Capítulo 1-1

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Mario despertó súbitamente en las mazmorras de un castillo que, a todas luces, parecía ser el de Bowser.

No veía a Luigi por ninguna parte, y sus últimos recuerdos eran confusos.

Pero no por ello se inquietó ni se alborotó.

Para él, situaciones similares eran más que corrientes en su vida.

Todo el mundo sabe que está más que acostumbrado a tener toda clase de vivencias alocadas sin que ello le suponga ninguna huella o trauma que modifique mínimamente su jovial carácter.

Él era capaz de abordar una situación así con la misma serenidad que tendría un jugador al encender la consola, abrir el juego y descubrir que aquel era el primer nivel de una larga y divertida aventura que tenía por delante.

Por tanto, empezó a actuar como haría cualquier gamer en esa clase de situaciones: examinando el entorno y los recursos de los que disponía.

La mazmorra, a simple vista, no tenía ninguna salida visible; sus recursos, por otra parte, eran más que limitados, ya que le habían permitido conservar su uniforme de fontanero, pero no veía por ninguna parte su afamado martillo.

Sin embargo, lo desesperante de aquella situación tampoco podía estresar a alguien capaz de resolver todos los puzles que tantos quebraderos de cabeza nos dieron en Mario vs Donkey Kong.

Decidió usar el pensamiento lateral, buscar algún interruptor oculto, golpear cada metro cuadrado a fin de dar con el típico bloque invisible.

Nada de eso funcionó, y empezaba a estar cansado y sin ganas de pensar.

Fue entonces cuando una risita estridente pudo escucharse por megafonía.

Las puertas de la celda se abrieron, y se le permitió la salida al exterior.

La voz de la megafonía le indicaba que siguiese el pasillo; a decir verdad, no tenía muchas más opciones, puesto que no había otro camino disponible.

Aquella voz le resultaba familiar... pero para alguien que ha vencido a tantísimos antagonistas distintos, ¿le puede ser posible recordar qué voz pertenece a quién?

Difícilmente.

Prosiguió su camino hasta llegar a una gigantesca puerta de madera, que se abrió ante su sola presencia.

Entró entonces en una enorme sala que recordaba también bastante a una similar del castillo de Bowser.

Pero no era Bowser quien estaba allí... o, mejor dicho, no el único.

El rey Koopa estaba acompañado por un sinfín de sujetos más que conocidos para nuestros lectores.

La plantilla principal, habitual en cualquier Mario Kart, Party, Tennis o similares, estaba allí reunida al completo.

Luigi, Wario, Peach, Daisy, Waluigi, Bowsy, Donkey Kong y Diddy Kong; a ellos se les sumaban los menos conocidos Geno y Fawful, así como un Yoshi, un Goomba, un Toad, un Koopa Troopa.

Los lectores, al igual que yo, probablemente odien la presencia de personajes tan genéricos como estos cuatro últimos; creo por ello conveniente decir que el Yoshi era el mismo que colaboró con Mario en Super Mario 64 DS; a su vez, el Goomba era Goombario de Paper Mario; el Koopa, Koops de Paper Mario 2; en cuanto al Toad, no era otro que el mismísimo Maestro Kinopio.

Junto con Mario y Bowser, formaban un total de dieciséis.

Todos ellos habían llegado al lugar de una forma similar, nadie sabía cómo salir y ninguno parecía tener idea de qué hacían ahí.

Se escuchó entonces, de nuevo, la estridente voz que había guiado a Mario a través de megafonía.

El mensaje que les dio no podía ser más desconcertante.

—Si realmente queréis salir de aquí, ¡más os valdría asumir que tendréis que matar a alguien!

Danganronpa: Reino ChampiñónDonde viven las historias. Descúbrelo ahora