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"Prouvez-moi."


Kim Namjoon.

No había esperado ni un minuto a que el mayor pusiera, un pie en la cabaña, no pude contenerme de fundir mis labios con los suyos, de saciarme y embriagarme de su adictivo sabor único, en conjunto a su textura tersa. Rosando mis labios con los suyos, con aquella necesidad que he tenido desde hace años y volviéndome completamente loco a los maravillosos sonidos sincronizados de su boca con la mía, sintiendo los escalofríos directos cuando me concentraba en cuanto encajaban sus labios con los míos.

Tampoco espere a que iniciase con sus provocaciones que dejaban con ganas de más, simplemente tomé sus manos y lo arrastre por toda la cabaña, hasta la habitación. Como alma que lleva el diablo y bese sus labios con pasión, disfrutando cada grieta de estos, mientras lo recostaba en la cama.

Su cuerpo se encontraba debajo mío, de una forma que invitaba al pecado con las finas hebras de su sedoso cabello hechas un desastre en conjunto a su respiración irregular, tentándome. SeokJin es arte al ojo humano, sus movimientos y presencia son el erotismo reencarnado, la tentación en persona.

SeokJin es arte erótico.
SeokJin es tentación.
SeokJin es pecado.

Pero eso en realidad a quien le importa, a mi no me importa nada teniéndolo en frente mío, su simple olor me marea y me genera un hambre entera de mantenerlo a mi lado toda mi vida. Con solo ver su rostro todo lo de al rededor desaparecía y el pecado se convertía infinitamente en algo glorioso, sus labios hacían olvidarme de nuestra misma sangre y su sonrisa me hacía olvidarme de el único ser que nos retiene de no caer en condena infinita.

Como lo había dicho, lo estaba saboreando como nunca antes lo había hecho con alguien, probando cada centímetro de su piel, deleitándome con cada poro de su cuerpo y tocando su ser con la punta de mis dedos. Deslizando mis manos por sus finas curvas como si de un garrón de vidrio cortado se tratase, frágil y llamativo. Que incitaba a manosear tanto como fuera posible, con tanta curiosidad, pero con delicadeza y miedo a que se quebrará.

Disfrutando los sonidos que de su boca salían y el sentir de su piel erizarse con cada rose, tomándolo de la espalda ayudándolo a que quedase encima mío a horcajadas, permitiéndonos unirnos en caricias y movimientos sutiles de las caderas de Jin, que hacían presionar su miembro con el mío los cuales nos robaban pequeños suspiros.

Levanté un poco mis caderas, haciendo que mi miembro doliera un poco debido a la fricción, valió completamente la pena, al escuchar el sutil gemido de mi hermano. Sus manos, La cuales se encontraban estrujando mis hombros, se enredaron desesperadamente en mis cabellos y su hermoso rostro se escondió en la curvatura de mi cuello dando húmedos besos por este.

Yo me sentía en el cielo, esta escena me la imaginaba de tantas maneras, en un baño, en una cocina, en un sofá. imaginaba los gloriosos labios de SeokJin, pero vivirlo era otra cosa, se sentían suaves, como pequeños calmantes. Era la droga de mi vida. y sus caderas, sus movimientos, sus sonidos. era lo que busqué tanto tiempo en demasiadas mujeres, pero nunca lo llegue a encontrar, era único. Me volvía loco, me excitaba a sobremanera, me sentía extasiado como si hubiese tomado el mejor afrodisíaco, el es mi maldito afrodisíaco, su cuerpo, su aroma.

Siento una pequeña molestia al sentir sus labios alejarse y me observa lascivamente haciendo que suelte un sonoro suspiro, sus mejillas están rojas, sus ojos parecen adormecidos y sus labios están rojos e inchados, demasiado apetecibles, los vuelvo a besar, el abre solo un poco sus belfos, invitando mi lengua, invadí su boca a mi gusto, acariciando de vez en cuando su paladar, deleitándome con su risita cada que lo hacía.

𝑨𝒓𝒐̂𝒎𝒆 𝒅𝒆 "𝒄𝒉𝒆𝒓𝒓𝒚". || NamjinDonde viven las historias. Descúbrelo ahora