𝙒𝙤𝙣𝙙𝙚𝙧 [ 𝗦.𝗠 ] | 𝗖𝗢𝗥𝗥𝗜𝗚𝗜𝗘𝗡𝗗𝗢 𝗬 𝗘𝗗𝗜𝗧𝗔𝗡𝗗𝗢 |

[ 𝟬𝟮 ]

“Vampiro que se duerme...”

Una extraña sensación de pesadez y letargo me invade. Así es como se siente que el cuerpo de un vampiro haya cerrado sus ojos por un largo tiempo para quedarse completamente dormido.

¿Cómo he permitido semejante estupidez?

El mayor problema es estar relativamente consciente y no poder mover ni un maldito músculo. Percibes todo lo que te rodea, mas no puedes hacer nada más que eso. Percibir.
Se asemeja a una parálisis del sueño. Vaya metáfora.

Si eres un vampiro en mi mundo, jamás te atrevas a quedarte dormido. Vas a arrepentirte el resto de tu vida.

Yo ya lo estoy haciendo.

El sonido de unos tacones resuena a lo lejos indicándome que alguien está cerca. Hay una densa neblina a mi alrededor. No la veo, más bien la siento.

La dueña de esos tacones ejerce cierta fuerza mental sobre mí, haciendo que mi espina dorsal envíe señales de alerta a todo mi cuerpo adormecido. No las evado cuando su figura invade mi espacio, ejerciendo aún más cierto poder que me resulta conocido.

«Voy a hacer de sus vidas miserables.»

Abro los ojos escuchando su voz en un estado de bruma e inconsistencia. Mis labios sellados no emiten sonido alguno. Sigo tan malditamente entumecido. Mis ojos son los únicos en moverse desorbitados en todas direcciones, buscándola.

Parpadear me basta para entender que poco a poco, mi cuerpo comienza a relajarse y por ende, mover mis extremidades se me antoja demasiado.

Cabeza, cuello, hombros, brazos, manos. Espalda, pecho, abdomen. La sensación sigue hasta finalizar en los dedos de mis pies.

Levanto mis manos cubriéndome de la luz luminosa y molesta que me da de lleno. La claridad de la mañana me encuentra sentado en el suelo del solitario y oscuro pasillo que va al sótano. Rara vez se filtra luz solar a esta hora.

Maldigo por lo bajo.

Intento salir del estado de estupor y amago a levantarme, en vano. Un horrible y espantoso escalofrío recorre mi columna vertebral de arriba abajo.

Mi entorno se enfría de manera cruda y violenta mientras su figura femenina y amenazante ante mis narices sigue mirándome con malicia implícita, recorriendo mi rostro con avidez.

«Y la tuya también, hermanito.»

Su maldita voz.

Reparo en la puerta de hierro del sótano abierta y me pongo rígido y en alerta. Me asomo dentro del cuarto y mi hermana no está.

¿Se ha ido?
Imposible.

Salgo del sótano y corro escaleras arriba con los nervios a flor de piel. Ella no dejaría la casa sin que yo lo supiera.

Aaliyah me observa desde el final del pasillo, malhumorada y con una toalla secando su largo cabello mientras que otra la envuelve por completo.

Ahí estás.

Suelto un bufido negando con la cabeza. Cierro la puerta de mi habitación de mala gana. Camino hacia ella y paso a su lado sintiendo la tensión circular entre los dos debido a lo de la noche anterior.

La miro con mala cara.

—¿Qué? ¿Esperabas que no me soltara de ese sucio y asqueroso agujero en el que me has dejado pasar la noche? Eso no va a detenerme y lo sabes. Solo te he dejado verme débil —una sonrisa cínica surca sus facciones—. Dime una cosa. ¿Has disfrutado de tu sueño reparador?

Por una extraña razón estoy asqueado y no tengo ganas de discutirle. Me siento como un humano el cual despierta con el pie izquierdo habiendo tenido una muy mala noche.

Cuando era más inexperta y comenzaba a conocer nuestro mundo, rogaba por ayuda y no tenía las agallas suficientes para escaparse delante de las narices de papá. Ahora es distinto.

Me encojo de hombros y sigo mi camino hacia el cuarto de baño queriendo desconectarme de todo. Una ducha de agua caliente me viene perfecto.

La corriente de aire cambia abruptamente como si de una puerta abierta se tratase y el frío se cuela por mis huesos, provocándome dolorosos espasmos. Siento como algo o alguien se amolda a mi espalda justo detrás, rozándome, bajo el fregadero de la ducha.

—¿Pero qué mierda?

—Aún no termino de bañarme, ¿te molesta? Prefiero que ahorremos algo de agua —la sonrisita seria e inocente a la vez, juguetona y seductora de mi hermana me tiene más asqueado que antes.

No puede ser posible. La he visto con una toalla hace rato secando su cabello y ahora, una esponja llena de jabón nubla mi visión.

Los dos en un mismo baño, bajo la misma regadera de agua caliente no es como tengo en mente comenzar el día de hoy. Algo no encaja. Mis manos toman mecánicamente la esponja de entre sus dedos y ella se da la vuelta cubriendo su pequeño cuerpo con sus brazos. Como si no la hubiera visto desnuda ya. Parece divertirle y encontrar placer en donde yo no lo veo. No niego que el que te pasen una esponja en la espalda no sea lo más placentero en la vida, pero este no es mi trabajo. Es más, ¡no debo permitirlo!

—Joder, Aaliyah. Somos hermanos. Lo sabes, ¿no?

—¿Hmm? —murmura gustosa, más que nada se parece a un pequeño gemido que ha escapado involuntariamente de su garganta.

Trago saliva. Esto va a irse bien por el drenaje. ¿Qué carajo es todo esto?

»—Un poco más. Por ahí... —se mueve de tal manera que sus movimientos se acoplan no solo a la esponja sino también a mi pecho, pegándose a mí indiscretamente, queriendo intimidarme.

»—Oh. —Se arquea y me quedo de piedra.

Observo el contorno perfecto de su columna erguida hacia adelante y me veo en un puto problema. La muy maldita atrapa mi parte baja entre su trasero y vuelve a enderezarse, mostrándome orgullosa su cara de venganza y el jabón que seguramente ha dejado caer a propósito.

»—Te dije que voy a hacer de sus vidas miserables —su rostro cerca del mío. Devuelve la esponja a mis manos—. Y la tuya también, hermanito. Por querer reeducarme.

Se desvanece frente a mí como por arte de magia, en el aire, dejándome con un serio problema entre las piernas. Me veo completamente solo en el cuarto de baño aún bajo el agua caliente.

Qué ganas de fastidiarme con esa endemoniada habilidad suya.

Vampiro que se duerme, sirve para entretenimiento sin límites de cierta hermana masoquista.

En eso sí que nos parecemos.