Taemin es el típico niño mimado que no me cae bien, un idiota arrogante, el niño rubio teñido; cabe destacar, que todas las mujeres e incluso los hombres quieren ya sea como amigos o en sus camas. Definitivamente apuesto lo segundo.
Mientras que yo, eso soy, solo yo. El estudiante modelo, una persona simple. Por ejemplo; como arroz con carne ya que las comidas con nombres raros me dan jaqueca. Conduzco una bicicleta. Apenas tengo dinero. Y si, tal vez soy guapo, pero cuando una mujer busca mi atención, llega Taemin y se la lleva consigo, dejándome en el olvido oscuro y nebuloso de la mente femenina. Es irritante, un idiota pedante.
Cuando me mira, lo hace de una forma extraña. No, no gira sus ojos como si un demonio lo poseyera y tampoco es que sufriera algún cambio físico. Simplemente es extraño, da una sensación que no es buena. Junto al echo de que sonríe endiabladamente no ayuda a parar el inquietante cosquilleo en mi espalda. Por lo que se lo he dicho a otras personas y aun así nadie me cree.
Un día cualquiera, creo que la semana pasada, arreglé mi mochila en el hombro y decidí tomar cartas en el asunto, ya no podía dejar que su arrogancia limitara mi vida. No tiene ningún maldito derecho a generarme malas sensaciones. Me estaba dañando de forma psicológica.
Lo busqué por todas partes y como típica novela cliché, no lo encontraba. Mi paciencia estaba al límite de lo considerablemente razonable. Así que cuando lo vi, ahí, caminando hacia una de nuestras clases con el bolso colgado en su hombro, lo tomé de un huesudo brazo y lo acorralé contra la pared.
Me miró a los ojos, sus cejas estaban arqueadas porque no entendía lo que estaba pasando. Su boca formo un ligero "o" antes de pronunciar —Eres un idiota— Respiré con fuerza. Existen un millón de frases mas que podría haber utilizado. Pero insultarme era primordial. Su vocabulario diario. Comencé a respirar de manera mas profunda y lenta para calmar un poco el enojo que incrementaba como lava en mi interior. Tarde me di cuenta que mi respiración estaba chocando con la suya y que lo estaba disfrutando, muy a mi pesar. Él muy maldito.
—¿No sabes que te tengo acorralado?— Acoté lo obvio —Deberías estar empujando mi cuerpo o pidiendo por ayuda— Le reclamé con voz baja y gruesa. En este momento podría estar golpeándolo tal y como me gritaba mi subconsciente. Pero quería resistencia, no algo tan fácil como lo que me estaba mostrando.
—¿Pidiendo ayuda por un tipo como tú?— Chasqueo su lengua. Ese sonido irritante que siempre hace cuando menosprecia algo —Es claro que solo quieres asustarme. No tienes el valor para golpearme y aunque lo tuvieras no serias tan imbécil de hacerlo en un lugar publico. En la escuela. Donde te pueden expulsar y manchar tu hojita de vida que tanto proteges.
—Cállate, solo cállate. No me conoces, no sabes como soy ahora— Mi mano ejerció mas presión en su brazo. Sabia que quedaría marcado pero era lo que menos me preocupaba.
—Imbécil— Pronunció letra por letra mientras se reía, irritándome mucho más. Solo un leve gesto de dolor mostró antes de volver a su cara de indiferencia. —Debemos ir a clases y aunque me guste tu intento de masculinidad barata, no estoy dispuesto a ser castigado otro fin de semana.
En mi cabeza no entraba lo que me decía. Las clases, los profesores se podían ir todos a la mierda y no podría haberme importado menos. Intenté encontrar todas esas ideas crueles que en su momento me atacaron, busqué la peor manera de hacerle pagar sus constantes humillaciones pero mi mente no funcionó correctamente —Vete— resoplé con enfado antes de soltarlo y tomar otro camino, no iría a clases, primero debía calmarme.
No miré hacia atrás.
Ahora, no quiero verlo y no quiero que me vea. Mi mente sigue confusa. Ademas, sigo furioso por no hacerle algo cuando tuve mi oportunidad. De hecho ir al casino es complicado por lo que solo compro comida y me voy a otro lugar a alimentarme. También tomo un camino diferente cuando lo observo a lo lejos. Me volví un cobarde. Y eso me es difícil de comprender.