15. Encuentro

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Haizaki seguía sin creer lo que sucedía, ¿Cómo era posible que ellos se hubiesen entregado con tanta facilidad? Los había perseguido durante varias semanas y siempre se escabullían, los último días había perdido todo rastro de ellos y Kidou, por alguna razón, no lograba ubicarlos.

Y ahora ella estaba caminando hacia la casa del hechicero, jalando las cuerdas a las que estaban amarrados los lobos, de vez en cuando oía algunos quejidos, pues a veces las cuerdas los ahorcaban, pero esto no le importaba.

En su cabeza lo único que estaba presente era Hiroto y su deseo por sacarlo de su celda y huir, no le importaría que le pasara a las criaturas con tal de ello; sin embargo, sabía muy en el fondo de Kidou no lo liberaría al entregarle a los lobos, pero aún así ella rogaba internamente por qué, en un acto de compasión o de lo que sea, Kidou lo hiciera.

La cazadora comenzó a atravesar varias calles del pueblo, mientras que los lobitos se sentían intimidados no solo por las miradas juzgantes de las personas, sino también por las cosas que murmuraban.

-Son horribles.

-De seguro son capaces de comerse a nuestros niños.

-¡Que bueno que Kidou-san se encargará de ellos!

Asuto solo bajo la mirada junto con sus orejas ante los comentarios, Mitsuru decidió mantener su cabeza en alto, ambos eran más que conscientes del plan que estaban llevando a cabo.

Haizaki recorrió un par de calles más después del mercado principal para llegar a la casa del hechicero, abrió la puerta pero encontró la sala vacía, Asuto de cierta forma se alivio un poco.

Quizás él no era capaz de odiar a alguien o al menos guardar rencor, pero por alguna razón sentía que con Kidou sería diferente, después de todo él fue el que mandó a asesinar a su madre.

-¡Oye Kidou! ¿Cuánto tiempo más me tendrás esperando?- preguntó en voz alta la cazadora al ver que el hechicero no se presentaba todavía.

-¿Y ahora qué demonios quieres?- se escuchó la potente voz del hechicero desde el ático -¡Espero que traigas algo bueno!- replicó bajando las escaleras -¡Sabes que a esta hora estoy muy ocupado!

Tanto los lobos como la cazadora voltearon a ver a Kidou una vez estuvo en el primer piso, sus manos tenían varias manchas de sangre, a ambos lobos les dio asco ver esto, además de que se sentían un poco intimidados con la sola presencia del hechicero, mientras que Haizaki rogaba por que esa sangre perteneciera a Hikaru y no a Hiroto.

Kidou volvió su vista ante los lobos, aunque no se viera por sus lentes oscuros, sus ojos se habían iluminado de emoción y su sonrisa era de satisfacción... ¡Por fin podría convertirse en el hechicero supremo! Y nada ni nadie lo detendría, ni siquiera la propia madre naturaleza.

-Perfecto... Veo que después de un muy buen tiempo lograste conseguirlos.

Haizaki caminó hacia Kidou mientras jalaba a los lobos de las cuerdas, estando frente a él tiró la cuerdas a sus pies, ahora eran propiedad de Kidou y eran su responsabilidad.

-Liberalo- dijo ella de forma seria.

-¿Eh?- Kidou arqueó una ceja -No sé de lo que me hablas.

-¡Sabes a lo que me refiero, imbécil! Libera a Hiroto.

-¡Ah! Si, si, cumpliré con mi parte pero todavía es muy pronto como para hacerlo, Haizaki, ¿No lo crees?- el rostro del hechicero solo reflejaba malicia y su codiciosa mirada no se despegaba de los lobos -primero necesito divertirme con estos preciosos lobitos.

Ninguno lo notaba en ese momento, pero Asuto comenzaba a mostrarse intranquilo y algo molesto; había creído que lograría manejar bien la situación frente al, prácticamente, asesino de su madre, pero simplemente no podía. Aquella era la primera vez que Asuto sentía un verdadero odio hacia alguien.

|FINALIZADO| Sangre De Cazadora [Inazuma Eleven AU]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora