Capítulo uno - Quizás

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Nuevamente, SeokJin, se encontraba en la casa de su querido amigo Kim TaeHyung, divagando sobre que hacer, o mejor dicho, como encontrar una solución a los reproches de su querida madre. No crean que no la había escuchado, sí lo había hecho pero aún no pensaba en una relación, claro que no. Su mente solo estaba en hacer felices a sus alumnos, por lo menos en el ámbito de la literatura.

- Sí tan solo me prestaran atención - pensó.

- SeokJin, por más que lo sigas meditando, tus alumnos no te escucharán si sigues con el mismo programa, y además, un perro es muy adorable pero no creo que tu madre lo considere como su nieto.

- ¿Cómo es que...

- ¡Soy Kim TaeHyung! - dijo orgulloso el castaño - Además, no piensas para tus adentros.

- ¿Estuve hablando todo este tiempo? - dijo sorprendido levantándose levemente del sillón.

- Murmurando pero te escuché igual - se encogió de hombros.

- Oh - se dejó caer nuevamente sobre el mueble, cerrando sus ojos - supongo que mi mente busca ayuda incoscientemente - sonrió - sobre el perrito...

- Es muy lindo pero no creo que pueda ser tu hijo esperado.

- ¡Para mi sí! - dijo un tercero en el umbral de la puerta.

- ¡Ves! Jungkook piensa lo mismo - dijo SeokJin sentándose correctamente, apoyando sus codos sobre sus muslos.

- Y-Yo no pienso que no, estoy de acuerdo pero tu madre... - dijo caminando el dirección a la cocina, en donde era dividida por una barra y tres bancos.

El rubor de sus mejillas solo fue previsto por el querido profesor de literatura.

- Sí, entiendo - suspiró.

- Pero podrías intentar - dijo el pelinegro sentado en el sillón enfrentado a él, bebiendo su Gatorade que acababa de sacar de su característica mochila deportiva.

Un poco del liquido se escurrió en su cuello escapando de entre sus labios, dando una preciosa vista a cierto castaño, que volteó enseguida al cruzarse sus miradas.

Sonrío ante este gesto limpiando el resto.

SeokJin, testigo clave, sonrió enternecido ante sus queridos amigos. Cada momento, cada mirada cómplice, cada sonrisa nerviosa le hacía preguntar...

- ¿Qué están esperando?... ¿Eh? - tapó su boca rápidamente.

¡Vaya, al parecer su mente no tenía planeado guardarse nada, iba a soltar todo!

- ¿Esperando? Yo no estoy esperando nada - dijo JungKook confundido.

- ¿En qué estabas pensando, SeokJin? - dijo el castaño.

- Nada, olvidenlo - dijo con cierto nerviosismo - hablé en voz alta de nuevo, mi cabeza no soporta más - bufó.

- S-SeokJin no dijo nada hoy pero si dijo todo en voz alta - dijo TaeHyung intentanto no tartamudear al hablarle al azabache.

- Oh, entiendo - le sonrió derritiendo al otro - entonces hay que despejarte la mente, ya sabes, distraerte un poco para pensar mejor.

- ¿Me estás sugiriendo una insoportable resaca en mi cama mañana al despertar? - alzó una ceja no muy convencido.

- Si es que despiertas en tu cama - sonrió inocentemente palmeteando sus muslos al levantarse - entonces ¿Aceptas o te envejeces? - estiró su mano para que sea estrechada.

- Habla el niño dotado.

- El adulto dotado - contraatacó remarcando la segunda palabra - y no sabes como.

Taehyung miraba atento los pequeños imanes de animales en su heladera, por supuesto que no los miraría con lo que el azabache acababa de decir.

Ahora su imaginación se dignaba a aparecer, y parecía no querer detenerse. Lastima que no fue así hoy dando su clase de Arte.

>> 25 y 30, 25 y 30, ¿Cómo puede ser que nos llevemos 5 años y haya tanta diferencia? - masajeo con ambas manos su cien - Tú pareces un chico de 18 y yo un hombre de 80.

- ¡Exageras SeokJin! Tú no aparentas tus 30 años, pareces aún más joven - dijo por fin mirandolos el menor.

- Gracias por el consuelo Tae - suspiró.

Quizás TaeHyung tenga razón.

- ¡Vamos SeokJin! Solo tienes que despejar tu mente - alzó sus brazos.

Quizás JungKook tenía razón.


Quizás...






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Supremo coco // [°NamJin]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora