Alguien a quien amar || Lumi

32. ENTONCES, QUIZÁS NO ES LO CORRECTO

- Mierda, Lucy - su cuerpo se derrumbó sobre el mío y escondió su rostro en la curva de mi cuello. Yo todavía me sentía en otro planeta, parpadeé varias veces tratando de recuperarme. Mi respiración era cansada y mi cuerpo estaba sudoroso.

Comencé a deslizar suavemente mis uñas por su espalda desnuda con una sonrisa tonta en mi rostro

- ¿Puedes decirme cómo terminamos aquí? - Finalmente dije después de unos minutos sin moverme mientras nuestras respiraciones se calmaban.

Rami levantó la cabeza de su lugar y miró a nuestro alrededor, estábamos encima de la alfombra en el piso de la habitación que compartiamos.

- Desearía tener una respuesta a tu pregunta, pero ... lo siento, sinceramente no la tengo - me dijo divertido y casi orgulloso

- ¡No! - Me quejé cuando intento salir de mí, envolví mis piernas alrededor de sus caderas empujando su trasero con mis pies, obligándolo a permanecer en su lugar.

Sacudió la cabeza divertido, inclinándose para besarme. Le devolví el beso, aferrándome a sus hombros. Sin duda, estos eran uno de mis momentos favoritos con Rami, a pesar de que cada momento con él siempre era mi favorito. Y estar así en sus brazos, sin nada que interfiera entre nosotros, era realmente especial. Estábamos en nuestra burbuja.

Deslicé mis manos por su cabello, sus rulos habían crecido en las últimas semanas y eso me encantaba. También me encantaba la forma en que nuestros físicos contrastaban, su cabello negro y rizado, mi cabello rubio y liso, su piel oliva contra mi piel pálida, era una combinación simplemente hermosa.

- Lucy...mírame - me dijo con voz ronca

Abrí los ojos sintiendo que mi cuerpo se recargaba, nunca tenía suficiente de él ... Aunque ya habíamos tenido relaciones contra la puerta, encima de la mesa, en la cama y de alguna manera habíamos terminado en la alfombra en el piso. Mi novio me miró seriamente, sus pupilas estaban dilatadas, oscureciendo sus ojos claros y su respiración era acelerada. Di un suave gemido cuando él volvió a moverse dentro de mí. Esta vez se sentía especial ya que era la primera vez que no usábamos protección.

Habíamos pasado dos semanas en eSwatini con la fundación RED, había sido una experiencia única, gracias a la historia de Freddie, Rami se interesó en investigar cómo las personas viven con SIDA hoy en día lo que nos llevó a este increíble viaje que me conmovió de una manera muy especial.

Freddie vivió en una época en la que no había gestiones disponibles que garantizaran una calidad de vida para las personas que padecen esta enfermedad, pero ahora felizmente y hay diversos tratamientos disponibles para luchar contra la enfermedad. Lo que más me sorprendió fue descubrir que muchas personas aún viven como en la época de Freddie, como si el diagnóstico de SIDA fuera de una sentencia de muerte. Así que Rami y yo pasamos las últimas semanas ayudando a la fundación a distribuir suministros y medicamentos a las personas con esta afección, conociendo sus condiciones de vida para ayudarlos y conociendo sus experiencias de vida que a menudo eran desgarradoras.

Así que pasamos esas dos semanas durmiendo en casas hechas de bambú, con más de 5 personas alrededor, en pequeñas camas con mosquiteros. Nos habíamos centrado en ayudar a los demás, a pesar de las limitaciones del idioma y la cultura era totalmente diferente, cada persona que me conocía tocó el corazón.

Y aunque Rami y yo habíamos pasado mucho tiempo juntos, realmente no habíamos pasado mucho tiempo en pareja a solas, así que cuando finalmente llegamos al campamento de conservación en Uganda para la parte final y personal de nuestro viaje, donde habíamos programado un safari para la próxima semana solo queríamos recuperar el tiempo perdido. Sin tiempo para encontrar condones, le aseguré a mi novio que yo estaba tomando la píldora anticonceptiva y eso fue todo, tal vez tuvo un detalle insignificante, pero para mí no lo era, ese detalle significaba que yo confiaba completamente en Rami y que él confiaba completamente en mí. Y esa es la historia de como terminamos aquí echados en la alfombra.