a aquél bebé que llegó a su puerta.
En su guitarra comenzó a tocar una suave canción, recordando que antes de la rebeldía del omega menor, solía cantarle para dormirlo. Era el único modo de hacerlo olvidar a los gnomos ladrones de calzoncillos.
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†
[☕]Y ahí estaba otra vez, regañando a su hijo por intentar salir sin permiso. Sabía que no podría tenerlo encerrado por siempre pero era por su bien.
Eres un mocoso inútil, ya no sé ni que hacer contigo... Eres un niño que estaría muerto de no ser por mí. -Habló enojado, cerrando con candado la puerta para no preocuparse de que se escapara.
Eres un depresivo bueno para nada. -Miró como su hijo agachaba la mirada, apretando sus puños mientras retenía sus lágrimas.
Yo seré quien tenga el placer de salvarte hoy. -Thomas volvió su voz más cálida, abrazando a su hijo, quién correspondió el abrazo, comenzando a sollozar a causa de los insultos de su padre.
Monstruo
Fantasma
Grosero