III

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El dorado abrazo del sol besa mi nariz
y el ensordecedor silencio me enloquece,
siento que me hundo en este floral jardín
dejándome sin respirar y tu ni siquiera apareces.

Callo los suspiros de mi corazón envuelto en pena
quedándose en un profundo sueño,
donde sus ojos son el otoño que amena
y su sonrisa la calma que añoro en vela.

He comenzado a ver unos ojos cafés, aquellos que son tan oscuros como azabache y profundos del mar, me atraviesan sin piedad y me hacen enloquecer.

Como un atardecer no los puedo dejar de ver, lanzo un suspirar esperando a consumirme en ellos.

Cuando el sol los abraza son cual precioso ámbar, es aquel par de cristales que me desespera y me vuelve demente, que me matan y me devuelven la vida.

Cuando Quiera LlorarDonde viven las historias. Descúbrelo ahora