Capítulo 3: La libreta de los secretos.

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Narrador omnisciente:

El canto mañanero de las aves se escuchaba a través de la única ventana abierta del departamento a la que curiosamente cierta joven alcanzaba a oír removiéndose entre su lugar algo estrecho con incomodidad, más aún con un dolor tremendo dolor en su cabeza, comprendiendo que no se encontraba en una cama si no en un sillón.

—Argh, ¿por qué duele? —se dijo así misma frotándose la cabeza con un tono de voz distinto, como suele pasar cuando recién despiertas —¿Y por qué hay tanto escándalo? —se levantó muy a su pesar maldiciendo a las inocentes aves, se acercó a la ventana observando que se encontraba a la mitad de la nada, si esforzaba su vista apenas se podía notar los edificios de la ciudad, en realidad, se encontraba en un edificio casi alrededor de la nada.

"¡¿Tantos lugares y estas aves están aquí?!"

—¡Hola!

El saludo de su nuevo compañero cerca de su oído hizo que por instinto de la chica golpeara su mejilla a causa del susto que le dió, por un momento el mayor agradeció de su particularidad ya que solo había sentido unas inocentes cosquillas, sin embargo, la joven de cabello negro tenía una necesidad de hacer las cosas dos veces, más si se trata de golpear.

—No te acerques así nunca, ¿oíste? —amenazó señalando su estómago —¡Cielos!, casi te hacía cenizas —la chica suspiró aliviada pasando una mano por su cabello, repitió aquella acción unas tres veces, percatándose que su gorra no la tenía puesta como de costumbre.

—¡Tranquila!, la colgué a un lado de la puerta —señaló el más alto rápidamente al notar su desesperación y algo de humo sobresalir de su cuerpo —Mmpf, la gorra es un objeto importante... —murmuró anotando en una libreta con estampado de Sailor Moon, es pequeña y la compró apenas anoche cuando iba pasando por las últimas calles de la ciudad y al verla no dudó en comprarla aún sabiendo que lo acompañaba el peliverde, pues es un fanático de esa saga y gastaría hasta el último centavo para obtener su mercancía aunque fuese algo totalmente innecesario; los posibles métodos para tranquilizarla si es que llegase a enfadarse y no tener que noquearla cada vez que saque chispas —¡Espero y tengas hambre porque iremos a desayunar a un lugar con la mejor comida que probarás en tu vida! —guardó la libreta en un bolsillo de su traje de héroe, viendo los movimientos de su compañera que parecía no estar interesada en lo más mínimo por la comida.

—Dejé una mochila aquí.

Ella lo miró esta vez a los ojos, sospechando del héroe de haber tomado el dinero que contenía aquella mochila, lo examinó de arriba abajo con lentitud siendo cautelosa en sus movimientos intentando encontrar un gesto que delatara al gigante que tenía de compañero, para su desgracia el estaba tranquilo ante la mirada de desconfianza ya que se encontraba a distancia prudente y no podría atacarlo desde su sitio, eso lo hacía sentirse seguro.

—Se la llevó ese tarado, ¿no es así? —supuso pasando la mano sobre su rostro a lo que Fat Gum asintió energético —Debí suponerlo —negó con la cabeza.

—Solo es una mochila, no te—la chica alzó la voz interrumpiéndolo.

—¡Una mochila con mucho dinero, y sí, debo preocuparme!

Golpeó la pared con su puño dejando una pequeña, pero muy pequeña grieta sorprendiendo al mayor por la durabilidad de la pared a la vez que intentaba comprender los distintos cambios de humor repentinos.

"Bipolaridad."

Pensó, pero de inmediatamente la descartó ya que hasta el momento no ha presentado algunos trastornos de depresión, aunque tampoco debe pasar por alto esa opción, recordó cuando Nighteye le comentó sobre su problema de ira y, muy en el fondo el solo piensa que se trata de una chica tsundere, solo eso.

La Heroína Callejera [Fat Gum y tú]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora