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Al anochecer Embry y yo nos dispusimos a irnos, pese a los pedidos de Emily para quedarme también a cenar junto a todos los de la reservación, oír algunos cuentos antiguos y leyendas de los Quileutes alrededor de una fogata, realmente no quise aprovechar más de su amabilidad y Embry aceptó llevarme nuevamente a casa.
En el trayecto de vuelta la música de la radio envolvía el ambiente, el de cabellos largos cantaba pedacitos a ratos y después tarareaba, sacándome una sonrisa.
─¿Te gustó pasar tiempo con nosotros?─Preguntó ya estando un tanto cerca de mi reciente hogar.
─Bastante─Comenté sonriendo.─Ustedes son geniales, nunca pensé que podría reír tanto, pero Jared y Paul me hicieron darme cuenta lo equivocado que estaba.
─Así son ellos, y tú también eres genial, Seattle boy.─Reí ante el apodo, él estacionó el coche, haciéndome saber que ya habíamos llegado. Las luces estaban prendidas y unas cuantas cajas esparcidas en todo el porche, supuse que el camión de mudanza ya había llegado y desparramaron todo donde pudieron.─¿Nos volveremos a ver?
Alcé una ceja, ya me había bajado de su auto y cerrado la puerta, el vidrio de la misma estaba hacia abajo así que me recargué un poco sobre él mirando curioso al más alto, su cara parecía como la de un perrito abandonado, tuve que apretar los labios para no soltar una risa.
─Depende ¿Quieres que nos volvamos a ver?─Él asintió rápido.
─Por supuesto, Denisse.
─¿Conoces alguna tienda de música o librería cerca?─Cuestioné. Embry se quedó pensativo un rato, mirando al techo con una mano en la barbilla de forma dramáticamente teatral.
─En Port Angeles, sí, podemos ir si quieres.─La voz la tenía endulzada de un particular entusiasmo de niño pequeño, movía los dedos sobre el volante, parecía algo compulsivo.
─Entonces búscame el lunes por la tarde a la secundaria.─Dije, agregando rápidamente.─Claro, si tienes tiempo.
─Sí, sí puedo. En serio espero que no estés usándome de chófer para tus escapadas─Negué reiteradas veces con los ojos entrecerrados, que falta de confianza.─Bueno, si no pretendes eso, después de Port Angeles vendrás conmigo a la Push a cenar.
Puse los ojos en blanco, eso lo podría aceptar sin algo a cambio.─Lo haré, pero si el lunes no llegas olvídate de esa cena, además te patearé donde no te llega el sol.─ Embry soltó una carcajada, articulando una afirmación, chocamos puños a modo de despedida, él arrancó su auto y después de unos segundos de verlo perdiéndose en la oscuridad, entré a la casa.
