**SOLA**
—¡Sigue con vida!
—¿Cómo es que no ha muerto?
—¿Creen que dure dos días?
Cada voz era diferente a la anterior, sólo una era femenina, como la de una niña pequeña. El dolor punzante en mi cabeza apareció, pero eso no me impidió abrir los ojos y divisar un techo blanco, con un ventilador dando vueltas tan rápido que no ayudaba en mi mareo repentino.
Con cuidado apoye los codos sobre una superficie blanda debajo de mi cuerpo, olía a frutas, pero en especial a durazno. El olor me reconforto. Seguido me senté en la cama con la espalda encorvada, solté un suspiro pesado y me digne a buscar los dueños de esas voces que se silenciaron una vez me removí de la cama.
Lo primero que encontré fue un cuadro encima de una chimenea delante de la cama. El rostro de un hombre pertenecía a la pintura. Su postura era dominante e intimidante, la barbilla en alto con una ligera capa de barba en forma de candado le daba cierto atractivo al igual que su cabello largo, negro y lacio.
Aquellos ojos oscuros eran un mismo pozo sin profundidad, tan negros como la noche. Viendo su perfil, mostraba una mandíbula ancha y bien marcada. Las facciones eran duras como las de un militar, que junto a su ropa elegante, deducía un hombre de negocios, o alguien de alto rango. Una persona de élite.
—Es el dueño —dijo una dulce voz a mi lado izquierdo. Una niña de vestido color lila y un lazo rojo cerca del corazón. Ella sonrió con ternura acomodándose el rubio cabello. Posteriormente, con pasos tímidos se acerco al filo de la cama —. ¿Puedes levantarte?
Aunque se me hizo extraña la pregunta, asentí. Bajé los pies de la cama, iba a levantarme, pero en cambio el suelo me recibe de la peor manera. Me golpeó la pierna derecha con todo el peso encima, se me escapa un quejido apoyando las manos contra el piso, las mismas que amortiguaron para no hacerme quedar peor de lo que pasaba frente a la niña, con el rostro preocupado.
—Debe ser el tiempo, pero te recuperaras.
Hice otro intentó por ponerme de pie, sin embargo; regresé al suelo, sólo que esta vez, no dolió tanto como la anterior.
—¿Por qué no puedo levantarme? —inquirí, asustada y preocupada de pensar cosas negativas hacía ella.
—El tiempo, y porque duermes mucho —respondió entrelazando las manos. Se veía nerviosa, como buscando tema de conversación. Mas no salía nada de su boca. Cerca de preguntar algo ella se adelantó —. Llamaré a Sebastián, el sabe que hacer con… —titubeó apretándose los dedos—, con chicas.
No me dio tiempo para sacar mis preguntas, ella sólo se marchó lo más pronto posible. Entre tanto aventure la vista por la estancia. Parecía una sala y a la vez un cuarto. Contiene muebles cerca de la chimenea, de diferentes colores.
A mi izquierda donde la niña se fue, la luz se filtraba por las cortinas blancas, eran resplandecientes y más allá, un estantería pegada a la pared llena de libros con una alfombra blanca, afelpada.
«¿Dónde estoy?»
Apareció un chico pelirrojo, con pecas en sus mejillas y puente de la nariz junto a una sonrisa débil. Lucia unas prendas sencillas; camisa gris con unas letras en cursiva que decía: La muerte es vida. Y unos pantalones azul oscuro con los converse blancos.
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Sueño de los horrores
Mister / ThrillerRosaly Whitmer aparentemente tiene un vida normal, pero de pronto en un día de aire fresco detrás de su patio, aparece un chico con una gran sonrisa que la transportará a otro mundo. Uno donde parece estar sumergiéndose en pesadillas en vez de la re...