El camino encontrado.

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                                        Noche oscura, con brilltantes estrellas similares a faros.

                                   Faros que alumbran un camino familiarmente desconocido.

                                                  Así finalizaban la mayoría de los días de Wayra.

Wayra, el ave con una inquietantemente limitada capacidad para volar.

Siempre posado en su nido, donde la tranquilidad era un hecho, dónde compartió tantas anécdotas felices junto a otras aves que visitaban frecuentemente su hogar para establecerse durtante algunos días o simplemente disfrutar de un efímero descanso para continuar con su viaje.

Pero había algo que faltaba, algo que lo hacía sentir vacío cuando era acompañado por su soledad.

Cada día buscaba respuestas a esta inquietud ¡cómo si lo tuviera en la punta del pico, pero incapaz de cantarlo!

Una serena madrugada, Wayra, supo exactamente que era eso de lo que carecía...

Mientras el ave se preparaba felizmente para su rutinario saludo al sol y despedir a su amada noche a través de la expulción de su melódico canto, Wayra logró visualizar a lo lejos de su lugar una madre con sus hijitos. Preparándolos para dar su primer saltó hacia el vacío, dar su primer vuelo, y con eso, su primer saltó hacía la libertad.

El primero de tres valientes y extasiados polluelos se preparó, desplegando sus alas con tanta gracia (y hasta un tanto egocéntrico) que se podía ver como cada una de sus hermosas plumas se movía al ritmo del aire. Mientras este se preparaba, sus hermanos lo urgían a saltar y lo molestaban por ser tan exhibicionista. A los segundos, sin aviso y con las alas aún bien extendidas, el primero de los hermanos descendió, provocándole un vuelco al corazón de Wayra por el temor de que el primero de las tres pequeñas aves no lo hubiera logrado.

Pero al mismo momento que Wayra se adelantaba a la orilla de su nido para ver si no ocurría nada con el pequeñín... ¡Zoom! Este lo sorprendió al elevarse justo en frente de los pequeños ojos de Wayra, provocándole un pequeño infarto. Wayra estaba tan contento, sobre todo cuando vio como el primero de los tres valientes se iba alejando hacía nuevas aventuras. Wayra contempló a la orgullosa madre y notó como esta intentaba ocultar una lágrima.

La segunda de las pequeñas aves era un poco más perfeccionista. Wayra se sorprendió al observar como esta se estiraba y repetía una y otra vez el movimiento de las inexpertas alas de arriba hacía abajo y de abajo hacía arriba para corroborar si todo se encontraba en perfecto estado. La pequeña ave hasta simulaba el salto. A Wayra le causaba tanta risa. Pero aún con todo y eso admiraba al pequeñín por esforzarse tanto.

Cuando el pqueño se estaba acercando al abismo para saltar, al igual que su hermano, este tomó una gran bocanada de aire y de un segundo a otro simplemente ¡saltó! Pero lo hizo con tanta gracia que hasta a Wayra le dio un poco de envidia. Al final tanta práctica sirvió un poco. No pasó tanto tiempo para que Wayra contemplara como el perfeccionista de los tres hermanos se iba alejando de a poco. Cuando Wayra volvió la mirada a la madre, esta seguía inentando ocultar la cara de orgullo por observar como se iban alejando sus ya no tan pequeños hijos.

Luego vino el turno del tercero de los hermanos. Wayra notó que este pequeñín era más bajo y un tanto gordito, y también era un poco más torpe que el resto de sus hermanos ya que mientras iba en su camino a prepararse, este se tropezó tres veces ¡y con la misma piedra! Wayra notó que la madrede los pequeños se tapaba el rostro de preocupación por su hijo. Y Wayra se dijo para sus adentros que coincidia con el mismo miedo que el de la madre.

El camino encontradoWhere stories live. Discover now