Capítulo I

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— Viviría miles de vidas con tal de volver a ser tu musa una vez más.

— De hecho, querida mía, lo estás haciendo una vez más.

—¿Cómo dices?

—Es esta la vida de que hablas. Puesto que en el pasado, bella doncella italiana, ta habías dicho lo mismo. Sólo una simple mirada fue lo que nos unió la última vez. 
Tú en la nobleza, yo entre los navegantes. ¿No recuerdas?— Agostina lo miró con una mezcla de extrañeza y alegría al oír sus palabras. Y sonrió mientras intentaba encontrar alguna memoria similar a lo que Felipe decía. —Estabas ofuscada. Agitabas en la ventana de tu alcoba un abanico blanco floreado. Mientras disimulabas la molestia que te invadía en el momento buscabas afuera alguna distracción en el paisaje que se llevase esos sentimientos como cuando un gorrión apresura su vuelo en picada al suelo por unas migas de pan. Y desde el pequeño camino junto al barranco que está entre el mercado y el muelle te contemplaba yo. 
Recuerdo haberme reído de cómo los nobles siempre tienen esos dejos en que se olvidan de la vida y se molestan por pequeñeces.

Cuando se oyó desde la ventana la causa de tu molestia:
—¡Cuida tus modales, pequeña!— 
Era tu madre quien te hablaba con voz firme, y eso llamó mi atención. 
—¡No debes olvidar que eres de la nobleza!— decía entre otras cosas que no pude distinguir. Estaba perdido en tu belleza. Y casi como una invitación a la rebeldía, desde donde estaba, te sonreí. Te sonreí y alcé la mano derecha para saludarte. Pero no soportaste el vulgarismo. —

—¡Lo recuerdo! "¿Cómo se atreve! ¡Saludarme así sin más!" pensé.— En ese momento la memoria de Agostina no era del todo clara, y le dijo: —¡Continúa, por favor! ¡Quiero seguir recordando!—

—No me ofendió en nada, pues entendía completamente la situación. Pero fue ese día, esa mañana soleada y de templado clima a costas del mar la que nos unió nuevamente. 
Casi me rebajan el salario del día por demorarme en las tareas. El capitán creyó que holgazaneaba.—

—Qué lamentable que aquélla muchacha de años atrás de no haber seguido esas emociones y realizar aquél acto de rebeldía por sentir que sería un problema.

—Lo hubiera sido realmente. ¿Una noble y un navegante? Jamás visto. 

—¿Qué crees que hubiera pasado si hubiera aceptado aquélla invitación?

—Nada mejor de cómo sigue la historia. ¿Es que en serio no recuerdas? Mi sonrisa sigue siendo la misma que aquélla vez en éste momento.

—Podría decir que no. Pero me agrada el simple hecho de escuchar la historia de tus labios. Cuéntame más.— En realidad estaba confundida por las historias que había leído y por las emociones que la venían afligiendo durante la semana. Las cosas no iban bien con su pareja y era época de rendir exámenes de la universidad.

—Siento el recuerdo como si hubiera sido en ésta vida. Es tan diferente el tiempo del alma; si es que en donde el alma habita existe el tiempo. 
Luego de esa mañana nos tropezamos en el mercado al día siguiente. Casi te vas al suelo a causa de mi torpeza y apuro. Si no te hubiera pescado a tiempo de seguro seguirías molesta. Aunque no te gustó para nada mi reflejo tampoco.

—Uno siempre aparenta cosas que no son.— dijo ella con una mirada certera. —"¡Qué descuidado!" recuerdo haber pensado. "Es otra vez ése maleducado que me saludó ayer en la ventana. Maleducado y torpe".

—Tu madre y las sirvientas prontamente saludaron por respeto y nos separaron nuevamente. Aunque luego te diste vuelta para verme y yo aún te estaba viendo.

—¿Y te acuerdas qué decían mis ojos?

—Había una duda en tu mirada: "¿Quién eres?".

A través del tiempoWhere stories live. Discover now