Lo divertido de ser pecador

Malditos sean

Disclaimer: Los personajes de Marvel no me pertenecen, sino a Marvel Estudios, Disney y a Stan Lee. Este fanfic lo hice solo y únicamente como diversión.

Personajes: Dr. Strange/Tony Stark.

Aclaraciones y advertencia: mpreg, ira, Au, muerte de personajes.

Resumen: Tony, un humano y Stephen, un dragón, se aman y viven felices, pero, ¿todo será así para siempre?

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Malditos sean

Día 5: Ira

[Rugió furioso. La tierra tembló. Los animales a kilómetros huyen despavoridos, alejándose de aquello que ocasionaba tal efecto.

Lloró amargamente por lo que había perdido en tan sólo unas horas.

Iban a pagarlo].

En la cima de una majestuosa montaña solitaria vivía un gran dragón. Conoció a un pequeño y huérfano niño muchos inviernos atrás; contrario a lo que se creía él no debo al infante, sino que lo cuidó.

Con el tiempo ambos formaron un vínculo.

El niño se convirtió en hombre y el dragón le contó el mayor secreto de su raza, que guardaban con absolutos recelo: podían tomar forma humana.

El amor no tardó en llegar para ellos uniéndose como uno solo.

Tony, como se llamaba el humano, y Stephen (nombre otorgado por su pareja, por supuesto). Vivian felices en una cueva en la que no sólo había oro y joyas preciosas también contenía una infinidad de libros y toda clase de artefactos extraños el joven, que poseía una inteligencia prodigiosa. Entre los de su raza, él sería visto como un servidor de Satán y sería condenado a la hoguera, pero al lado del dragón, podía ser lo que quisiera.

Cuando Tony cumplió 18 años siendo ya todo un hombre; Stephen entró en un frenesí de sexo. Una semana después el dragón comenzó a actuar extraño. Armó lo que parecía ser un nido con ropa sucia de Tony, oro, joyas, algunas ramas y además rocas.

—¿Stephen? —el aludido se encontraba en su forma humana acomodando algunas prendas de Tony en el nido —¿Qué sucede?

El dragón no respondió. El humano decidió dejarlo por la paz, al menos por ahora.

Fue la mañana del siguiente día que Tony descubrió a Stephen, con su forma dragón, pero de un tamaño más pequeño que el colosal que en realidad tenía, acostado en su nido; entre sus patas delanteras había dos huevos de color rojo y amarillo sus dimensiones eran: 20 cm de largo, 12 cm de alto, y un ancho de 12 centímetros.

—¿Stephen? —dijo Tony aún sin saber cómo procesar lo que veía.

—Son nuestros —respondió el dragón.

...

Los huevos eclosionaron a mediados de otoño, cuando el calor era más intenso. Eran apenas unas diminutas lagartijas no más grandes que la palma de su padre humano.

Eran un macho y una hembra a quienes nombraron Peter, el primero y Morgan, la segunda. Las escapas del primogénito eran una mezcla de azul y rojo, mientras que, a menor, había heredado los colores de su madre: rojo y dorado.

—Tardarán tres inviernos antes de que puedan aprender a convertirse en humanos o siquiera hablar su idioma —dijo el dragón con voz suave, mientras Tony juguetea con sus hijos al lado de una fogata.