Si cerraba los ojos y agudizaba el oído, todavía podía escuchar el crepitar del fuego y los gritos. Todavía podía sentir el humo intoxicando sus pulmones.
Sangre en el suelo, ceniza en el viento.
La luz cálida del sol acariciaba los escombros, y no pudo evitar sentir cierta amargura al mirar al cielo. El sol reinante, el sol invicto. El lema y el símbolo de esos asesinos...
(Ahora eres como ellos, replicó su conciencia, ¿a cuántos masacraste? ¿a cuántos levantaste de entre los muertos para que asesinaran a sus hermanos y primos?
Nunca hay compasión con los perros rabiosos. Tienen que ser sacrificados para proteger a los demás.
¿Y los inocentes? ¿Los ancianos? ¿Los niños? ¿Los débiles?
Eres como ellos).
Cierto alivio se instaló en su pecho al ver las banderas púrpuras ondear con la suave brisa. Había mucho que hacer, territorios robados por sectas menores advenedizas (y esos arrogantes Jin), reclutamiento de discípulos, formación de nuevas alianzas, distribución de recursos...
(No tienes núcleo dorado, eres inútil...
Todavía me queda el resentimiento y la energía demoníaca...
¿por cuánto tiempo?)
- Da Shixiong... el líder de la secta te ha convocado.
Uno de los pocos sobrevivientes de su generación, ahora segundo discípulo (tercero al mando), le esperaba a unos metros de distancia, su mirada clavada en el suelo.
Recordaba cuantas veces habían jugado juntos innumerables tardes en verano. Recordaba los entrenamientos, la exigencia de Madam Yu apenas opacando las risitas y desafíos infantiles. Las noches, navegando a oscuras por las aguas silenciosas, buscando ghouls y gloria.
Todo se había perdido en el fuego y las vidas de sus shidis.
- No te preocupes, Segundo Shidi. Me reuniré con el líder de la secta en unos momentos.
- Parecía importante, Da Shixiong.
- Nada es más importante que presentar respeto a los que ya no están.
Había visitado el cenotafio del líder de la secta anterior y su esposa. Tío Jiang. Madam Yu. No habían podido recuperar los cuerpos, solo ornamentos arruinados. Cuando volviera a encontrarse con Wen Ning, le agradecería como era debido.
Con un suspiro, se dio la vuelta e inició el camino hacia el Muelle. Shang Rilan le siguió en silencio, manteniendo una distancia prudente. Hasta sus propios compañeros de secta le temían ahora. No quería saber qué murmuraban a sus espaldas.
Por más "héroe" que fuera, gracias a sus incontables victorias en la Campaña SunShot, muchos no olvidaban de dónde venía su fuerza, y detrás de sus sonrisas temblorosas y halagos hipócritas, escupían su sombra, pisoteaban su nombre.
¿Cómo podía la secta YunmengJiang tolerar su camino demoníaco? ¿Cómo podía el joven líder de la secta mantener a un hereje como su segundo al mando?
(No es asunto de los forasteros, le había dicho para luego acariciar su mejilla con una suavidad que había adquirido después de la guerra. La guerra los había cambiado a los dos).
Las voces seguían murmurando. Incluso dentro de la secta. Y no solo contra él.
Muchos cuestionaban el liderazgo de Jiang Cheng. Demasiado joven, demasiado inexperto. Sin grandes batallas o victorias en la Campaña. Imbéciles ciegos. ¿Cómo no podían ver lo que tenían frente a sus ojos?
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Una Historia de Amor
RomanceAmar puede ser difícil, a veces. En especial cuando eres casi el sujeto más despreciado del año y el objeto destinatario del afecto parece más odiarte que devolver el sentimiento (antes le amaba... ahora era difícil de saber). Pero no iba a dejar de...