S T O R M

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El vacío inundaba cada rincón de aquella habitación solitaria; silencio, era todo lo que se podía sentir, el silencio embriagador que siempre la atormentaba, aquel desolador miedo que siempre tuvo, quedar en silencio.

Muchos pensaran que le gustaba, ya que siempre estuvo sola, su seriedad se podía sentir con una mirada.

Nadie sabia de aquel dolor punzante que le provocaba aquel estado en el que siempre se encontraba; siempre le hacia pensar en las cosas que paso para llegar a aquel lugar solo y triste; en los amigos que la dejaron, en los que perdió, muchas veces por culpa suya.

Un brindis dijo con una pequeña voz rota por todos aquellos que se fueron, por todos aquellos que murieron, por todos aquellos que no se pudieron quedar esbozo una sonrisa más parecida a una mueca de tristeza por que gracias a ellos ahora estoy aquí, bebiendo para olvidar lo horrible que puede ser la vida, por que ahora mismo me recuerdan lo feliz que fui, lo hermoso que es estar acompañada, y el horrible sentimiento de perder lo que ya tenías contado para toda la vida.

El rimen se esparcía por sus mejillas gracias a las lágrimas; un grito desgarrador escapo de su garganta, se sentía tan... Imponente; lanzó todo a su paso, rompió todo lo que pudo, aquel espacio que antes veía como su "hogar" ahora mismo se había vuelto como una  cárcel.

Sus promesas, las promesas que siempre se dijo, se habían esfumado en el viento; esas fotos donde era feliz fueron  quemadas, y el recuerdo de toda su vida fue bebido en un vaso de tequila. Ya era costumbre, beber, llorar como si la vida se le fuera en ello, tirarse en un rincón y ver las sombras que siempre la atormentaba; sentirse desfallecer.

Pero esa noche fue distinta; por que el cielo la acompañó en su dolor, los incesantes truenos de la estrepitosa tormenta resonaban en todo el cuarto.

Me has arrebatado la juventud, la felicidad, los amigos, ¿que más quieres? ¿Mi vida? ¡TOMALA! ¡VAMOs HIJO DE PUTA! ¡PUEDES TOMARLA, YO... Su voz era un hilo apenas audible yo ya no la quiero, puedes quedarte la.

Y fue así como siempre terminaba aquella tormenta, y no la que se asomaba en la ventana, si no la que siempre se desataba en su interior, aquella que llegaba como lluvia en julio, por que nadie sabia si iba a estar nublado o iba a salir el sol.

Y como aquel arco iris que viene después de la tormenta, entro aquel  chico, aquel al que ella nunca le hablaba, que en palabras silenciosas le daba apoyo; la recogió del suelo esquinado en el que se encontraba postrada, la cargo hasta llegar a su habitación y la recostó en la cama dejándola en los brazos de morfeo, por que el sabia que era el único lugar donde ella era feliz; y a pesar de que el se quedaba solo como una sombra en medio de la noche para aquella chica, el seguiría ahí, esperando a que la chica terminara dormida para poder acercarse a ella y ayudarla sabiendo el dolor que esta llevaba consigo

Al día siguiente como ya era costumbre, ella amanecía con un dolor de cabeza; sin saber como llego a su habitación, en el buró de al lado unas pastillas que sabrá dios quien las dejo, y su apartamento limpio, como si en la noche no hubiera pasado nada.

Como si la tormenta nunca hubiera existido.r

Como si todo fuera un mal sueño.

Como si ella no hubiera deseado nunca despertar

CUENTOS DE MADRUGADADonde viven las historias. Descúbrelo ahora