III. como una señal

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Wei Wuxian realmente olvidó la "profecía".

Solo era una visión del futuro, no necesariamente exacta. ¿Quién podía jactarse realmente de conocer lo que solo los dioses conocen?

Así que siguió mirando los amaneceres con la esperanza de que las cosas mejoraran, con la fe en que su secta se levantaría en su gloria de nuevo.

Varios discípulos se arremolinaban a su sombra, siguiéndole como patitos. Su reputación como señor oscuro había sido reemplazada por la del "maestro genial", y su puesto como el discípulo amado estaba en auge. Se sentía, casi, como los viejos tiempos, solo que con rostros nuevos y anécdotas colgadas en el aire ante la nostalgia y el dolor de los recuerdos quemados por los Wens.

Jiang Cheng se burlaba, diciendo que era casi una ley que fuera el favorito de todos.

No podía negar, especialmente durante las largas noches, que su relación con Jiang Cheng le producía ansiedad. Mantenerlo todo en silencio, a escondidas era un peso sobre sus hombros. La sola idea de que alguien se enterara y los juzgara le abatía constantemente. Ese tonto amante suyo insistía en que estarían bien, que una vez que la secta estuviera organizada y el trabajo disminuyera, harían todo público y legal (le había prometido una boda de rojo, pero Wei Ying no se atrevía a tomarle la palabra). Los roles realmente se habían intercambiado: Jiang Cheng actuaba como el idealista, Wei Wuxian actuaba como el pesimista.

Dejando a los discípulos atrás, con una serie de tareas encomendadas, dirigió sus pasos hacia el muelle. Algunos botes cruzaban las aguas tranquilas del rio, comerciantes y viajeros. Lotus Pier se veía más vivo, más colorido. Los escombros habían sido retirados y las reconstrucciones habían avanzado mucho.

Era un día tranquilo, para disfrutar de los suaves rayos de sol y la fresca corriente de agua.

"Dicen que Wei Wuxian está planificando un golpe de estado para quitarle el poder a Jiang Wanyin".

OoOoOoOoOoO

La epidemia de falsos rumores comenzó un año después de la Campaña SunShot. Los discípulos Jiang defendían su reputación con gran diligencia, pero "los forasteros" tendían a lanzar miradas envenenadas en el mejor de los casos. Muchos líderes de pequeñas sectas enviaban cartas con acusaciones ridículas, exigiendo que el Líder de la Secta Jiang entregara a su subordinado a manos de la justicia colectiva.

¿Mal clima? Culpa del Patriarca Yiling. ¿El heredero de la Secta Ben Xi no podía dormir? Culpa del Patriarca Yiling. ¿Trece hombres muertos en un poblado a los pies de un monte con su asesino declarado detenido? Seguro que el Patriarca Yiling tuvo algo que ver.

Era ridículo.

Gusu Lan había expedido una declaración repudiando su camino y declarándole hereje frente a toda la sociedad. Qinghe Nie aún permanecía neutral.

Lanling Jin se vanagloriaba desde sus torres de oro, diciendo que en cualquier momento saldrían sus ejércitos a detener al Patriarca Yiling y salvar a la secta Yunmeng Jiang de su perversa influencia.

Lo peor...

Jiang Cheng estaba de mal humor.

Claro, insistía que no era su culpa. Pero los comentarios "si tan solo cultivaras como alguien normal" caían de sus labios y se sentían como puñaladas. ¿Cómo iba a explicarle que ya no podía hacerlo?

Yanli intentaba suavizar las cosas, repitiendo las palabras de su hermano ("Los forasteros no deberían entrometerse en nuestros asuntos, A-Xian"). Pero la tensión estaba allí, con el mundo unido contra Wei Wuxian, contra Yunmeng Jiang por albergar a un hereje en su seno. Y el líder de la secta tarde o temprano tendría que elegir. Wei Wuxian sabía lo que probablemente iba a elegir. Conocía su corazón, conocía sus dudas. Su feroz deseo de ser el mejor. Su sentimiento de responsabilidad por la herencia de sus padres.

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