Desconocido a la media Noche

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Shinichi abrió sus ojos únicamente para ver un gran y extenso color blanco por encima de él, se sentía mareado y le punzaba la cabeza por todos lados. Había una enorme presión sobre su pecho y un vacío en su estómago, su cabeza tardó un poco en darse cuenta de que se encontraba recostado en una cama apenas cubierto por una delgada sábana blanca. Trato de no moverse ni pensar mientras que se acostumbraba al dolor lo suficiente para que fuera soportable, aunque la urgencia de saber en dónde estaba incrementaba lentamente. Volteo su cabeza a la derecha, no vio mucho más que una pared blanca, una pequeña mesa con ramos de flores y un vaso, habían tres bancos de metal y un sillón rojo pequeño colocados hasta al fondo de la sala. Además de una puerta de madera completamente cerrada.

Volvió a girar su cabeza, esta vez hacia la izquierda, a un lado de él había un triple con diferentes bolsas de lo que parecía suero y sangre conectadas a su muñeca, detrás había una máquina que mostraba signos vitales y sonaba a cada segundo; justo hasta atrás se encontraba un mueble de metal con cada cajón cerrado y junto a él, una ventana de donde entraban unos pocos rayos de luz llenando la habitación de color.

Justo cuando su cabeza aun juntaba las pistas de lo que estaba sucediendo, escucho la puerta abrirse, giró la cabeza y observó a una mujer vestida de azul en la puerta, cuando ella lo vio sus ojos se agrandaron enormemente, tiro la tabla de madera que traía en su mano izquierda y salió corriendo de ahí. Eso confundió aún más a Shinichi, la situación no parecía tener sentido, no pasó más de medio minuto cuando por la entrada aparecieron tres personas.

Ran, su mejor amiga, fue la primera en entrar a la sala, las lágrimas en sus ojos azules le revolvían el estómago casi tanto como que se acercará corriendo hacia él, hincándose justo a su lado y mirándolo como si fuera imposible que estuviera frente a ella, con cada segundo que pasaba más y más lágrimas salían de sus ojos mientras que sus labios temblaban- E-estás vivo, -Su voz se rompía y no parecía creerlo ni ella, colocó cada una de sus manos a ambos lados de su cabeza, y una sonrisa pequeña y débil surco su rostro- D-de verdad lo estás. -dijo finalmente dejando caer su cabeza justo aun lado de su pecho, Shinichi podía escuchar sus sollozos. Odiaba oírla llorar y de verdad quería que se detuviera, pero ¿por qué estaba llorando?

La cabeza de Shinichi daba vueltas -se sentía tan confundido- cuando subió su mirada pudo ver a sus padres, su madre envuelta entre los brazos de su padre, con lágrimas cayendo por ambos lados de su rostro y tratando de controlar los sollozos que salían de su boca cubriéndola con su mano, su padre se veía completamente aliviado, pero sus pupilas temblaban al igual que sus manos. Por la puerta entró otro hombre en bata junto a la misma mujer de antes, se acercó al lado contrario de él, se puso un estetoscopio y comenzó a escuchar el pecho de Shinichi- Hola, soy el doctor Takinawa ¿Puedes decirme en dónde estás? -le preguntó mientras se quitaba el estetoscopio, sacaba una linterna de su bolsillo y la apuntaba hacia sus ojos. Shinichi trató de pensar en sus palabras, pero la cabeza le dolía tanto como para tratar de responder, así que negó lentamente-. Estás en el hospital, ¿puedes decirme si te duele algo? ¿Cómo te sientes? -le preguntó, pero Shinichi no entendía ¿En el hospital? Volteó a todos lados, observando a su familia. ¿Qué estaba pasando aquí?

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Pasaron horas desde entonces y para este punto Shinichi ya sabía un poco más sobre su situación, aunque por supuesto que aún le faltaba mucha información sobre lo que le sucedía. Ahora ya era de noche y había pasado más de una hora desde que había visto a la última enfermera. El olor a analgésicos y el molesto sonido de la máquina de signos vitales era lo único que lo acompañaba. Para este punto ya no trataba de moverse, cuando lo intento hace horas, el dolor había sido tan insoportable que no pensaba volver a hacerlo.

Luz de lunaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora