First

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Louis bostezó agotado luego de haber hablado por teléfono con su esposo. Había tenido una buena, jocosa y erótica charla con él, pero lamentablemente no pudo aceptar la propuesta de tener sexo por llamada. Tenía pendiente una traducción jurídica en su escritorio, y además estar en su despacho con las fotos de su hija presente no ayudaban.

De todas maneras, estaba más que claro que necesitaba a su hombre cerca. El pequeño castaño anhelaba escuchar su voz y sentirlo encima de él, amaba estar sometido ante tanta majestuosidad, masculinidad que poseía Thomas. Se sentía demasiado estresado y su única medicina era escuchar la voz de su esposo.

Tan pronto se percató de sus pensamientos, eliminó la imagen de Tom encima de él. No quería complicar más la situación. No quería excitarse y después remediar el problema solo. No, para nada. Se sentía agotado hasta para eso.

Se pasó una mano por todo el rostro, recomponiendose, y con mucho hastío retomó su lectura. No obstante, media hora después, bostezó de nuevo, agotado, al frotarse los ojos. No aguantaba. Estar horas y horas enfrente de un ordenador tampoco ayudaba. Estaba por gritar de desesperación pero los pasos silenciosos y sigilosos que su hija trataba hacer, se lo impidieron. Sonrió e hizo como si nada.

Resey entró silenciosamente dentro la majestuosa y pulcra biblioteca de su padre, y al verlo su expresión cambió: seguía como lo había dejado.

-¿Papá?- preguntó timida, desde la puerta, con los cachetitos sonrojados pues había bajado rápidamente desde el tercer piso después de la llamada con Chloé, no obstante al llegar cerca de la oficina de su padre había disminuido la velocidad.

Louis alzó la mirada hacia ella -¿Sí, cariño?- preguntó, sacándose sus lentes.

-¿Aun no terminas?- la ojiazul se adentró, encaminándose directamente en dirección de él. Se paró enfrente del escritorio y, sin pensarlo dos veces, se sentó en el asiento libre, enfrente de él.

Louis suspiró agotado, echando un vistazo a la pantalla -Todavía, aunque falta poco para culminar esta traducción. Mañana termino la otra.¿Por qué?- preguntó agotado, esperaba terminar rápido o al menos en las horas que se había establecido; quería pasar un rato con su hija, cocinar, jugar junto a ella. A veces su trabajo le impedía hacer muchas cosas, le quitaba mucho tiempo, y quien pagaba las consecuencias era ella. Por su ausencia.

-Oh- Resey hizo un pequeño puchero -¿Para cuándo es?

-¿Esta? Para el Lunes- respondió su padre, acomodándose de nuevo los lentes. Le empezaba arder la vista. Necesitaba sus gotas -Papá llega el Martes y necesito terminar hoy esto para poder ir a recogerlo.

-Oh, está bien, faltan tres días- afirmó pensativa Resey, llevándose una mano a la barbilla, rascándosela -Mh...- siguió pensativa.

Louis le sonrió gentilmente -Dime qué sucede, cariño.

Resey Tomlinson se sonrojó fuertemente pues su padre sabía que algo la perturbaba.

-Deja de pensar mucho. Dímelo.- le dijo cariñosamente él -Ya te he dicho que puedes confiar en mi, princesa.

Ella le sonrió agradecida -Está bien, viejo- hizo una pequeña pausa, sonriendo por lo último, jugó con sus piernas, balanceándolas -Quería preguntarte si podía salir a cabalgar un rato... Sólo un ratito- soltó Resey, mirando las puntas de sus calcetines amarillos. Recién se percataba de lo lindos y curiosos que eran.

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