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                                                                    🆃🅴🅼🅾 

Estaba ahí, tirado en el último cubículo de los baños de mi escuela. Solo.

Eran las 10:43 de la mañana, claro que estaba solo. Era el horario de mi segunda clase del día, en donde debería estar, como todos los demás estaban en la suya.

Ellos habían sido muy rápidos.

Lloraba, me preguntaba tantas cosas; ¿qué habré hecho mal? yo simplemente vine a lavarme la cara y verme al espejo, y entonces ellos entraron.

No sabía que hacer. Mi celular estaba a unos centímetros de mi, tirado en el suelo, como yo. Me estire y lo tomé, aún estaba temblando. Busqué en mis contactos a mi novio Aristóteles, lo necesitaba, necesitaba que viniera por mi. Lo llamé, una, dos, tres veces... y no contestó. Claro, porque él seguía en clase, aunque ya casi terminaba.

Tenía miedo de que alguien más entrara y me viera aquí. Pensé en levantarme a cerrar la puerta de todo el baño, pero en eso Aris me devolvió la llamada. Intenté calmarme un poco para contestar.

—¿Hola? ¿Qué pasó, Tahi? Acabo de salir y no escuché el celular, perdón por no contestar— comenzó a hablar Aristóteles. —¿bueno? ¿Dónde estás? Estoy viendo que los de tu clase ya salieron a receso también—

—A-Ari...— mi voz salía entrecortada; por más que intentaba sonar normal no podía, y parece que el chico al otro lado de la llamada lo notó. —Necesito que.. que vengas—

—¿Temo? ¿Estás bien? ¿Dónde estás?—

—Estoy en los baños, los baños del tercer piso— sollozaba.

—Espera, voy para allá.— y colgó la llamada. Sonaba confundido y preocupado.

Dejé el celular a un lado de mi y seguí llorando. Puse mi cabeza entre mis piernas y las abracé. Tenía mucha rabia, impotencia, dolor, por un momento quise morir. No era justo; yo no hice nada malo.

                                                             🅰🆁🅸🆂

Estaba prendiendo mi celular. Acababa de salir de mi segunda clase junto Diego y Carlota. Era hora de receso, nos dirigíamos a las mesas de la cafetería cuando vi que tenía tres llamadas perdidas de Temo. Sin pensarlo lo llamé, él generalmente no me llamaba en horario de clase ya que también estaba en la suya, así que se me hizo raro. Cuando contestó, escuché su voz, parecía estar llorando. Me empecé a preocupar, lo que parece fue muy evidente cuando vi a mi compañero rubio mirándome con una cara de confusión. En cuanto colgué la llamada, tenia muchas dudas, pero sin pensármelo mucho fui corriendo hacia el tercer piso.

Mis dos amigos me miraron correr confundidos. Escuché a Carlota gritar "¿A dónde vas?" pero no contesté.

Llegué al tercer piso, me detuve para mirar y buscar los baños y al ver la puerta fui directo hacia ellos. Entré, no vi a Temo al entrar, pero escuchaba sollozos en el último cubículo. Cerré la puerta del baño con seguro para que nadie más entrara y fui hacia él. Efectivamente, ahí estaba mi novio. Su ropa se veía mal puesta, aunque no era tan notable ya que estaba envuelto en el mismo, también parecía que estaba llorando, -pensé- ya que no podía ver su cara.

—¿Temo? Mi amor, ¿estás bien? ¿que pasó? ¿alguien te golpeó?— me agaché y me hinqué frente a él.

Lo tomé por los hombros y el alzó la mirada para voltear a verme. Tenía sus bellos ojos rojos e hinchados. Había estado llorando. Tenía unos raspones en su angelical rostro y parecía que lo golpearon ahí mismo. Oh, pobre de aquel que le haya hecho esto a mi novio.

—Ari...— y se volvió a romper en llanto.

Me abrazó. yo de inmediato lo correspondí y empecé a acariciar su cabello, estaba muy confundido, pero lo que más me importaba es que el estuviera bien.

Se separó y comenzó a hablar.

—Ari... e-ellos m-me golpearon— tartamudeaba —pero, pero hicieron algo peor—

—¿ellos? ¿Quiénes? ¿Qué te hicieron?— pregunté, tenía incluso algo de miedo de saber la respuesta. Estaba en un baño, su ropa estaba desaliñada, tenía algunos moretones en sus brazos. No me quería imaginar lo que pasó.

—No lo quiero decir Aristóteles. Me estoy muriendo de la vergüenza, me quiero morir ahora mismo.  ¿le, le hice algo malo a alguien sin darme cuenta? ¿Por qué me pasa esto a mi?— estaba llorando, pero parecía que tenía un gran enojo dentro de él. Estaba agarrando con mucha fuerza mi chaqueta.

—Por favor Temo, tienes que decirme para poder ayudarte—

—Ya no hay nada que se pueda hacer, ya lo hicieron. Siento como si me hubieran quitado una parte de mi. Me siento destrozado. Y tengo mucho miedo, ellos pueden decir que yo estaba de acuerdo, pero yo solo te amo a ti, yo solo me he entregado a ti Ari. Si llegan a decir algo, no les creas, por favor.— Se aferró más a mi sin dejar de llorar. Yo solo quería calmarlo y decirle que todo estaría bien, que juntos encontraríamos una salida a todo esto, ¿pero qué podía hacer si no sabía a qué le teníamos que buscar solución?

—Cuauhtémoc, yo te creo a ti, siempre. Te voy a apoyar en lo que sea que haya pasado, y en todo, ¿entiendes? Te amo, pero por favor, tienes que decirme que pasó.—

Él miró hacia el piso unos momentos, sentí como si no me quisiera ver a los ojos.

—Ellos me violaron Aristóteles.—

Y entonces sentí como si mi mundo se cayera. No soportaba que nadie tocara a Temo; si con golpearlo ya estaban más que muertos, ahora desearían no haber nacido nunca. El solo merecía amor, merecía todo lo bueno de este mundo. Es la mejor persona que he conocido, y había permitido que lo destrozaran en el mismo espacio en el que yo estaba. Esto no se iba a quedar así. Pero en este momento tenía que estar para él, cuando se sintiera bien tomaría cartas en el asunto.

Y no había tiempo para estar en shock.

El me miraba, como esperando mi respuesta. Realmente quería golpear todo en ese momento, pero me contuve. Tomé sus manos que se encontraban en el suelo, él no hizo fuerza alguna y yo las entrelacé con las mías.

—Dime, por favor, quienes fueron Temo—

—no sé Aristóteles, no quiero que vayas corriendo a pegarles, tenemos que, que acusarlos con alguien, no sé—

Suspiré. —Te prometo que no haré nada por ahora, me quedaré junto a ti, pero for favor, necesito que me digas quienes te hicieron esto.—

Me miró un poco dudoso, pero también parecía que no se lo pensó demasiado al decirme.

—fueron Cristian y Arturo; de mi clase—

—Esos pendejos— dije sin pensar.

Yo no les hablaba, pero los reconocía. Eran chicos que intentaban ser populares. En las pocas fiestas de la escuela a las que había ido, ellos eran, o más bien trataban de ser el centro de atención. No sabía bien la relación de estos dos, realmente nunca me había tomado el tiempo de fijarme en ellos. Ahora mismo me recordaban a mis compañeros de preparatoria Zac y Ben.
Lo único que tenía claro en este momento es: que los odiaba con toda mi alma.

Estaba sumergido en mis pensamientos, cuando un sollozo de mi novio me devolvió a la realidad.



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Destrozado - [αяιѕтємσ]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora