CAPITULO 2

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                                                       UPS. QUEMÉ LA CAFETERÍA DE MI COLEGIO


Minutos después de rodar colina abajo y quedar inconsciente, desperté con un dolor de cabeza tan fuerte, que por un momento pensé que estallaría.

 Eran las ocho de la noche según el reloj que me había regalado mi padre. Traté de reincorporarme.

Cuando estiré mi mano noté que algo la tocaba.

 Era...¡UN COMETA!

Examiné el pedazo de cielo y vi que tenía hoyos de un profundo color negruzco tallados por todos lados. Pero había algo que me parecía todavía más raro...

¿Desde cuándo los cometas tienen botones?

 Le di la vuelta y lo examiné por debajo. Había una especie de símbolo dibujado, y que parecía una llama de fuego.

Presioné el lugar donde aquel símbolo se encontraba; y como por instinto lo solté de golpe, temiendo que pudiese explotar en cualquier momento.

El cometa se abrió, revelando que no era un cometa, sino una cápsula. Me puse de pie y vi que de adentro emanaba una luz roja. Dudé en tomar lo que sea que fuera aquello que resplandecía, pero finalmente lo hice.

Estando en mi mano, la luz se apagó y al abrirla de nuevo me encontré con un cristal con forma de diamante. Lo examiné más de cerca y en su interior daba la impresión de que burbujas de lava flotaban de arriba abajo, lo que me recordó a esas famosas lámparas en cuyo interior flotaba lo mismo, pero pintado de distintos colores.

 Agité el cristal esperando a ver qué sucedía, pero no pasó nada.

 Incluso intenté morderlo.

El sabor era desagradable y por un segundo me pregunté si la lava en realidad tendría ese sabor. 

Frustrado, coloqué el cristal en el suelo y lo pisé, pero no se rompió; más bien se mantuvo intacto. Al final lo tomé, y como la luz de la luna se había movido de donde me encontraba, me dirigí a un lugar donde ésta se concentrará para poder examinarla mejor.

Elevé mi mano con la palma en dirección al cielo, como si dejara libre a un pájaro después de curarle una pata torcida.

—Me rindo —dije, abatido—. Mejor no me meto con lo que no entiendo, no quiero problemas...A volar, cristal, gracias por la contusión.

Lancé con fuerza el cristal y, ya emprendía mi camino a casa, cuando oí una voz; la misma que había resonado en el sueño que tuve mientras estaba en el auto, de camino a tomar el desayuno.

Creí que estaba alucinando, esperé un momento a ver si lograba oírla otra vez, pero todo se quedó en silencio.

—Genial, ahora oigo voces.

Seguí caminando, pero la voz volvió a hablar.

—¡Eh, COMPAÑERO!

 Me detuve en seco.

Entonces, sentí algo frío sobre mi hombro, como un metal. Cuando giré la cabeza, liberé un grito instantáneamente.

Una especie de fénix miniatura se había posado sobre mi hombro.

 —¡AAAAAH!

—¡AAAAH! —gritó también.

—¡AAAAAH!

—¡AAAAAAH!

—¡AAAAAH!

—¿Por qué gritamos? —preguntó la criatura, luego de liberar otro alarido.

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⏰ Last updated: Aug 01, 2019 ⏰

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Matt Lein Y El Cazador De CristalesWhere stories live. Discover now