Mi nombre es... ¿Acaso importa? Bueno supongo que sí.
Mi nombre es Luke, hoy va a venir mi pequeña presa para poder tomar un tentempié... No, no soy un asesino ni mucho menos caníbal ni un estúpido vampiro que brilla al Sol.
Soy un chico normal, de 18 años, sólo que tengo unos gustos algo... ¿Tenebrosos? Sí, así lo definen quienes llegan a conocerme.
Llaman al timbre y abro la puerta, encontrando a un joven castaño de tez morena por haber estado en la playa, luce unos shorts rosa pastel y una camiseta blanca, un collar del mismo color que sus shorts y el cabello recogido en una pequeña cola, se ve tan sumiso... No puedo esperar ni un segundo más.~
-"Bienvenido pequeño, entra, pronto vendrán los demás."
-"Te dije que me llamaras Jake, no pequeño."-Infla los mofletes de una forma irritante, de verdad este niño grande (Tiene 20 años, aunque su aparencia mienta) es un masoquista...
De repente llega Henry, la presa de mi mejor amigo.
-"Tú, ¿Dónde coño está tu amo?"
-"N-no ha podido venir, por favor señor, n-no me pegue m-muy duro, él me dijo que usted podía utilizarme..."
Sin decir ninguna palabra los agarro a los dos del cabello, llevándonos al sótano, o mejor dicho... A mi mazmorra de juegos, el pardillo de Dave me puso demasiado nervioso al no venir, pero tener a dos sumisos sólo para mi... Dios esto será bueno...
Tumbo al pelirrosa, Leo, en la cama, mientras suelto a Jake para arrancarle la camiseta.
-"Awwww mira esos pequeños pezones rosados... Deberían ser rojos... ¿No crees Leo?"
El nombrado sólo asiente, con deseo en su mirada de ser él el que esté entre mis garras.
Sin más, de un cajón saco unas pinzas con aplique para collares, lo coloco en el collar de Jake y empiezo a apretarlas en sus pezones hasta que una pequeña lágrima sale de su ojo izquierdo.
-"Perfecto, ahora ponte de rodillas y chupamela."-Sonrio sádicamente mientras pongo un cojín a mis pies.
-"¿P-puedo hacerlo?"
-"¿Acaso no me oíste pedazo de idiota?"
Sin decir más, me desabrocha el cinturón, seguido por el pantalón, me lo baja al mismo tiempo que los boxers y empieza a lamer, preparando su pequeña boca, se la mete sorprendentemente entera.
-"Joder enano... Tú, Leo, traeme el látigo de siete colas y ponte a cuatro patas con tu trasero al alcance de mi mano."
La mirada de Leo cambia a una ilusionada y obedece, mientras una de mis manos está en la cabeza del pelicastaño, la otra está agarrando el látigo.
A cada jadeo que me produce uno, el otro se gana un azote, y así hasta que me arto.
-"Bien chicos... Id a la cama, os quiero bien abiertos, a los dos... Leo, a ti no te voy a follar, tú lo harás con un juguete ya que no eres mi sumiso, no veo moral hacerlo yo."
Los chicos obedecen, llevo un juguete para Leo y lubricante para los dos, tiro el juguete en medio y el menor de los dos me mira cómo suplicandome poder empezar, a lo que yo asiento.
Me pongo encima de Jake, ya con un condón puesto, lubrico mis dedos mientras oigo al pelirosa gimotear a nuestro lado, sin decirle nada, le quito las pinzas a mi presa y se las coloco al otro joven, éste las acepta con gusto, y me lo agradece gimiendo más alto, vuelvo a lubricar mis manos, ya que éste lubricante es algo especial, hace que la zona en la que haya sido aplicado vibre.
Sin más empiezo metiendo dos dedos, ignorando las lágrimas del pequeño debajo de mi, pues me suplica que siga.
Cuando está a punto de correrse, solo con mis dedos, introduzco mi miembro de una sola estocada y tapo el del contrario para que no se pueda correr.
Mientras le doy estocadas voy marcando su cuerpo, con mordiscos y chupetones.
En uno de esos mordiscos, empieza a sangrar levemente por el hombro, a lo cual actúo lamiendo la sangre, lo cual nos excita a los tres.
Leo ya se habia corrido una vez, pero al ver esa escena, su miembro retoma una erección y vuelve a masturbarse.
Noto la desesperación del mayor debajo mío por correrse, sólo doy un par de estocadas mas, saco mi miembro y retiro el condón.
-"Abre la boca..."
Empiezo a masturbarlo y cuando retiro mi mano para que se corra, aprovecho la cara que pone en pleno éxtasis y me corro en ella, lo traga todo y me agradece.Finalmente cada uno se va a su casa y yo me quedo fumando, y sonriendo sadicamente al recordad el sabor de su sangre en mi boca.