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ᴘᴏʀ ᴘᴏᴅᴇʀ ϙᴜᴇᴅᴀʀᴍᴇ
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Un sonido se escuchaba desde el salón. Venía de manera intermitente, pero se escuchaba claramente. Emilia se levantó de la cama, tratando de no despertar a su amiga. —¿Juan?— preguntó al llegar.
—Oh, Emilia. He cogido la guitarra de aquel armario, espero que no te importe— dijo señalandolo con la cabeza —Oye... ¿Esa no es mi camiseta?
—¿Qué? No, no, no— metió las manos en esta y le dió la vuelta, dejando ver la parte de color plano—-Es solo una camiseta básica, pff— comentó haciéndose la loca.
—Buenos días, bache— Jose salía de la cocina con una taza entre las manos y se acercó a ella, dándole un beso en la mejilla. Se sentó junto a Natalia.
La rubia llevaba mirando a su mejor amiga confundida desde que había salido de la habitación —Oye, querida ¿quieres venir un momento conmigo?— se acercó a ella tomándola de la mano —Ahora venimos, chicos— Natalia estaba siendo muy correcta. —¿Qué ha sido eso?
—¿Qué?— Contesto Emilia.
—¿Cómo que qué? El salir de la habitación de Andrea vestida de esa manera y con esos pelos— pasó la mano por la cabeza de su amiga tratando de arreglar aquella melena —¿Que te estás haciendo?
—No estoy haciendo nada, Nat. Simplemente... Bueno, realmente no lo sé, estoy perdidisima. Pero es que se siente tan bien estar con ella... Vivo mi propio cliché de película romántica estadounidense y no lo soporto— dijo cruzándose de brazos.
—Pero... Tú y ella...
—¡No!
—Vale, vale. Creía... No sé como siempre...— La pelinegra alzó las cejas, esperando a que continuara —Es igual. Volvamos.
Al llegar de nuevo, vieron que Andrea había salido, muy probablemente por el sonido que producía el instrumento. Esta le saludó con una sonrisa, ella asintió con la cabeza.
Eran alrededor de las nueve de la mañana y querían ir de nuevo al puente de Carlos, por lo que cada uno se fue a sus respectivas habitaciones a cambiarse. Natalia fue la más rápida, así que salió al salón. Andrea terminó a la par así que acordaron con los demás que después se encontrarían en la plaza, que ellas iban a dar una vuelta.
—Toc, toc— acompañó con la voz el sonido que había hecho al tocar la habitación de Emilia —¿Cómo vas?— pasó dentro.
—Oh, hola Jose— le saludó saliendo del aseo, al son de una de sus canciones favoritas, mientras se colocaba el último pendiente —¿Ya estáis todos?
—Sí, Juan está arreglando unas cosas con su cámara y las dos chicas ya están bajo. Querían dar una vuelta— comentó apoyándose en el armario de costado.
