En La Eternidad

One shot

EN LA ETERNIDAD.

Año 2032. Seiya.

¿Que en qué año vivo? Ya ni siquiera yo mismo lo recuerdo... Ya ha pasado mucho desde aquel momento en que dejé de llevar la cuenta de aquellos números.

Pero lo que sí sé, es que días como hoy se clavan como estacas, y aunque son contadas las veces que me sucede, son estos los que me llenan de grandes sentimientos desbordantes. Pues solamente eso pasa cuando sueño contigo... Entonces, como un pequeño infierno, todo el día se vuelve tedioso, ya que mi mente no deja de tenerte presente. Es un sentimiento que fluye incansablemente y me desespera, pues en estas ocasiones, estúpidamente, suelo querer correr a tu encuentro. Pero me frena tan solo recordar que tú fuiste la que tomó aquella decisión de permanecer a su lado y no del mío. Y aunque en ese entonces nadie negó nuestra compatibilidad, que fluía con avidez... todo mundo calló maliciosamente lo que sucedió en silencio entre nosotros. Incluso tú lo hiciste también.
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Año 2100

El tiempo sigue inevitablemente su curso, y yo sigo sumido en los misterios de la vida, tratando de afianzarme al propósito que tiene mi existencia aquí. Tanto, que ya hasta había olvidado cuándo fue la última vez en que soñé contigo. Pero hoy, lo que pasó fue indescriptible.

En medio de la noche abrí los ojos, y al pie de la cama te vi. Tu adorable figura de mujer acentuada, con tus cabellos fluyendo con el aire de la ventana que he dejado abierta... estabas ahí, parada, mirándome sin decir una palabra. La impresión de verte sólo me llevó a incorporarme y quedar sentado, contemplándote ahí, tan callada. Fuiste poniendo tus manos y rodillas sobre la cama, y no pude pasar por alto cómo tus hermosos y agobiantes senos firmes colgaban sobresaliendo de tu escote, como una insinuadora invitación... comenzaste tu andar, como una gatita ronroneando hacia mí. Llegaste, quedando muy cerca de mi rostro y te acomodaste placenteramente sobre mi regazo, enredando mi cadera con tus largas y exquisitas piernas. Te mirabas tan hermosa y sensual, que no paraba de admirarte. Era inevitable dejar de ver el reflejo de las estrellas sobre tus ojos... quería que el momento perdurara, ¡que no se acabara!
Claramente sentí cómo tomaste mi rostro con tus delicadas manos y comenzaste a acariciarlo, ¡pero cometí un error! ¡un error que me hace molestar! Pues en un arrebato, no contuve las ganas de sentirte más cerca de mi ser, y te abracé con fuerza, te tome con ahínco para que no te alejaras de mi cuerpo, para que no huyeras... esperando que te quedaras a mi lado para siempre. Y fue ahí donde desperté, en medio de la noche, sentado sobre mi cama, abrazando la nada y con la sensación de tus manos aún sobre mi rostro.

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Año 2200

Los años, como siempre, siguen su rumbo. No es que todos los días anhele tu presencia a mi lado, pero debo admitir que todos los días te llevo en mis pensamientos. Y a veces, sólo a veces, me pregunto si tú también pensarás en mí. Pero pronto la duda se desvanece, pues el recuerdo de que estás con él me hace reconocer que, a estas alturas, es prácticamente imposible que tú siquiera llegues a pensar que aún existo.

Pues es el amor milenario que se profesaban, el que te une a él, es un lazo tan fuerte entre ustedes, que yo jamás lo hubiera podido desbancar, claro, un amor como el mío, jamás lo hubiera podido lograr... pues tan sólo soy un cualquiera.

Las personas en la Tierra tienen un dicho que me hace molestar. Dicen que uno debe ser feliz, tan sólo de ver a quien amas siendo feliz, aunque sea con alguien diferente a ti. ¡Patrañas! ¿Quién pudiera encontrar el brillo de la vida de esa manera? Yo hubiera estado pleno y completo tan sólo con tenerte a mi lado, hubiera sido más feliz tan sólo si tú hubieras elegido romper las reglas, para quedarte a mi lado.

Pero eso ya no lo pienso tan a menudo, pues ya han pasado tantos años, que es prácticamente ridículo siquiera mencionarlo.
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Año 2260
Ahora, con la vista de Kinmoku de frente, estando yo sobre una de las 4 lunas que acompañan aquel planeta de Fuego, me hace recordar la vida que he decidido llevar aquí en mi soledad, desde hace ya varios años atrás.