Los ojos miel del castaño miraron todo el aula del grupo B, buscando la cabellera negra de Noah con detenimiento. Se sobresaltó cuando una mano se posó sobre su hombro, obligándose a girar de manera casi brusca para encontrarse así con los ojos verdes del anteriormente mencionado.
-Yo, bro. -dijo con una sonrisa amplia el de pupilas verdosas.
Jude llevó una mano a su pecho, comprobándo que sus latidos iban regulándose antes de hablar.
-Noah, idiota. -gruñó al notar como los dedos de su contrario toqueteaban las puntas rubias de sus cabellos.
Movió la cabeza casi bruscamente para después girar sobre sus talones y comenzar a caminar. El de pelo azabache se sorprendió y no tardó más de cinco segundos en comenzar a caminar también, siguiéndolo apresuradamente hasta llegar a ponerse a su lado.
-¿Qué tal con Scott? -preguntó el chico de pecas esparcidas por la nariz.
-¿Jeremy? Bien. -Jude se encogió de hombros al responder.- El sábado fuimos juntos a ver una película.
-Oh no ¿¡Fuiste a ver algo de Marvel con alguien que no era yo!? -exageró su tono dolido, llevándose una mano al pecho. Jude golpeó su brazo.
-No, no te preocupes. -rodó sus ojos con una pequeña sonrisa.- Vimos «A 47 metros 2».
-Ah, la del tiburón... ¿Y moló? -vio como su amigo asentía sin dejar de sonreír.
Fue ahí cuando la conversación tomo otro rumbo. Realmente, a Noah no le importaba que Jude fuera gay, sabía que únicamente se veían como mejores amigos. A demás, Noah amaba cotillear con el más blanco sobre todo, y sus novios entraban en ese "todo". Pero había algo que odiaba, y no algo completamente relacionado con Jude. Odiaba que la gran mayoría de sus parejas anteriores lo dejaran por miedo al qué dirían o porque ya no les interesaba, porque solo era una experiencia. Odiaba tener que reconfortar a Jude por cada imbécil que se le acercaba, por eso se aseguraría de que aquel tal Jeremy se arrepintiera de cualquier mala acción hacia su mejor amigo.
-¿Noah? -la voz del castaño logró sacar de sus pensamientos al chico de su misma altura, quien lo miró con una sonrisa tonta.- Te has quedado empanado.
-¿Sí? Perdón, me he puesto a pensar en Alexandra y me he despistado, ¿Qué decías?
-Ya tengo «ARMS», y te preguntaba si querías venir a mi casa a jugarlo el viernes.
Asintió despacio, mirando hacia el frente en silencio y deteniéndose una vez llegaron a la parada de la esquina, el lugar en donde se encontraban por las mañanas, y se separaban en el regreso a casa. El de ojos verdes miró a su contrario y sonrió, alargando las manos y apresando sus mejillas, pellizcando estas y dejándoles suaves marcas rojizas de sus dedos.
-¡Oye, imbécil! ¡Que eso duele! -gritó Jude, llevando las manos a sus mejillas y sobando estás cuidadosamente.
Noah solo se dedicó a reír, siendo levemente empujado cuando el semáforo que le daba vía libre para ir a su casa se puso en verde.
-Me voy, hablamos luego ¡Y por cierto! Deja de dejarme en visto, ¿Quieres? Que son cosas importantes.
-Uy sí, Noah, es tan importante que me digas que tienes diarrea. -dijo en un obvio tono sarcástico mientras rodaba los ojos.
El castaño colocó las manos en las asas de su mochila, despidiéndose con la cabeza cuando el de ojos verdes cruzó el paso de peatones. Giró sobre su eje y comenzó a caminar rumbo a su casa, encontrándose con esta completamente vacía nada más entrar.
Suspiró y dejó la mochila en el suelo de la entrada, quitándose las deportivas y poniéndose las zapatillas de ir por casa antes de arrastrar sus pies hasta llegar a la cocina. Miró en la nevera, encontrándose ahí con una nota de su padre.
«Papi ha salido a ver a la abuelita.
Sé un buen niño y come el plato de espaguetis que he dejado en la nevera.Te quiero bebé <3»
Suspiró, no evitando sonreír levemente antes de arrancar la nota con cuidado y dejarla sobre la encimera. Así como le dijo su padre, nada más abrir la nevera encontró el plato de espaguetis. Lo metió en el microondas y fue a arreglar sus cosas mientras que la comida se calentaba. Si bien su padre no siempre podía comer con él, al menos se preocupaba porque comiera, y porque supiera donde estaba. Aún recordaba las cosas con su madre, nunca fueron tan bonitas, y tampoco hechas con tanto cariño.
El pitido del microondas lo sacó de sus pensamientos, cosa que internamente agradeció. Se sentó a comer en silencio, aunque claramente no lo hizo solo. Sacó su móvil y comenzó a escribirle a Noah con la seguridad de que este contestaría de inmediato, pues en su casa se sentaban a comer a las tres de la tarde, que era cuando la hermanita de Noah salía de clases todos los días menos los miércoles y los viernes.
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•Yo, Bro!•
Teen Fiction🍂;Jude, siempre que lloraba, iba a reconfortarse entre los brazos de Noah, su amigo heterosexual.