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Es sábado por la mañana. Doy un gran suspiro mientras las gotas de agua mojan el auto de mi padre y deja que el aire frío se cuele levemente por las hendijas de las ventanillas. Acabamos de mudarnos a Forks desde Seattle ya que mi progenitor consiguió un empleo favorable en este pequeño pueblo, se acopla a sus necesidades, con una mejor paga, lo cual es bastante ventaja. Seattle es más o menos calurosa, con un clima templado que a veces llega a cansar siendo tanta la monotonía; de alguna forma la fría y lluviosa bienvenida dada por Forks me refresca, es agradable. Aclara mi mente de los frustrantes pensamientos.
Rehacer una vida entera no es fácil, dejar atrás muchas cosas importantes para ti para tener un nuevo hogar en otro sitio desconocido. Aún no proceso la idea completamente, pero intento convencerme de que pronto lo haré y me acostumbraré a este pueblo de clima apático. Antes solíamos venir seguido, aunque sinceramente no me acuerde de mucho, sin embargo, mi padre habla de un chico llamado Embry Call, ambos nos llevábamos bien de pequeños cuando visitábamos a la madre del mismo.
Conocer o... hacer como que conozco a Embry igualmente no me servirá de nada, él vive en una reserva y estudia ahí mismo, por consiguiente, estaré sólo cuando asista a la secundaria y por lo súper sociable que soy, obviamente conseguiré un amigo rápido.
Nótese el sarcasmo.
—Denisse, hijo, cambia esa cara ya, sabes que esto también es duro para mi.—Habló mi padre luego de unos largos 30 minutos de silencio.—Pronto te adaptarás a esta nueva rutina. Ambos lo haremos, ya lo verás.
—Eso espero papá...—Observo por la ventana, los árboles invaden el panorama casi por completo. Recargo mi peso en el asiento, contando mentalmente las aves pasajeras surcando el cielo en la lejanía.—No hemos estado aquí desde la muerte de mamá.
—Es cierto.—Es toda la respuesta que necesito de parte de mi padre, sigo contando e inmediatamente otro mutismo llena el ambiente; no es incómodo, agradezco el silencio internamente y así se pasa el tiempo nuevamente.
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