Dos

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Dos.

El cerdo glaseado relucía sobre el caldo de cinco sabores. El aroma sedujo a Shen, pero él apartó su cuchara. La mesera sonreía y asentía en señal de aprobación mientras se alejaba. La grasa aún tenía que derretirse en el caldo. Sin duda alguna, la sopa de por sí ya era excelente, pero en un momento el sabor alcanzaría su apogeo. Paciencia.
Shen observaba con atención el interior de la Posada Acantilados Blancos. Era engañosamente sencillo y agreste. Los maestros ebanistas habían sido muy hábiles al remover la corteza del árbol y en dejar hojas solo donde fuera necesario.
La vela en la mesa de Shen titiló de forma errónea. Se escabulló de la mesa para tomar sus cuchillas, que estaban debajo de su abrigo.
''Tus estudiantes son tan silenciosos como una worax embarazada'', dijo.
Zed entró en la posada solo y vestido como un comerciante. Casi rozando a la mesera, se sentó a tres mesas de distancia. Cada partícula de Shen deseaba correr hacia su enemigo y vengar a su padre, pero ese no era el camino del crepúsculo. Se tranquilizó al percatarse de que era una distancia considerable... incluso si solo estuviera a la distancia de su dedo índice.
Shen volteó a ver a Zed esperando ver su sonrisa. En cambio, su rival suspiró. Su piel estaba pálida y unos oscuros pliegues colgaban bajo sus ojos.
''He esperado durante años'', dijo Shen.
''¿Calculé mal la distancia?'', preguntó Zed, con cansancio.
''Me acercaré y te atacaré, incluso si me cortan la cabeza'', continuó Shen, deslizando su pie hacia atrás y ladeándolo contra el piso. Zed se encontraba a diez pasos y a una mitad de dedo de distancia.
''Tu camino está más cerca del mío. Los ideales de tu padre eran débiles y Jonia ya no podía darse ese lujo'', dijo Zed. Se reclinó hacia atrás en su silla, manteniéndose justo fuera del alcance que Shen necesitaba para asestarle un golpe mortal. ''Sé que eso no es algo que puedo hacerte entender, pero te ofreceré una oportunidad para que te vengues''.
Shen se acercó unos centímetros hacia el borde de su silla. ''Yo no actúo por venganza, tú desafías el equilibrio. Y por ello, estás condenado''.
''El Demonio Dorado escapó'', dijo Zed con franqueza.
''Imposible'', respondió Shen sintiendo un vacío en el pecho.
''La victoria más grande de tu padre. Y ahora, nuevamente, su tonta misericordia manchó su legado''. Zed negó con la cabeza. ''Tú sabes lo que esa... cosa es capaz de hacer''. Luego se inclinó sobre la mesa, al alcance de Shen y con el cuello expuesto intencionalmente. ''Y tú sabes que solo nosotros dos podemos acercarnos lo suficiente para detenerlo''.
Shen recordó la primera vez que vio el cuerpo de alguien asesinado por el infame Khada Jhin. Su piel se erizó de tan solo pensarlo y sus dientes rechinaron. Solo su padre había sido lo suficientemente fuerte como para seguir creyendo que la justicia misericordiosa podía tener lugar.
Algo dentro de Shen cambió ese día y algo en Zed se rompió. Ahora, ese monstruo había vuelto.
Shen puso sus espadas sobre la mesa y miró el plato perfecto de sopa que estaba frente a él. Las gotas pequeñas y aceitosas de la grasa de cerdo relucían en la superficie, pero Shen ya no tenía apetito.

Khada Jhin - League of LegendsDonde viven las historias. Descúbrelo ahora