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La sensación de calidez y suavidad reconfortaba al curandero, el cual despertaba de un fantástico sueño en una cama fascinante, al estar algo soñoliento y con ganas de regresar a dormir se acomoda en la cama, feliz y perezoso, pero entonces recuerda la casería anteriormente vivida  saltando de la cama con advertencia y al fin en sus cinco sentidos, el curandero mira a su alrededor con atención para poder reconocer la gravedad del asunto y el lugar donde estaba, la cama pertenecía a una habitación, obviamente era el cuarto de alguien, y ese alguien no estaba.

Por lo visto el lugar se trataba de una cabaña en medio del bosque, "Un lindo lugar para vivir" Pensaba el rubio cuando al fin decidió levantarse a revisar el lugar, traía toda su ropa limpia puesta y sus zapatos se encontraban a lado de la cama acomodados, se los pone y con sigilo se sale de la habitación directo hacia la Sala.

La Sala compartía espacio con la cocina y el comedor, en ese lugar se encontraba una silueta humana dándole la espalda, pareciera que estaba haciendo algo en la cocina, ignorando lo demás.

Él al ver que era ignorado aprovecha salir lo más sigiloso que pueda, cruza la Sala sin levantar sospecha, se acerca a la puerta de la casa, toca la puerta de madera y cuando estuvo apuntó de abrirla nota algo, no tenía su bastón, inmediatamente voltea a ver el interior de lugar para visualizar la habitación en busca de lo que le quitaron, al hacer esto la figura que se encontraba en la cocina lo miraba fijamente.

Al mirar mejor a la persona recuerda que fue la última persona en ver antes de caer dormido, ese hermoso sujeto de piel blanca y ojos indescriptibles el cual por unos segundos había pensando que era un fantasma, con eso en mente basto para poner tenso y prevenido al curandero, por otra parte el Mago sólo lo mira con algo de gracia por su actitud de gato encerado.

—Hola, hice de comer ya que de seguro tienes hambre, puedes sentarte en la mesa—

El rubio no sabía cómo reaccionar, el sujeto se estaba comportando muy solidario algo que era muy preocupante, además de que no podía irse sin su bastón, resignado y aún con cautela se sienta en una de las sillas.

Ya sentado visualiza mejor el lugar, estaba rodeado de frascos y libros, los frascos contenían algunas cosas vivas otras muerta, polvos de múltiples colores, líquidos y por extraño que sea también tenía algunos sin nada adentro, pero él sabía que contenían algún gas peligroso, y los libros eran grueso y estaban llenos de garabatos irreconocibles para él, también parecían estar muy usados.

El propietario de ese lugar se dirige hasta el rubio con dos platos y vasos, deja uno en donde será su lugar y otro plato que parecía contener una sopa de verduras y un pan de trigo, en frente de él, al igual que un vaso con agua, después de acomodar las cosas el rizado se sienta a comer cómo si la escena fuera de lo más normal, pero el rubio se queda quieto, sin probar nada por el miedo que contuviera algo.

—¿No tienes hambre?. . . O cierto, ni siquiera sabes quien soy, cómo rayos vas a comer con un desconocido, disculpame por mi imprudencia, mi nombre es Sherlock Holmes y soy un Mago. . .  Ahora ya puedes comer—

—¿Dónde esta mi bastón y por qué me trajiste aquí?  Yo no te sirvo para nada, así que no hay razón para secuetrarme—

—Secuestrarte se escucha muy feo, mejor di "retención forzada"en realidad soy un amante del conocimiento y tú eres un espécimen muy valioso. . . Eres un hueco, eso te hace valioso, además el hecho de que hayas podido remplazar tú alma con la de alguien más es facinante—

Sherlock al decir esto lo hace con una genuina sonrisa, pero para el rubio esto fue una declaración de muerte, él asustado se levanta de su silla y se dirige nuevamente a la puerta, abre la puerta y sale lo más rápido del lugar, pero apenas dio tres pasos afuera automáticamente aparece en la Sala en donde aún se mantenía el otro Mago comiendo, al ver como volvió al mismo lugar repite la misma secuencia, corre, abre la puerta, sale, corre,  y regresa a la Sala, confundido repite la misma escena varias veces hasta que su cabeza comprendiera que no hay escapatoria quedándose parado en medio del lugar sin saber que hacer.

Erase una vez (Johnlock)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora