Me habían traído al cuarto con cosas extrañas y me habían comentado que lo que se encontraba sobre ese monstruo café eras camas, me habían dado la de abajo aunque yo había exigido la de arriba, me convencieron diciéndome que tal vez después me podría cambiar.
En cuanto me senté sobre esa cosa esponjosa la disfrute, no quería volverme a levantar, hasta que llegó otro tiempo de comida y me dió un motivo para dejar aquel bonito lugar.
Hicimos lo mismo que en la ocasión pasada, nos formamos y llegamos al lugar de comida, la chica que me había hablado antes me miró y sus ojos se iluminaron.
-¡Qué bien!, te quedaste- la chica sonrió
-Un poco- dije mientras me encogía de hombros
-Genial, ¿en qué cuarto estás?
-No sé.
- ¿Viste el número en la puerta?
- ¿Número?
-Oh, olvidalo, ya lo descubriré.
-¿Para?
-Para pasarte a ver- me encogí de hombros y me fui a sentar.
Se repitió la misma situación extraña que en la primera comida y después de eso pudimos tomar los alimentos.
Después de comer me entregaron un objeto que tenía que meter a mi boca, al cual me negué, de ahí me llevaron de vuelta al cuarto con las camas, una vez todos se acostaron la luz se fue.
Me mantuve un tiempo dando vueltas de un lado a otro en la cosa esponjada, aunque era muy agradable estar en la cama, no era a lo que estaba acostumbrada. Sentía la necesidad de ver el cielo estrellado y me mataba la idea de pensar cómo se vería desde el lugar en el que había estado esa misma tarde, decidí que tendría que ir o nunca podría dormir. Me levanté silenciosamente de la cama y me dirigí al lugar haciendo uso de mi memoria, la cual me engañó en algunas ocasiones, pero, después de algunas cuantas vueltas, me encontré en el lugar que deseaba, la puerta estaba sin seguro, por lo que sólo la deslice y pude sentir la brisa del exterior, respire hondo y di un paso hacia adelante. Me pasé un poco por el lugar y acaricie las plantas que se encontraban a mi alrededor, nunca había visto tantas plantas juntas y de esa belleza, me recosté sobre un piso verde y húmedo, donde me encontraba rodeada de flores y desde ahí me dediqué a ver el cielo.
Las estrellas brillaban y me hacían creer que habían sido hechas para mí, su danza estaba dedicada para mí, mi presencia las alegraba y para ellas era suficiente con que las mirara.
-Cuando veo tus cielos, obra de tus dedos, la luna y las estrellas que tú formaste, digo: ¿Qué es el hombre, para que tengas de él memoria, y el hijo del hombre, para que lo visites?- esa voz me sobresaltó, de inmediato me levanté.
-Yo solo...
-No podías dormir ¿eh?- negué -Yo tampoco
Seguido de eso se sentó sobre el piso verde, yo miré hacia la puerta, estaba cerrada y no podía ver a nadie más.
-Está bien, puedo guardar tu secreto si tu guardas el mío.
-¿Secreto?
-Sí, algo que solo tu sabes y que no le quisieras decir a nadie más.
-¿Qué secreto?- me miró
-Que te vienes escapando de tu cuarto
-¿Escapando?, ¿Si me estuviera escapando sabría exactamente a dónde iba?
-¿Te dijeron que tenías que dar tantas vueltas?, en ese caso tengo que hablar con Kimi.
-¿Tantas vueltas?, tal vez estaba tratando de que no me siguieran.
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Yelmo
Teen Fiction"¿Qué tan bueno es hacer lo que uno desea, sin límites y sin reglas?" Sin límites y sin reglas así es como se rige la vida, cualquiera podría pensar que la vida sería un festival lleno de alegría y diversión, pero no se le asemeja en lo absoluto a a...