Alejandra Pizarnik.

6 2 0
                                    

Alejandra Pizarnik es una de las voces más representativas de la generación de los años sesenta y es considerada como una de las poetas surrealistas más importantes de Argentina.

El existencialismo, la libertad, la filosofía y la poesía fueron los tópicos de lectura favoritos de la poeta, al igual que el surrealismo; afición por la cuál se le ha llegado ha considerar entre los poetas malditos (término que se les da a los artistas al ser incomprendidos por sus contemporáneos no logrando triunfar en su vida).

La crítica menciona que la fusión entre vida y poesía de Pizarnik alentó las crisis depresivas y los problemas de ansiedad que poseía.

Un hecho que marcó su vida fue la muerte de su padre el 18 de enero de 1967. Desde este momento, las entradas de sus Diarios se volvieron más sombrías: “Muerte interminable, olvido del lenguaje y pérdida de imágenes. Cómo me gustaría estar lejos de la locura y la muerte (…) La muerte de mi padre hizo mi muerte más real”.

Fue en 1968 cuando su adicción a las pastillas se intensificó, y después de regresar de un frustrado viaje a París donde buscaba un lugar al cual pertenecer cuando empezó con una clausura progresiva que culminó con su primer intento de suicidio en 1970.
El 25 de septiembre de 1972, a los 36 años, se quitó la vida ingiriendo 50 pastillas de seconal (medicamento sintomático para la ansiedad y angustia) durante un fin de semana en el cual había salido con permiso del hospital psiquiátrico de Buenos Aires; hospital donde se hallaba internada a consecuencia de su cuadro depresivo y tras dos intentos de suicidio.

En el pizarrón de su recámara se encontraron los últimos versos de la poeta:

"No quiero ir
nada más
que hasta el fondo"

Algunos de sus poemas:

Despedida
Mata su luz un fuego abandonado.
Sube su canto un pájaro enamorado.
Tantas criaturas ávidas en mi silencio
y esta pequeña lluvia que me acompaña.

Madrugada
Desnudo soñando una noche solar.
He yacido días animales.
El viento y la lluvia me borraron
como a un fuego, como a un poema
escrito en un muro.

El miedo
En el eco de mis muertes
aún hay miedo.
¿Sabes tú del miedo?
Sé del miedo cuando digo mi nombre.
Es el miedo,
el miedo con sombrero negro
escondiendo ratas en mi sangre,
o el miedo con labio muertos
bebiendo mis deseos.
Sí. En el eco de mis muertes
aún hay miedo.

Suicide SeasonDonde viven las historias. Descúbrelo ahora