Ciudad de Nueva York, 1946.
Howard Stark miro con preocupación a su hijo, cuando esa tibia mañana de agosto, Stive Rogers, un joven capitán del que su hijo se encontraba "secretamente" enamorado, llegó junto a Margaret, su sobrina política, anunciando su apresurado compromiso, con un aura llena de felicidad. Anthony apenas salió de su impresión, dibujo una gran sonrisa antes de ponerse de pie, para darles un cálido abrazo y desearles sincera felicidad a la feliz pareja. Howard en cambio apretó discretamente su puño, tratando de mantener oculta su molestia, antes de girarse en dirección hacia su despacho y salir por la puerta, lo más rápido que pudo. Chocando con Jarvis, su fiel mayordomo, al salir.
-¿Howard? –El hombre mayor no se detuvo, aun cuando escucho perfectamente a su joven amigo, llamando insistentemente varias veces. Seguramente Tony lo había disculpado con ellos, o quizás no. Deseaba que no fuera así. Estaba tan molesto tanto con Stive, como con Peggy, como para realmente importarle en ese momento las buenas formas, o siquiera lo que esos dos pensaran de él. –
Suspiro pesadamente, deteniéndose un segundo en el umbral de la puerta, para observar con detenimiento las hermosas azucenas blancas, que su hijo había puesto en un jarrón, al lado de la fotografía de su difunta María, quien había fallecido apenas unas semanas atrás. Cubrió su boca con una mano, tratando de mantener bajo control sus sentimientos, odiando sin poder evitarlo a Margaret, a quien hasta ese día, la había considerado como a una hija. Apretó de nueva cuenta su puño y dio un certero golpe en el marco. ¿Cómo había podido ella, sabiendo cuanto Tony amaba a Stive, hacerle eso? Sobre todo con lo mal que la estaban pasando en esos momentos, se cuestionó. Los latidos de su corazón se hicieron erráticos, mientras una sensación de vértigo se apoderaba de su cuerpo.
-Señor, la señorita Margaret y el joven Rogers acaban de retirarse, desea usted que...
La pregunta que Jarvis iba a realizar, quedo inconclusa, al ver como el viejo alfa se desvanecía, con un rictus de dolor marcado en su rosto. Presuroso corrió hacia el alfa para socorrerlo, en tanto pedía a gritos que alguien llamara a una ambulancia.
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-Hermano, tengo hambre. – James miro a su pequeña hermana con algo de pena, mientras buscaba en el bolsillo interior de su chaqueta, un caramelo que esperaba no estuviera rancio, para ofréceselo. Soltó un pesado suspiro, al tiempo que rebeca tomaba el dulce y lo se llevaba con desesperación a la boca. No habían comido casi nada en los últimos días y el dinero ya se les estaba acabando. –
Miró hacia el frente, esperando que pronto pudieran atenderlo, mientras estrujaba con desesperación el anuncio que había recogido en el parque días atrás, en el que solicitaban sujetos de prueba, a cambio de una módica cantidad de dinero. Ni siquiera estaba seguro de lo que le harían, aunque, para ser honesto, tampoco le importaba mucho, siempre y cuando pudiera conseguir algo de dinero para poder alimentar a su hermanita. Echó un rápido vistazo a su lado izquierdo, frunciendo de inmediato el entrecejo con frustración. ¡Si tan solo no hubiera perdido su brazo!... Si tan solo no hubiera sufrido ese accidente, no sería ahora un despojo de persona. Bajo la cabeza. ¿Qué caso tenia ser un alfa de su nivel, si ni siquiera podía ser útil? Se cuestionó con enojo, apretando con fuerza su puño. Escucho de pronto unos pasos acercándose, él entonces alzo la vista.
-¿Usted es el señor James Buchanan Barnes? –Cuestionó una mujer pelirroja, con marcado acento ruso y sonrisa afable. James asintió, poniéndose de inmediato de pie, mientras ella leía lo que parecía ser su expediente. Respiró profundo y luego exhaló haciendo una mueca de asombro, para después mirarlo fijamente a la cara. – Ahora veo, porque le parece interesante al doctor Erskine. – Comentó en voz baja. – Por favor, sígame. Lo están esperando. –Señaló hacia un largo y angosto pasillo. –
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Alguien como tú
FanficResumen: Tras enfermar repentinamente, después de la trágica muerte de su amada esposa, Howard Stark decide buscar un alfa, que pueda hacerse cargo tanto del negocio familiar, como también de cuidar de su amado hijo, Anthony, quien al ser un omega...