CAPÍTULO 16: Los renglones rectos

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CAPÍTULO 16: Los renglones rectos

Me desperté con palpitaciones y un principio de taquicardia. Tenía una sensación muy mala dentro del cuerpo y supe que era fruto de una pesadilla que era incapaz de recordar. Me alegré de no poder recordarla. Estaba cubierto de sudor frío y tenía unas ganas enormes de abrazarme a cualquier cosa blanda y suave. 

Me senté sobre la cama, mientras escuchaba cómo los desbocados latidos de mi corazón se iban normalizando un poco. Luego, sacudí la cabeza. Solo había sido un sueño tonto, y ni siquiera podía recordarlo, así que no valía la pena ni pensar en ello. Ladeé la cabeza y atendí a los escasos ruidos de la silenciosa noche. Alejandro roncaba un poco, pero casi había llegado a echar de menos esos ronquidos. Me puse las zapatillas para ir al baño y así fue cómo escuché que no era el único que estaba despierto. Sigilosamente, me deslicé por el pasillo y vi luz en el cuarto de Aidan. Fisgué lo suficiente para entender que Hannah y Kurt se habían ido a dormir con él. Espié un poco sin ser visto, y observé cómo se metían en su cama. Sonreí, con algo de secreta envidia porque ellos lo tuvieran tan fácil para dejar salir su vulnerabilidad. Recordé el susto que nos había dado el enano aquella tarde. Papá se enfadó mucho con él. El peque había llorado bastante y, aunque normalmente yo la habría tomado con Aidan por ser demasiado duro con mi hermanito, simplemente no pude, al ver cómo papá se derrumbaba por todas las emociones que había sentido en tan breve espacio de tiempo. Le entendía perfectamente: si algo le hubiera pasado a Kurt, más de uno en casa hubiera perdido la cabeza. Yo de hecho aún no descartaba que Aidan no la hubiera perdido un poco. Si hubierais visto su cara cuando Barie le dijo que Kurt podía haberse tragado el tornillo...

Al pensar en esto volví a sentir la sensación agobiante en mi pecho, y deduje que debía de haber soñado con que al enano o a algún otro de mis hermanos les había pasado algo. No, definitivamente era algo que yo no hubiera podido soportar. 

Quise pegarme o algo. Aquella era mi primera noche en casa tras varios días en el hospital y ahí estaba yo, pensando en tonterías. Volví a mi cuarto y me metí en la cama. Mientras el sueño me vencía de nuevo, dediqué unos segundos a pensar que era demasiado sensible. Pero uno no puede evitar esas cosas ¿no? Uno no puede evitar tener unos días sensibles cuando le operan, descubre que tiene un hermano perdido, y sufre un amago de infarto nada más volver a su casa porque su hermano pequeño decide que es buena idea jugar al "me he tragado un tornillo". Me recordé a mí mismo que en realidad no se lo había tragado, y por último sonreí un poco, ya medio dormido, al pensar que el enano había tardado menos de un minuto en desvelar su propia mentira. Era un renacuajo sincero y lleno de inocencia... aunque también, de muchas travesuras.

- Aidan's POV –

Kurt estaba tan mimoso que no pude entender por qué no se había venido a mi cama desde el principio. Se pegó a mí como si la cama fuera más pequeña de lo que era, y no quería dejar que Hannah se pusiera al otro lado, como si yo fuera algo que no quisiera compartir.

- Peque, deja que se tumbe tu hermana. Vamos a dormir los tres juntos ¿mmm?

Mi enano puso cara de no estar conforme, pero no dijo nada.

- Venga, no te enfades. Papá tiene mimos suficientes para los dos – le dije, y le acaricié bajo la barbilla, lo que siempre le hacía muchas cosquillas. Se rió un poco, pero luego puso un puchero. – A ver. ¿Por qué está triste mi campeón?

Pensé que me saldría con algo así como "porque te enfadaste conmigo" o "porque me has castigado", pero me sorprendió al darme una respuesta que no me esperaba del todo.

- Porque he sido malo – me dijo. – He dicho una mentira y ahora nunca más me vas a creer.

Le miré fijamente reflexionando sobre cómo habían sido los demás con seis años. A mí me gustaban los niños pequeños (era la etapa de su crecimiento con la que más disfrutaba) y por eso sabía que uno no puede esperar que un crío de seis años sea empático y reflexivo. Mi niño sí lo era. Él entendía que sus acciones provocaban consecuencias en los demás. Que mentir puede provocar que nadie te crea cuando decides ser sincero. Algo me decía que Kurt siempre iba a ser una persona especial. De esos que mantienen su inocencia incluso ya de adultos.

Once historias y un hermanoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora