Prólogo

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-¿Cuánto queda?- Pregunta por décima vez la pesada de mi hermana.

-Malia, lo acabas de preguntar hace 5 minutos - Me mira mal y vuelve a dirigir toda su atención a su móvil, seguro que esta cotilleando twitter. Malia tiene un año y medio menos que yo, por lo que acaba de cumplir sus 17, es completamente el desastre en persona, esta loca como una cabra y a cabezota no la gana nadie.

-Joder ¿Queda mucho?- Vuelve a repetir, esta vez decido ignorarla, aunque es verdad que el trayecto de vuelta a casa se esta haciendo demasiado largo y aburrido. Me apoyo en el cristal de la ventanilla del coche, acomodándome en el pequeño asiento. Me pongo mis cascos y contempló el paisaje a través de la ventana. Ya se acaban mis vacaciones, se acaban las fiestas, los día soleados, las noches en vela, los día de playa...pero llega el otoño, que siempre ha sido mi estación favorita. Es el momento en el que todo estalla con su belleza, como si la naturaleza hubiera estado ahorrando todo el año para el gran final. El aire es fresco, las hojas llevan muchos colores. Es melancólico, pero también muy bonito, porque todo se vuelve col....¡qué dominios! ¡Por qué me encanta saltar en los montones de hojas secas!

Siento un tirón en uno de los auriculares, que me hace salir de mis pensamientos.

-¿Que haces? - Malia me mira con desprecio y no entiendo el porque, seguro que esta en sus días, por eso esta así de insoportable, aunque insoportable está siempre.

-¡¡Que llevo un rato hablándote y me estas ignorando!!- Pone cara de indignación con la que no puedo evitar reírme de ella. Sus caras raras siempre hacen que me descojone de ella y alfinal siempre se acaba enfadado.
Estaba apunto de decirme algo cuando el coche se estaciona en frente de la gran puerta del garaje de casa.

-Ya llegamos- Habla la dulce voz de mi madre - y ahora tengo que hablar con vosotras seriamente- Al decir eso mi hermana y yo nos miramos con preocupación. No recuerdo que hayamos hecho nada malo. Salgo del coche y me paro frente a mi madre.

-No seas impaciente que ahora te enterarás- Intento buscar respuesta en sus ojos. Puede que no sea nada malo y simplemente quiera asustarnos.

-Venga, mamá dínoslo- y ahí va la pesada, nunca le digáis a Malia algo que sabéis porque no parará hasta que acabes soltandolo.

-Anda tomad vuestras maletas y entrar a dentro- Contesta mi madre con un semblante serio, mientras va sacando las maletas y bolsas del maletero. Por una parte no me preocupa y se que no puede ser nada malo pero su expresión dice todo lo contrario

Subo a mi habitación y desago mis maletas una vez dejo todo relativamente ordenado salgo de mi habitación para ir a ver a la loca que tengo como hermana, la cual tiene un caos en la habitación.
Las maletas están abiertas en el suelo con toda la ropa revuelta hecha una bola, los zapatos esparcidos por toda la habitación y bueno como me ponga a describir el desorden de su habitación no acabaría nunca.

-Necesitas ayuda- La propongo con buena intención y como respuesta me tira a su oso de peluche, eso significa que no esta de muy buen humor -Vale, vale con un simple no hubiera sido suficiente- Recogo el peluche y me dirijo a ver a mi madre. La encuentro doblando ropa y metiendola en el armario. Mi madre siempre ha sido una mujer muy alegre, divertida y muy dedicada a su familia y trabajo, pero desde que paso eso, todo su mundo dio un giro de 360°, ha dejado de salir los viernes con sus amigas ya no hace las típicas bromas que solía hacer, solo tiene ganas de quedarse en casa. Admiro muchísimo lo que hace porque desde entonces hace todo lo posible por sacarnos Malia y a mi adelante, sin importarle tener que trabajar toda la noche.

-Mamá estas bien- La miró a los ojos y noto ese brillo apagado y esa sonrisa falsa que me da para que no me preocupe.

-Claro y ahora estais preparadas para la noticia- Me giro y mi hermana se encuentra en el marco de la puerta contemplado la situación. Aunque ella disimule que no sabe nada de lo que realmente pasa en casa, se perfectamente que sabe hasta mucho más que yo.

-Si, si, si, venga di mama- Se acerca corriendo y saltando en la cama.

-Os he alquilado un piso, que Compartiréis con tres personas más- Dice e inmediatamente me empiezo a preocupar, solo hace dos meses que más o menos va sobreyebando la ida de mi padre y dejarla ahora sola no me parece una buena idea aunque en el fondo estoy deseando irme.

Mi CompañeroDonde viven las historias. Descúbrelo ahora