Inexplicable

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Despues de un mes de la muerte de mi padre, pasé toda la noche llorando, pensé que no podría pasar otra cosa peor, pero si, pasó.

Volvieron a llamar al teléfono y ésta vez si logré atender a tiempo. Me llamaban para informarme que mi casa estaría en venta, trabajo vendiendo accesorios para el cabello y si les digo la verdad, no vendo mucho. Esto significa que voy a tener que ir con Karoline, mi mamá.

Tuve que llamarla después de que me notificaron esto, se notaba feliz cuando le dije que me tenia que mudar con ella en Italia, en dos o tres días ya estaría allá con ella. Comencé a empacar mis cosas y recordé aquél chico que vi en el parque al cual se le cambiaron el color de ojos de un segundo a otro, escalofríos vinieron a mi piel.

Mi casa estaba completamente sola, y no se escuchaba ni el sonido de los pájaros cantando. Lo que me hizo sentir indefensa y aterrada. Me coloqué mi ropa de invierno y salí de nuevo al parque.

Me senté sobre unos columpios llenos de nieve muy fría, y comencé a columpiarme.

El mismo chico de la otra vez estaba allí, detrás de unos arbustos, al parecer mirándome fijamente como si intentara penetrar mi mente. Se veía algo chistoso, me acerque a él y su ojos cambiaron a un celeste muy claro, después de haberlos tenido caramelo.

- ¿Puedo hacerte una pregunta? - Parecía como si estuviera inquieto por algo.

- Ya la estás haciendo, pero como soy muy amable, sí.

- ¿Por qué me estás mirando así? - rodé lo ojos enseguida.

- Porque miro las cosas extrañas de ésta manera. - Estaba apunto de darle una cachetada pero el paró mi mano. - Ni lo pienses.

Lo miré con disgusto, di una vuelta y me fui caminando. Unos pequeños pasos y él estaba a un lado de mí. Di un pequeño salto muy asustada y él me dijo:

- ¿Eres pelirroja natural?

- No. ¿Eres loco? ¿Como demonios hiciste eso? Tu estabas all... - No me dejó terminar, cuando cerré mis párpados por menos de un segundo él ya estaba donde antes mirandome con egocentridad.

Pensé rápidamente en salir corriendo y alejarme de él. Es un fenómeno, no pienso volver a este lugar jamás.

- Tus pensamientos acerca de mi no están bien. - Me susurró al oído

Grité lo más fuerte posible pero él tapó mi boca con su mano. Cuando dejé de gritar la soltó.

- Hasta luego, Ara. Nos vemos en Italia. - Se fue caminando como si nada hubiese pasado, después de decir esto. Yo quede allí muy sorprendida, por unos minutos. Mi madre me llamó a mi teléfono, y contesté enseguida.

x x x

Estaba acostada en mi cama pensando en que vería a el chico allá en Italia. Antes no quería ir, y ahora mucho menos. Karoline adelantó el vuelo y ese mismo día me iba a ir. Ya había empacado la noche anterior, y estaba casi lista.

Pasar un mes sin mi padre fue terrible, no tenía quien me diera los buenos días, me hiciera el desayuno o me hiciera bromas acerca de mi cabello rojo. No era lo mismo sin él, sonaré como una adolescente suicida, pero, lo necesito.

Fui a el aeropuerto, y el jet privado de Karoline estaba esperándome. Era color rosa. Si. Rosa. Cuando les diga que ella es rara, creanlo. Estuve todo el viaje comiendo fresas color rosa, con chocolate blanco y lunares rosa, en un asiento rosa, con un camarero con el uniforme rosa y un piloto con uniforme, igualmente, rosa.

Lo peor fue que, cuando llegué a casa de mi madre ella traía a uno de esos perritos en miniatura y se lo entregó al mayordomo para poder abrazarme.

Ella olía delicioso, pero utilizó demasiado perfume y maquillaje. Se veía bien, joven, no tanto pero si. Entre a la casa, que por suerte no era rosa.

- Meredith. - llamó a la sirvienta mi madre. - Lleva a Arabella a su habitación, muestrale lo que te dije. - Al final guiñó el ojo. Quedé asustada, mi mamá es tan extravagante, quizás que me hará hacer.

La señora la cual se hacia llamar Meredith me llevó hasta un cuarto completamente hermoso. El papel tapiz era de flores, todas de mi color favorito, y era muy femenino. La señora me guió hasta el guarda ropas, y me dio un traje envuelto en unas bolsas de channel. Era un hermoso vestido, supongo que mi madre quería que me lo pusiera, y lo hice. Me quedaba muy bien. Bajé y ahí estaba ella con una sonrisa muy grande, manoseandose con un hombre. Tosi un poco y ella me miró algo apenada.

- Sientete como en tu casa querida.

- Voy a... Salir. - Salí por la puerta principal sin decir algo más intentando borrar esa imagen en mi cabeza. Habían unas bicicletas fuera, salí a pasear sobre estas y pude visualizar una playa a lo lejos. Dejé la bici por allí y me acerqué al azul mar.

Me senté en la orilla dejando que el agua tocara un poco las puntas de mis pies.

Tocaron mi hombro bruscamente y volteé a ver quién era.

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