Una cálida noche

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Una cálida noche

Pasado ya un buen rato de besos y caricias, sus cuerpos se revolvían entre las almohadas y cobertores puestos frente a la chimenea. Sus labios pronto se sintieron insuficientes a su deseo y ahora sus lenguas habían entrado en el juego, deslizándose lentamente junto con la del otro. Sus voces quedaron reducidas a leves jadeos cada que se separaban para mirarse y tomar aire, manteniendo unidas sus bocas por unos pocos e imperceptibles hilos de saliva.

El pene de Spike pulsaba restregándose en el bajo vientre de Applejack, quien sabía de sobra cuán excitada estaba. Las garras de Spike se paseaban por todo su cuerpo, acariciando con delicadeza y punzando con un poco de fuerza sobre su piel y su cabello, sintiendo cada roce como delicadas puntas ardientes marcándola. Ella abría sus piernas, ansiosa, dejándole saberse bienvenido, pero sin atreverse a romper el contacto de sus labios para pedir que la hiciera suya.

Spike ansiaba por comenzar, pero no estaba seguro de cómo proceder. Jamás había llegado tan lejos en una situación así. Es más, nunca había estado en una situación parecida; el momento había llegado, entonces se apartó de ella y mirándola a los ojos bajó la mano hacia su falo para tratar de metérselo cuanto antes, olvidándose de toda vergüenza. Tan solo rosando la húmeda intimidad de Applejack sintió recorrerle un escalofrío por la espina dorsal. La sensación se intensificó al introducirlo por completo; el cálido interior de Applejack abrazando su miembro le hizo temblar las piernas cuando ella soltó un gemido bajo.

Para ella, la expresión tan dulce e incluso inocente de Spike no hizo sino llenarla de ternura. De un momento a otro, las garras de su compañero apretaron sus flancos para comenzar a impulsarse, y sentir el miembro de Spike palpitando dentro de ella fue una experiencia tan nueva y apabullante. Un ensueño que en ninguna de sus fantasías hubiera podido siquiera imaginar, pues estaba redescubriéndolo; el profundo esmeralda de sus ojos había cambiado, ya no había rastro de inocencia en él, y por un segundo pudo ver cómo se pasaba la lengua por los labios y los colmillos.

Las mejillas de ambos estaban rojizas, sus pechos subían a la par, Spike se atrevió a mirarla a los ojos. Aquella yegua que había sido una de sus grandes amigas se había convertido en su pareja y le arrebató su inocencia en la misma noche. Applejack le pasó los brazos por detrás del cuello y lo atrajo hacia ella para besarlo mientras él comenzaba a moverse con cierta torpeza y lentitud, tratando de resistir las placenteras sensaciones que le sacudían hasta el último de sus sentidos cada vez que la penetraba. Todo se juntaba en perfecta armonía; desde sus cuerpos moviéndose y juntándose, hasta sus voces convertidas en gemidos, jadeos y suspiros aderezados con profundos besos.

Ninguno de los dos se había dado cuenta de los cohibidos que estaban todavía, pero Applejack no pudo resistirlo y comenzó a subir la voz cuando Spike comenzó a moverse rápido de un segundo a otro. Sus gemidos eran como música para él, que se impulsó a ir con más pasión y adrenalina, sin medir sus acciones y apresurando su orgasmo hasta que fue demasiado placer para aguantarlo. Comenzó a inundar la lúbrica intimidad de Applejack con potentes descargas de semen que lo dejaron casi desfallecido encima de ella. Poco a poco se fueron juntando hasta que Spike escondió la cara en el cuello de Applejack con un poco de vergüenza, pero sintiéndose enervado de aquella sensación que jamás había experimentado. Fue como rozar el cielo.

—Lo siento, no pude contenerme —susurró apenado.

—Jaja, descuida, terroncito —todavía abrazado a ella, le dio un beso cariñoso en la cabeza para calmarlo—. Vamos a darnos unos minutos, ¿sí?

La verdad, sentir la cálida simiente de Spike derramarse dentro de ella no hizo sino excitarla aún más, desearlo como nunca antes. Entretanto, el dragón no desaprovechó la oportunidad para besarle el cuello, la oreja y su hombro mientras olfateaba su cabello, cosa que no pasó desapercibida para ella, aunque fue un detalle llamativo y un poco exótico. Ella sonrió ante la pasión que desbordaba su virginal amante, quien se la estaba devorando poco a poco, con leves mordidas y rasguños que le estaban encantado.

—Me gusta cómo huele tu cabello —susurró.

En aquel momento reparó en los brazos anchos de Spike que la rodeaban por la espalda baja y seguían acariciando. Era tanta la sensibilidad que la poseía, que sentía que su pene se había puesto flácido, pero seguía palpitando. Ella comenzó a besarlo por el cuello, llamando su atención y lograr que se vieran frente a frente; sin mediar palabra, la granjera comenzó a besarlo de lengua, bajando los cascos por los hombros de Spike para recorrer sus brazos ya no tan delgaduchos. Para entonces Spike había salido de Applejack, pero sintió cómo su erección volvía a formarse mientras sus lenguas se revolvían y que ella le propinaba una que otra mordida en los labios.

Antes de adoptar la misma posición, Applejack fue dándole la vuelta en el montón de cobertores y fue ella quien quedó por encima de él, besándolo y acariciándolo como él hacía tan solo unos minutos atrás. La yegua, cohibida y un poco apenada, fue besando el cuello de Spike y empezó a bajar por su abdomen, depositando besos a su paso, hasta llegar al falo. La sola visión de ella tan cerca de su pene lo sobresaltó, pero la descarga de adrenalina regresó cuando Applejack empezaba a masturbarlo de forma lenta y suave, sonriéndole mientras se sonrojaba como nunca.

Jamás se había imaginado con Spike en una situación tan atrevida, y sentir cómo se ponía duro y grande, la hizo sentir más excitada. Comenzó a imaginar el sabor, la sensación del pene de Spike dentro de su boca, pero no se atrevió a llegar tan lejos, al menos no esta noche. Frotaba y frotaba cada vez con más intensidad hasta verlo en la cúspide; la punta roja y palpitante, la cara de Spike envuelta en pasión y sus piernas temblando la ponían ansiosa por continuar.

Pasando las piernas de lado a lado en la cintura de Spike, fue sentándose poco a poco sobre su erección, jadeando cuando llegó al límite y sentirlo a profundidad. Empezó a moverse de arriba hacia abajo con lentitud, disfrutando de cada penetración; colocando sus patas en su pecho comenzó a moderar su velocidad, al mismo tiempo que Spike decidió seguir acariciándola, dejando que ella lo guiara poco a poco hacia el cielo con cada ligero sentón. Sus gemidos llenaron la habitación cuando Applejack aumentó la velocidad y juntó sus cascos con las manos de Spike.

Extasiada por lo duro y firme entrando y saliendo de ella, comenzó a mover la cadera en forma circular, yendo de lento a rápido y haciendo que él curveara su espalda con los espasmos de placer y arrebatos de pasión repentinos. Mientras ella tomaba el ritmo, Spike gozaba la vista viendo cómo su miembro entraba y salía; se deleitaba con Applejack mirando hacia el techo, su cabello rubio cayéndole por la frente y los hombros, su cola contoneándose a los lados, cubriendo de vez en cuando su unión. No podía imaginar nada igual.

Poco tiempo les tomó llegar al clímax, juntos esta vez. Los gemidos de ambos al unísono estremecieron hasta los cimientos como si fuera el viento invernal de la tormenta de afuera cuando llegaron al orgasmo. Fueron exquisitos segundos que aprovecharon al máximo su unión; todavía ensimismados, se soltaron el cuerpo y quedaron juntos entre las mullidas almohadas y la calidez de sus cuerpos. Todavía encima de él, Applejack comenzó a besarle la mejilla y mordisquearle las orejas con suavidad mientras reían.

When I'm with youWhere stories live. Discover now