La primera vez que había soñado con Ike, él había tenido cinco años. Solo había sentido sus intensos ojos de tono glacial mirarlo ahí donde tendría que estar el horizonte. A pesar de su corta edad, su corazón se había desbordado ante la idea de que había encontrado aquello que era suyo.
Por mucho tiempo creyó que solo había sido un producto onírico que secretamente recordaba, pero a sus ocho años volvió soñar con Ike. No con una parte de él, sino con su presencia, como si estuviesen compartiendo la misma habitación y no necesitase verlo para saber que estaban juntos. El sueño había sido calmo y tranquilo, el tipo de descanso que había necesitado en ese entonces después de que su abuela muriese y se quedase completamente solo.
La vida en el orfanato no se distinguió demasiado a su previa vida, viviendo en un lugar lleno de desconocidos, asistiendo a clases, juntándose con sus amigos y pensando que tenía suerte de que no lo hubiesen alejado de ellos o en verdad hubiese hecho una locura.
El tercer sueño fue el comienzo de la constancia. A sus diez años soñó con Ike, lo sintió abrazándolo por la espalda y apoyando el mentón en su hombro. Ese día casi lo habían adoptado y llevado lejos, pero había logrado hacer que desistieran de ello. En esa ocasión había temido perder a sus amigos y cuando fue a dormir, se encontró siendo reconfortando por esa conocida pero extraña presencia.
Por lo menos una vez al mes soñaba con su alma gemela. Claro que en ese entonces no era consciente que de eso se trataba.
A los doce años pudo sentir los labios de Ike y adivinar su forma por el tacto. A los quince supo el color de su cabello. A los dieciséis pudo oír su voz con claridad. Pero todo ese tiempo pensó que ese desconocido era un producto de su imaginación. Jamás se había sentido sinceramente traído hacia otra persona y cada vez que alguien buscaba hacer un avance en él, Firkle se encontraba comparándole con la persona en sus sueños, a ese ser que fácilmente jamás conocería.
Esa voz era mucho más agradable que cualquier otra.
Esas manos eran más cálidas.
Esa risa no era estruendosa.
Esa presencia era la única que valía la pena.Pete le había dicho que sonaba como Pigmalión, enamorándose de algo irreal como la estatua Galatea.
Y tal vez tuviese razón.
Pero a los dieciséis años conoció a Red, la futura socia de Henrietta y supo de su poder. Pero no le dio importancia, después de todo ¿Quién creía en almas gemelas? Pero Red si tomó interés en él, lo llamó intuitivo y que de seguro debía tener sueños interesantes. Henrietta comentó casualmente sobre su Galatea en sueños, la figura misteriosa que lo acompañaba desde casi toda su vida. Red le dijo, con una sonrisa cómplice, que esa persona era su alma gemela.
Firkle no quiso creerle.
Pero esa noche vio a Ike. No solo una parte de él o una sensación. Lo vio por entero, frente a él, con su sonrisa amplia y brillantes ojos de un celeste glacial. Su corazón se hundió ante la realidad. Porque sabía quién era Ike Broflovski, el Cazador, el hermano menor de Cometa y el hijo adoptivo de una familia alienígena.
Así que hizo lo que le pareció correcto, fue con Henrietta y le pidió que le pusiera una maldición de amores a Ike. Porque eventualmente buscaría a Red y él estaría ahí, así que Ike lo encontraría. Su amiga aceptó con diversión y cuando "Red Queen & Black Witch" se inauguró, él solo tuvo que esperar, con impaciencia e irritación acorde los años pasaban.
Aunque hubiese sido más fácil decirle a Red quien era su alma gemela y partir desde ahí, en especial cuando la pelirroja era amiga de Cometa. Indudablemente hubiese sido mucho más rápido aparecerse frente al Cazador y dejar que el destino los maldijese para que no pudiesen separarse nunca.
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RR: Subconsciente «South Park» [Fike]
Fanfiction«Fike» Universo Alterno, Fantasía Urbana Su hermano le había conseguido una cita con la célebre Reina Roja, la mujer capaz de destruir relaciones y unir personas por la eternidad. Y eso era exactamente lo que él necesitaba, una destrucción masiva. P...