Chapter III

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Virginia Mazzello salió de la cocina en cuanto oyó a Joe entrar por la puerta. A pesar de llevar un mandil y un rodillo de amasar en la mano, era la antítesis de «la mujer del granjero». Su madre era una mujer atractiva, siempre bien arreglada y sin un pelo fuera de su sitio.

-¡Mira qué pinta tienes, Joe!-exclamó-¡Estás lleno de barro! Y el pelo... seguro que has estado en la granja Meddows.

Como siempre, su madre lo hacía sentir como un niño exasperante.
Joe intentaba no enfadarse, pero a veces era difícil recordar que tenía treinta y cinco años y no catorce.

-He ido a ver a Ben.

-La verdad, yo no sé de qué pueden hablar Ben y tú -suspiró Virginia.

¿Qué diría si supiera que habían estado hablando de matrimonio?

Joe observó a su madre tomar la chaqueta que había tirado sobre la silla y colocarla en el perchero.

-Bueno, ya sabes, de nuestras cosas...

-¿Se puede saber dónde te has metido? ¡Tienes la chaqueta llena de pelos!

-Será del Land Rover. Me ha traído Ben.

Una vez olvidada la absurda idea del matrimonio, habían estado hablando
de otras cosas. Ben no había intentado hacerlo cambiar de opinión y Joe se
alegró. Porque había estado peligrosamente cerca de decir que sí y, aunque sabía que había tomado la decisión correcta, tenía la impresión de que si hubiera insistido un poco habría terminado por aceptar su oferta.De modo que todo era como antes. O casi. Joe había notado cierta tensión en el interior del Land Rover mientras lo llevaba a casa.

-Entonces, quizá nos veremos en Navidad -se había despedido Ben.

No le había pedido que reconsiderase su oferta. Nada, ni una palabra más.De modo que ya estaba.

-Me alegro de que no te haya dejado venir solo -suspiró Virginia-. Al menos Ben es sensato.

Ben siempre había sido sensato. Y por eso era más asombroso que se le hubiera ocurrido la idea de casarse con él.

-Ni siquiera son las siete,mamá-protestó Joe, siguiendo a su madre hasta la cocina mientras intentaba quitarse de la cabeza tan extraña proposición.

La cocina de la granja Deacon no podía ser más diferente de la de Ben. En lugar de sillones cómodos y estufas de leña, había superficies de acero y
modernos electrodomésticos que Virginia había instalado cuando abrió su negocio de comidas caseras. Pero el negocio se había ampliado y sus padres tuvieron que construir una cocina industrial anexa a la casa,donde su madre controlaba a cinco mujeres del pueblo con la despiadada eficiencia de una licenciada en Harvard. El más claro ejemplo de la mano de hierro en el guante de seda.

-¿Qué tal está Ben, por cierto?-preguntó Virginia entonces-. Supongo que las cosas no serán fáciles sin Molly.

-Sí, bueno, se las arregla.

-Tiene que buscar una esposa -suspiró su madre, mientras pasaba el rodillo por un rectángulo de masa pastelera.

Tan ocupada estaba que no se percató de que Joe había dado un respingo.

¿Qué era aquello, una conspiración?

-He oído que Emily se ha ido a York-siguió Virginia, antes de que Joe pudiera decir nada-. Ya sabía yo que eso no duraría mucho.

-¡Pero si apenas la conocías!-respondió Joe.

-No tenía que conocerla. Sólo había que mirarla. Yo podría haberle dicho a Ben que estaba perdiendo el tiempo.Una chica de ciudad como Emily no era para él. Ben necesita a alguien que lo ayude en la granja. Tiene unas tierras muy buenas y podría hacer mucho más con ellas.

Somebody to love[Hardzello]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora