v e i n t i c i n c o

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El ritual para romper el vínculo entre parejas destinadas era antiguo, confuso, incierto, pero sobre todo, doloroso. 

   Por desgracia requería de una clase de pacto de sangre en donde las dos partes recitaran frente al fuego sagrado, en noche de luna llena, el discurso de ruptura que consistía básicamente en las razones por las cuales ya no podían estar juntos. Después con una daga cortarían sus manos y las estrecharían al darse un último beso. Ese que marcaría el fin definitivo de su unión.

   Y a pesar de que sus ojos estaban cansados e irritados por la cantidad de lágrimas amargas que emanaban sin parar de ellos, Jaemin no podía dejar de buscar información sobre el tema. Manteniendo la esperanza de encontrar algún error en las instrucciones o algún indicio que revelara que nada de eso podía ser cierto.

   Pero lo era.

   Varias personas contando sus experiencias en un foro de internet se lo confirmaron. La mayoría de ellas estaban satisfechas con el resultado y alardeaban sobre la efectividad del proceso. No obstante, una pequeña minoría (una en donde Jaemin tristemente se encontraba) lo describían como la peor decisión que pudieron haber tomado en toda su vida.

   Y lo entendía, es decir ¿Quién en su sano juicio podría sentirse satisfecho con algo tan horrible? Jaemin no lo sabía y tampoco se creía capaz de entenderlo. Había crecido escuchando las historias más fantásticas de amor que trataban sobre como la pareja destinada era lo más sagrado que podía pasarle a cualquier lobo, pues representaba seguridad, paz y calidez.

   Lo que estaba leyendo entonces no tenía ningún sentido.

   ¿Renunciar al amor de su vida así sin más estaba bien? ¿Hacerlo no representaba acaso una falta grave hacia las leyes naturales que regían a los lobos desde hacía tantos años? Jaemin creía severamente que sí, pero ¿Qué más podía hacer? Con un alfa que no mostraba interés en mantenerlo en su vida, que se la pasaba evitando su unión y que negaba con devoción el vínculo que existía entre ellos, no podía mantener demasiadas esperanzas. No había mucho que pudiera hacer.

   Era enfermizo, incluso para un corazón tan lleno de comprensión como el suyo, aceptar que nada de lo que había escuchado durante tantos años sobre el amor, era cierto.

   ¿Amar era siempre así de doloroso?

   Porque por desgracia nada le garantizaba que rompiendo el vínculo entre ellos, las cosas volvieran a la normalidad. Jaemin sabía que ni siquiera haciendo algo tan extremo como eso aliviaría alguna de sus penas. Al contrario, terminaría por incrementar el dolor e incertidumbre que habitaba en su interior de solo pensar que Jeno ya no estaría en su vida.

   Su mejor amigo creía que la solución a sus problemas era olvidarse de él, enviándolo directo a la mierda por ser tan terco. Incluso su padre estaba de acuerdo con borrarlo de su vida porque claro, ¿Cómo no apoyar a Mark si era lo más cercano que tenía a un hermano? Todos parecían estar de acuerdo, pero, ¿y él? ¿Qué es lo que realmente quería?

   Y ahí es donde aparecía la misma pregunta, esa que tanto le robaba la paz.

   ¿Qué hacer?

   Sin saberlo pero con la firme intención de terminar de alguna manera con el dolor de su corazón, Jaemin decidió actuar. Estaba cansando de especular sobre el tema cuando la solución era más clara que el agua. Daría su último aliento en una guerra que parecía perdida pero que irónicamente, no quería perder.

   Así que, al día siguiente buscó a Jeno.

   Lo cual para empezar no fue nada sencillo, pues con la intención de evitar montar un escándalo en el instituto y con ello enterar a Mark de sus planes, tuvo que sobornar a varios de sus compañeros de clase para que le dijeran en donde vivía. Que Jeno no hablara con nadie supuso una gran complicación, pero al parecer cincuenta billetes y dos raciones de galletas de chocolate fueron suficiente incentivo para que alguien tuviera el valor suficiente de seguirlo a su casa.

I wanna be ❝NoMin❞Donde viven las historias. Descúbrelo ahora