capitulo 3

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     Jeongguk besó las muñecas de Yoongi cuando las liberó. Lamiendo la piel enrojecida, probó la sal de su sudor, mezclada con los restos almizcleños del cuero. Yoongi miraba cada movimiento como si estuviera esperando que sucediera lo inevitable. Moviéndose una vez más entre sus muslos blancos como la leche, Jeongguk liberó los tobillos de sus restricciones.

—Ven aquí —dijo abriendo los brazos.
Con un leve quejido, Yoongi se metió entre ellos.
—Abrázame. Quiero que lo hagas.
Con las palabras susurradas de Jeongguk, los brazos de Yoongi lo apretaron hasta casi provocarle dolor. Los suaves susurros se convirtieron en ligeros sollozos.
—Está bien. Ahora yo voy a cuidar de ti.
Los sollozos sacudieron el cuerpo de Yoongi, que se convulsionaba casi como si sufriera un ataque de histeria.
Frotando la espalda de Yoongi por debajo de su descuidada camisa, Jeongguk susurró:
—Déjalo salir. Las cosas van a ser diferentes, pero para mejor.















Después de una ducha caliente, un Yoongi más tranquilo se sentó en el sofá y se acurrucó contra Jeongguk, apoyando la cabeza contra su pecho. Vestido con sus vaqueros y una camiseta prestada, parecía más cómodo que antes, menos tenso por el contacto cercano.
Con un brazo rodeando al nervioso joven, Jeongguk comenzó a indagar.
—¿De dónde eres? —tal vez con preguntas sencillas obtendría más información.
—De aquí. De Nueva York.
Las respuestas también fueron sencillas. Esto podría llevarle algún tiempo.
—¿Tienes familia aquí?
—No. Están todos muertos.
—Lo siento. Sé lo que es perder a alguien que quieres —dijo Jeongguk mientras le acariciaba el pelo.
—No los recuerdo.
—¿Quién te crió?
—Familias adoptivas.
—¿Una o varias? —no le extrañaba que no estuviera acostumbrado a las muestras de cariño. Entre Chanyeol y el sistema de adopción, no le sorprendía que tuviera miedo de todo.
—Seis. Fueron seis.
—¿Cuántos años tenías cuando fuiste adoptado por primera vez?
—Cinco, creo.
Demasiado mayor para ser adoptado con facilidad. Jeongguk cerró los ojos pensando en el pobre niño, perdido en el sistema.
—¿Cómo eran tus padres adoptivos?
—Yo era desobediente. Tenía que ser castigado. Esa fue la razón por la que mi último padre adoptivo me vendió a mi Amo. Dijo que él me haría ser obediente.
Jeongguk luchó por mantener escondida la cólera que sentía.
—¿Cuántos años tenías cuando pasó eso?
—Dieciocho, creo.
—¿No sabías cuántos años tenías?
—Creía que tenía dieciséis, pero mi padre adoptivo me dijo que tenía dieciocho, porque de otra forma no podría haberme vendido. — El tono de Yoongi era tan tranquilo, de hecho, como si esa fuera la manera en que las cosas se suponía que tenían que suceder.
—¿Cómo servías a tu padre adoptivo? Dime todas las cosas que hacías.
—Limpiaba la casa, lavaba el coche, lo ayudaba cuando se bañaba y si era bueno de verdad, me dejaba que se la chupara. Pero eso no ocurría demasiado a menudo, porque yo era malo.
Jeongguk cerró los ojos contra el escozor de las lágrimas. Había esperado los abusos de Chanyeol, abusos graves según lo que le había dicho Namjoon, pero no se había dado cuenta de lo joven que era cuando habían comenzado.
—¿Dónde estaba tu madre adoptiva? ¿Qué hacía mientras tú te... encargabas de las cosas? —su voz vaciló, cuando la bilis subió a su garganta. Jeongguk necesitaba saber más sobre el hombre que había abusado de Yoongi. Necesitaba ponerse en contacto con la policía. Era posible que hubiera otros niños en peligro.
—Estaba allí. A veces miraba. —La voz de Yoongi sonaba confusa, como si no se le ocurriese qué más podría estar haciendo ella.
Jeongguk tuvo que levantarse. Su estómago se agitaba con repugnancia.
—Perdóname, Yoongi. Tengo que ir al baño. Con la puerta del baño cerrada y el cerrojo puesto, Jeongguk vomitó lo poco que había tomado en el desayuno.












Incapaz de pensar en comer después de escuchar la historia de Yoongi, Jeongguk insistió de todas formas en que el joven comiera.
—Mi estómago está un poco revuelto. Creo que algo me sentó mal. El hecho de que yo no pueda comer, en este momento, no significa que tú no puedas hacerlo.
Yoongi comía dando minúsculos bocados. Sus dedos picoteaban en el pollo, mientras su mirada se movía rápidamente entre su plato y Jeongguk.
Manteniendo un tenso control sobre su estómago y sus pensamientos, Jeongguk sonreía con cada bocado, tranquilizándolo. Necesitaba llamar a alguien. Namjoon era policía y aunque trabajaba en homicidios, sabría qué hacer. Debería conseguir más información antes de llamar a nadie. Yoongi se sentía tan incómodo con gente alrededor que podría ser más fácil conseguir que hablase con Jeongguk solo.
Ni siquiera estaba seguro de que Yoongi fuese su nombre verdadero. Seguramente, alguien lo habría estado buscando. El cambio de nombre habría sido una precaución lógica para los que habían abusado de él.
—¿Siempre te han llamado Yoongi?
Casi dejó caer el trozo de pollo. Con los ojos abiertos como platos, a causa del miedo, se sonrojó y tembló jadeando en busca de aire.
—¿Qué ocurre?
—No debo decirlo.
—¿Tu verdadero nombre?
—¡Yoongi es mi verdadero nombre! Mi único nombre. ¡Lo dice mi Amo!
Aunque sorprendido por la vehemencia de la voz de Yoongi, Jeongguk simplemente sonrió.
—Pero yo soy tu Amo ahora. Necesito saberlo todo sobre ti. Sobre todo tu verdadero nombre. Lo necesito para el contrato. Entonces podré hacerte mío. —No era totalmente cierto, pero Yoongi no lo sabía.
Su pecosa piel alternaba entre el sonrojo y la palidez. Su respiración llegaba en rápidos jadeos, mientras sus manos dejaban
caer la comida.
—Lo necesito, Yoongi. Cualquier Amo nuevo lo necesitaría. —el tono de Jeongguk era duro, casi severo.
—Su… Su… Suga —escupió la palabra, casi hiperventilando.
—Tu apellido también. —Jeongguk alzó una mano para apretarle un hombro.
—Min… —dijo con un jadeo, antes de caerse de la silla totalmente desmayado.
Jeongguk logró moverse lo suficientemente rápido, para impedir que se golpeara contra el suelo con demasiada fuerza.
—Oh, joder…












30 dias.  (Kookgi)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora