Seis

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NATALIA POV

Día de la final de Wimbledon 2019

Acababa de llegar prácticamente a Pamplona. Mi piso estaba como lo dejé, hecho un desastre. Desde que Pablo me avisó que nos íbamos a Rosmalen mi cabeza no pensó en nada más que en tenerlo todo listo y en tenis. Siempre tenis.

Ahora, después de ver cumplido mi primer sueño, tener una carrera profesional en este deporte, paradójicamente, el tenis había dejado de ocupar el cien por cien del mi cabeza, ahora lo hacía una rubia de metro sesenta que me miraba con odio y que cada vez me confundida más y más.

La había liado tanto con ella. Pablo e Ici me lo recriminaron en una de las discusiones más gordas que había tenido con mi entrenador. La Mari me había llamado furiosa. No sabía cómo había conseguido mi número, pero en estas circunstancias, poco o nada me importaba. Todos me preguntaban lo mismo, una pregunta para la que no tenía respuesta. ¿Qué me pasa? ¿Po qué la odio tanto?

Lo único que sabía es que la rubia, sus ojos durante nuestro partido y su respuesta en su rueda de prensa, no se me iban de la mente. Para cómo la había tratado yo, ella me había dejado en el mejor lugar posible. No lo entendía, y, su condescendencia hacía mi, me había molestado aún más. Parecía que yo era una niña a la que había que dejar con sus berrinches. Aunque en el fondo, y con el paso de las horas, admitía que Alba había actuado de forma correcta, quitando importancia pese a que la prensa se había desquitado con mi actuación.

Puse la televisión a la hora del partido. Pablo quería verlo conmigo para contentar jugadas, pero yo me había negado alegando cansancio. Mentira. Una más. Quería estar tranquila y disfrutando del juego de la rubia. El partido comenzó y durante las dos horas y media de juego, lo que menos había llamado mi atención era el tenis. Solo podía mirarla a ella. Ni siquiera Simona Halep, quien para mi era un referente y quien se enfrentaba a Alba por el trofeo, había merecido una sola mirada por mi parte.

Me dio tiempo a fijarme en varias cosas: se mordía y sacaba la lengua cuando se concentraban apretaba el puño izquierdo varías veces cuando algo no iba como quería, celebraba los puntos discretamente, miraba a a Julia cuando se sentía insegura, se tocaba mil veces el pelo mientras esperaba el saque de su rival y, sobre todo, que aunque había perdido, no hizo ni un solo gesto de molestia o enfado. Sentí orgullo, admiración y un dolor en el pecho, fruto de la frustración por el trato que le había dado.

No ganó, pero yo solo podía pensar en que no podía estar más guapa.

ALBA POV

Un mes después

- Se acabaron las vacaciones, rubia.

- Lo sé, aunque lo estaba deseando. Echo mucho de menos a mi hermana y a la Rafi durante el año, pero en este mes me han agotado mucho más que cualquier torneo.

- Anda, sagerá. Si tú madre es un sol y tu hermana es una locura.

- Querrás decir que está loca.- Levanté las cejas sonriendo.- Pero tienes razón, las quiero tanto y han conseguido recargar mis energías para lo que viene.- Admití con algo de nostalgia.

- Genial, porque hay que entrenar mucho que yo tengo que bajar las puntillitas que me he comido.

- Pero si tú no te mueves tanto, sólo mandas.- Me indigné medio en broma.

- ¿Perdona? Eso desgasta aún más.- Siguió bromeando mientras entrábamos en la pista de entrenamiento.

Cuando Julia se decidió a entrenarme, ambas acordamos que nuestra base de entrenamiento sería en Madrid. Al final resultaba más fácil viajar desde aquí. Entramos y mientras me iba comentando lo que había sucedido en los torneos menores en los que yo no había participado.

Todo lo que soyDonde viven las historias. Descúbrelo ahora