Capitulo 1: remordimiento.

43 1 0
                                    

7 de marzo de 2013. París, Francia.

-Bienvenidos, esta noche nos encontramos aquí para rendirle homenaje a una gran persona, una gran mujer, llamada Jennifer Hopkins. -Decía el hermano de Jennifer, persona que planificó ese evento.

Todas las personas en la habitación se encontraban sentadas en sus bancas, vestidos de colores oscuros y sus rostros estaban llenos de melancolía, después, Jordan Hopkins, se levantó de su asiento y dijo:

-Mi hermana escribió una carta de custodia, ella sufría de cáncer, seguramente ya sabía lo que le esperada. -Dijo soltando un leve suspiro. -Por petición de mi hermana, que en paz descanse, entregaré sus pertenencias según lo que digan sus escrituras.

Mientras Jordan seguía dictando la custodia, la persona más dolida era Dave Collins, el prometido de Jennifer, no mostraba ninguna expresión de tristeza, a pesar de eso, su vista se dirigía a la féretro donde se hallaba el cadáver de su mujer, su mirada se notaba perdida y su boca no articulaba ninguna palabra, sólamente estaba sentado mientras intentaba escuchar la voz de su cuñado sin distraerse. En eso, Jordan pronunció el nombre del viudo, esto hizo que a él se le hiciese un nudo en su garganta y se ubicara de nuevo en su situación actual.

-Y por último, mis escrituras, se las doy a la persona que más amo, a la persona que siempre estuvo a mi lado en las buenas y en las malas. Llamada Dave Collins. -Dijo Jordan narrando lo que decía en la custodia de Jennifer.

-¿Yo? -Preguntó Dave poniéndose de pie, temeroso.

-Sí, después del evento puedes buscarlos en la oficina.

Entonces, el evento continuó, Dave seguía en un estado de shock, al finalizar el evento, Dave se dirigió a una oficina con una caja tal vez muy grande para guardar sólamente cartas y carpetas. Extrañado él dijo:

-¿Por qué me daría sus escrituras? -Pensó Dave viendo la caja donde se encontraban los escritos. -Bueno, será mejor llevarlo a casa, ya es tarde. -Dijo cargando la caja hasta su auto.

Se sentó en el asiento del piloto, encendió su vehículo y se fue a su apartamento. Bajó del auto y abrió la maleta para recoger nuevamente la caja para esta vez, guardarla en su vivienda.

-Esta caja es bastante pesada, me costará un poco llevarla. -Dijo Dave tomando la caja, para después darse cuenta que se le cayó una carta de la caja. -¿Qué es esto? -Dijo teniendo el papel en sus temblorosas manos, por alguna razón no tenía ninguna intención de siquiera abrir la caja y revisar el contenido. El hecho de que en sus manos estaba una parte de su ex prometida que amó con tanta intensidad le hacía entrar en profunda cólera.

Desde que se enteró de la noticia, se sentía muy culpable, él desde el principio notó que algo andaba mal con Jennifer. Sin embargo, él hizo caso omiso ya que ella ocultaba bien no sólo sus sentimientos, sino también sus síntomas físicos. A pesar de que no fue su culpa, no podía evitar entrar en ese estado de desesperación que lo hacía sentir responsable de aquel trágico acontecimiento.

Eran apenas las diez y dos de la noche, después de volver a poner los pies en la tierra, cerró la maleta de su automóvil y enseguida tomó sus llaves para cerrar su vehículo. Tomó las escaleras esa noche pues justamente ese día el ascensor tuvo una falla y se encontraba en mantenimiento, fastidiado, tomó las llaves de su apartamiento y abrió la entrada a su vivienda.

Se dirigió a su desordenado y descuidado salón de trabajo, era un sitio un poco grande y espacioso, sus paredes estaban pintadas de un color crema bastante suave, la habitación tenía una ventana considerablemente grande, donde se podía ver la ciudad. Llevaba ya casi una semana sin entrar a ese salón, que estaba tan lleno de recuerdos.

Dejó la caja en su escritorio, estuvo un momento observando su tan descuidada habitación y se retiró, cerrando la puerta. Soltó un suspiro y se dirigió a su habitación, una habitación ideal para dos personas. Su habitación estaba totalmente limpia y ordenada, su cama estaba acomodada de una forma relativamente perfecta. Dave, al entrar, colgó su chaqueta en un gancho y lo guardó en su armario, se despojó totalmente de su vestimenta negra y se puso ropa cómoda para irse a dormir. Al estar preparado para descansar, se quedó estático, mirando la cama que estaba tristemente vacía, agachó la mirada y se nubló su vista, sintiendo aquello que quiso ocultar en el funeral, su tristeza.

Las lágrimas, signos de su amargura, estaban humedeciendo rápidamente su cálido rostro, sin ningún remedio, se sentó en su cama mirando al suelo, buscando calmarse, pero sus intentos fueron en vano, las lágrimas salían de sus ojos como si tuviesen voluntad propia, como si estas fueran capaces de decidir a donde estar.

«Ya no importa, ya es muy tarde...» pensó él, secando su rostro empapado, intentado calmar su respiración dificultosa.

-Mejor me voy a dormir, no quiero seguir llorando. -Dijo para sí mismo, estaba acostado en su cama, justamente del lado que dormía Jennifer. Después de aquella acción soltó un largo suspiro de cansancio.

Se levantó una última vez esa noche, dirigiéndose de nuevo a su salón de trabajo, se sentó cerca de la ventana para observar por última vez la cuidad en la que llevaba viviendo más de doce años, sonrió levemente con cierto toque de tristeza y melancolía, para que así su mirada se volviera triste otra vez. Observó por última vez aquella caja, preguntándose a sí mismo que podría contener esa caja, o mejor dicho, esas cartas.

El miedo y la curiosidad pueden ser las mejores amigas y pueden ser también las peores rivales, la unión de ambas significaba un desastre para Dave, que estaba dudoso de leer las cartas de su pareja. Hasta que, en un momento de valentía, tomó la carta que se había caído hace unas horas y no se había atrevido a leer.

Con sus manos frías y temblorosas, abrió la carta, era una carta bastante sencilla, su sencillez hacía que la carta se viese tan pulcra, como si fuese una hoja nueva. Enseguida comenzó a leer lo que decía, de una vez por todas.

«Esta caja es propiedad de Dave Collins. Recopilación de cartas relatando mis secretos más profundos y nunca revelados, espero que puedas leerlos, por favor. Ya te he mentido suficiente, Dave. Lo siento tanto, no merecías esto».

Dave sólamente suspiró una vez y dejó la carta de vuelta a su sitio y se fue de ahí, llegó a su habitación y se acostó en su cama, esperando que el sueño tuviera la compasión de sacarlo de sus pensamientos una vez más, intentando no volver a sollozar como hace unos minutos.

Has llegado al final de las partes publicadas.

⏰ Última actualización: Mar 25, 2017 ⏰

¡Añade esta historia a tu biblioteca para recibir notificaciones sobre nuevas partes!

Las cartas de Jennifer HopkinsDonde viven las historias. Descúbrelo ahora