Capítulo 6/Final

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Lo prometido es deuda, cierro esta historia con este capitulo y el próximo que es un bonus :)

Amaia sonrió con nostalgia, desde esas semanas todo había cambiado, había sido un antes y un después en su vida en todos los niveles posibles y no podía dejar de pensar en lo orgullosa y agradecida que estaba por todo lo conseguido a nivel personal y profesional.

El álbum que tenía en sus manos no acaba ahí, tenía muchas más páginas, Alfred lo había hecho con mucho amor y esmero, con imágenes, notitas, capturas y recortes de todas las semanas que habían estado en la academia. Luego, juntos había añadido varias páginas con imágenes de las giras y algunas fotos con el resto de los compañeros. Quedando un recuerdo imborrable de esa etapa de sus vidas, la primera de muchas que había venido después desde Eurovisión, alguna crisis de pareja, ruptura, giras individuales, reconciliación definitiva, más giras, una boda de ensueño en la playa y la familia que llevaban siendo desde el nacimiento de Helga hacía ya casi 10 años.

Iba a pasar las páginas cuando escuchó el claxon del coche de Alfred. Sin borrar la sonrisa guardó el álbum con mucho cuidado y corrió a sus 39 años, como si siguiera teniendo los 19 con los que salió como ganadora de OT, hasta los amores de su vida.

-¡Hola mis amores!

-¡Hola mamá!

Helga asomó su cabeza desde la parte trasera del coche para sonreír a su madre. La mayor de sus hijos estaba ayudando a su padre a llevar las bolsas a la casa, mientras Emma, a sus 8 años, intentaba desabrochar el cinturón al más pequeño de los tres, Jordi.

Amaia se acercó hasta ellos, le dio un beso a Emma en la cabellera negra igual que su padre y le pidió que ayudara a su padre y hermana a bajar las bolsas mientras ella desataba al pequeño de 5 años.

- ¿Dónde está mi pequita pequeña? -preguntó cogiendo a Jordi en brazos para después hacerle una pedorreta en el lunar que tenía en el cuello haciendo reír al pequeño.

- ¿A tu pequita mayor no la saludas, titi? -preguntó su marido dejando las bolsas en el suelo y acercándose a ellos para abrazarlos por la espalda.

Amaia rio y dejando al niño antes en el suelo, quién se fue corriendo hacia Almaia. Se giró en los brazos de su marido para rodearle el cuello con sus brazos y darle un dulce beso. Sus hijas que iban entrando en la casa con algunas cosas los miraron, pusieron muecas graciosas y entraron en la casa.

Alfred separó su cara de Amaia para sacarle la lengua sus hijas y mirar a los ojos a su mujer.

- ¡Ey! ¿Y eso ojos? ¿Ha pasado algo? -preguntó preocupado al ver la cara de ella.

-He encontrado el álbum de OT que me regalaste por nuestro primer aniversario, mientras ordenaba algunas cajas.

- ¡Mi niña se ha puesto nostálgica! -Amaia afirmó con la cabeza.

Alfred sonrió y la abrazó con fuerza, no hizo falta más explicaciones por parte de ella.

- ¿Qué tal te ha ido en la reunión con Manu?

-Estupendo. Andrés tiene mucho talento, solo falta que la veas tú y creo que te gustará.

Alfred llevaba años retirado de las grandes giras, con el paso de los años había sabido mantenerse, al igual que su mujer, y ahora después de 20 años seguían llenando auditorios, pero además hacía unos 10 que se habían unido a Manu en su productora, quién cada vez quería retirarse poco a poco, para así poder ayudar a los nuevos y jóvenes talentos que buscaban hacerse un hueco en la industria musical como habían sido ellos en su momento.

Desde que había nacido Helga habían frenado un poco el ritmo, reduciendo el número de bolos e intentando no permanecer mucho tiempo fuera de casa. En un principio habían tenido miedo de perder todo lo que habían ganado en esos primeros años, pero ahora y después de tres hijos, ambos estaban de acuerdo que era la mejor decisión que habían tomado. La música era muy importante para ellos, pero estar juntos y su familia también lo eran.

Se dieron otro beso y se acercaron al maletero para coger las bolsas de la compra. Cogieron varias bolsas cada uno y entraron en la casa.

-Veo que has comprado todo. ¡Gracias pequita!

-Si, después de la reunión, fui a hacer la compra para la fiesta y luego recogí a los niños de casa de mis padres.

Jordi jugaba con Almaia en el salón mientras sus hermanas subían al piso superior a dejar las mochilas que se habían llevado a casa de sus abuelos a sus habitaciones.

-Hablé con tu madre esta tarde al poco de iros ¿Cómo está Alfredo?

-Mucho mejor, una caída tonta, la edad.

-A ver si se recupera y nos vamos todos el próximo finde a ver a mis padres.

-Me parece una gran idea. ¿Terminaste con las cajas?

-Me tienes que ayudar a bajar algunas y otras tenemos que llevarlas a Cáritas. Estos vienen mañana y todo tiene que estar listo. Vamos a colocar las cosas y luego terminamos eso cuando los niños estén en la cama.

-¡Mami, papi!-Emma entró corriendo en la cocina.-¡Helga no me deja su ukelele!-lloriqueó acercándose a su padre.

-Voy yo. -dijo Alfred cogiendo a Emma de la mano y saliendo de la cocina.

Amaia siguió colocando cosas en las estanterías y en la nevera.

Al día siguiente habían organizado una barbacoa en la que había invitado a sus compañeros y sus familias, y todos los que no tenían otros compromisos habían aceptado la invitación encantados, se iba a montar un buena, y Amaia lo estaba deseando, llevaban un par de años sin verse tantos del grupo de los 16.

- ¡Mami, tengo hambre! -Jordi entró en la cocina seguido de su fiel mascota.

Amaia se agachó para quedar a la altura de su hijo. Jordi había sido el tercero y era una pequeña copia de su padre. Y el niño con solo 5 años y lo avispado que era sabia eso, derritiendo a su madre con su sonrisa más dulce y parecida a la de su padre.

-Voy a colocar esto cariño y mami prepara la cena ¿vale? ¿Quieres un quesito mientras esperas?

-Dos pelados, mami, porfa.

Amaia sonrió sabiendo para quien era el segundo quesito y como había imaginado, Jordi se metió uno en la boca y el otro de lo ofreció a la perra, que lo engulló de un bocado.

Y con una sonrisa el pequeño salió corriendo seguido a su fiel amiga.

Amaia siguió colocando cosas y no se dio cuenta que Alfred había entrado de nuevo en la cocina frotándose la frente después de intentar entrar en razón a sus hijas hasta que éste habló.

- ¿Estaba Jordi comiendo un quesito antes de cenar? ¿Se lo has dado tú?

-Sé que no tenía que haberlo hecho, pero no me he podido resistir, ¡ese niño sabe imitar tu sonrisa!

Alfred soltó una carcajada y se acercó a abrazar a su mujer negando con la cabeza.

-Parece que sigo siendo tu debilidad, ¿aún con 41 años ya?

Amaia le cogió la cara para mirarlo a los ojos, cómo si tuviéramos 19 y 21 años de nuevo.

Y Alfred juntó sus labios, enamorado como el primer día.

Momentos contigoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora