Prólogo

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Dante

— No regresaré — me dice en una de las tantas llamadas telefónicas que le hago durante sus vacaciones.

— No eres gracioso Álex, ya te he dicho que el humor no se te da bien.

Su voz suena seria.
— No estoy bromeando Dan, mis padres no quisieron decirme pero no estamos aquí de vacaciones, a mi papá lo trasladaron en su trabajo.

Siento claramente como mi corazón se estruja, luego de tanto batallar, hemos perdido.

— No puede ser verdad, tú y yo...

Me interrumpe con la voz quebrada.
— Tú y yo se terminó Dante.

— ¿Qué? Pero... ¿Por qué? ¿Ya no me quieres?

Intento contener las lágrimas pero no lo consigo.

— Claro que te amo, pero estamos a más de mil kilómetros.

Las lágrimas corren por mis mejillas mientras hago un último intento.
— Podemos intentarlo...

— Podemos... Pero no quiero — clava el último puñal en mi corazón.

— ¿No quieres? ¿De qué hablas Álex?

— Estoy cansado, no quiero seguir luchando, la vida se empeña en mantenernos separados y por algo será.

No voy a rogarle, si él quiere terminar entonces así será.

— ¿Es una decisión tomada?

Demora unos segundos en responder.
— Lo es Dante, lo siento.

— Vete a la mierda, cobarde.

Fin de la llamada, fin de mi primer amor, fin del Dante dulce y correcto.

Hola Dante Romano, el mundo está lleno de chicos, seis por ciento de los cuales son homosexuales, y si me preguntan, creo que los probaré a todos.

Olivia

Otra vez la misma tonta, estoy harta de ser así. ¿Cuánto tiempo puedo estar enamorada de la misma persona? Ya no quiero más, estoy cansada.

Me siento en la escalera de la entrada de mi casa, dejo mi mirada perderse y las lágrimas correr por mis mejillas. Ni siquiera sé por qué estoy llorando, solo sé que es por él, porque no me ama, porque no me ve como lo veo, porque no importa lo que haga nunca seré suficiente para gustarle.

— ¿Estás bien? — pregunta su voz en la puerta de la casa.

¿Cómo voy a estar bien? Si tengo que verte con ella, con esa tonta que ni siquiera te merece.

— No — respondo sin más explicaciones.

— ¿Alguien te hizo daño? Sabes que siempre estoy para protegerte.

Sí, salvó cuando el que me hace daño eres tú.

— Hay un chico que me gusta, pero yo no le gusto a él.

Se ríe con fuerza y menea su cabeza.
— ¿Estás loca? Eres una de las chicas más hermosas que conozco, de verdad, es que a veces te veo y no entiendo cómo todo en ti es tan perfecto.

— ¿Y qué con eso?

— Que no hay chico sobre la tierra al que no le gustes, y que si ese chico no logra verte como tú esperas es porque es un idiota.

De acuerdo, eres un idiota entonces.

— Tal vez sea un idiota, pero estoy enamorada de él desde hace tanto tiempo que siento que cada chico que conozco, con cada chico que salgo lo único que intento hacer es olvidarlo, pero no lo logro, y siento que nunca lo lograré.

— ¿Estamos hablando de Adam?

No, estamos hablando de ti.

— No.

— Los chicos somos difíciles, yo pensé que ella me gustaba de verdad, pero terminé con ella porque no me hacía sentir lo mismo que...

— ¿Lo mismo que quién?

— Que nadie, no importa.

Genial, ya no está con esa hueca pero ahora tengo más competencia.

— Da igual, moriré soltera.

— Entonces moriremos solteros juntos, porque sola no estarás nunca.

Le regalo una sonrisa, antes de que se ponga de pie.
Si le digo lo que siento lo alejaré de mí. No quiero eso, de la forma que sea necesito conservarlo en mi vida, así sea como amigo.

— Eres hermosa Olivia, que nadie te haga dudar de eso jamás. De hecho si mi vida fuera otra, me casaría contigo.

No respondo, no me salen las palabras, solo dejo que una última lagrima corra por mi mejilla antes de volver a entrar a la casa, y sonreír, como si cada vez que habláramos no volviera a romper mi corazón en mil pedacitos.

Tontas Reglas [Serie Tontamente #3]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora