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Todo lo que quería en este vida era ser cineasta. Tener tal vez mi propio estudio de edición y comenzar desde abajo como todos.

Iniciar con pequeños comerciales hasta llevar a la pantalla grande mi propio guión.

Pero no, justo hoy cuando he decidido contar mis maravillosos planes de vida a mi familia, arruinan todo.

— Max, entiende cariño, la salud de tu padre empeora con el tiempo, no tenemos otra opción.

— ¿Que hay de Cgame? Estoy seguro que mi hermano estará más cómodo aquí, tras esta enorme silla...

— Cielo, escucha a tu madre, Cgame es un niño, tu estás por cumplir 28.

Cgame solo es dos años más chico que yo, por Dios mamá. Además es el único que estudia lo que quieren, yo no.

— Tendrás que dejar tu tonto sueño del cine y tomar el negocio familiar en serio.

Maldito hotel Zeus en Bangkok.

Estoy a punto de reclamar esas palabras pero mi abuela detiene mi actuar tomando mi mano bajo la mesa, su mirada me da tranquilidad y seguridad, es la única que me apoya y es lo única que me acepta como soy.

— Praw, por favor dale a mi Maxii un poco de aire, de la nada estás atacando su profesión.

— Pero mamá...

Sé que de manera interna Praw Nattapasiri está ofendida por el actuar de su suegra.
Pero guarda silencio y se levanta dignamente como una señora berrinchuda y nos deja solos.

Mi abuela gira hacia mi y con sus arrugadas manos blancas palmea el dorso de mi mano y sonríe, la abuela no necesita nada más.

— Dame tiempo cariño, a tu abuela se le ocurrirá algo. Mientras tanto habla con Cgame, está vieja preparará el camino más feroz, tu padre.

Mi agradecimiento se ve reflejado en un cálido beso y me despido de ella.

Descuelgo las llaves de la entrada y las tintineo al salir, mis dedos localizan rápidamente en la pantalla el número de mi hermano y la llamada se enlaza segundos después.

— ¿Hola?

— Cgame tienes que quedarte en el hotel, yo me niego.

— ¿Así que ya lo sabes?
Dice con voz cansada, creo que el está en desacuerdo tanto como yo.

— ¿Cuando te lo han dicho?

— Hace unas semanas, pero la abuela me ha prometido que yo tomaré ese lugar... Así que confío en ella.

— Estoy de acuerdo hermano, suerte con eso, sabes que nunca he estado interesado en esto, así que no hay nada de que preocuparse.

— Entonces, dependemos de la abuela...

Para cuando Cgame ha colgado yo ya estoy conduciendo por la avenida principal, la motocicleta va despacio y logro guardar mi teléfono con peligrosas maniobras.

No sé exactamente hacia donde voy, lo único que sé es que necesito aire. La avenida de un momento a otro se ha convertido en una calle iluminada y en otros minutos en una calle sin mucha luz y poco habitada, solo hay un letrero naranja con rosado brillando a mitad de esa calle.

Estaciono la moto tras un yaris rojo con placas personalizadas y bajo de ella, me quito el casco asegurándolo en el manubrio de la Ducati negra que poseo, activo la alarma cara que he pagado y guardo las llaves en mi bolsillo delantero. Tiento las bolsas traseras buscando mi billetera y decido abrirme paso entre las pocas personas que hay allí.
Un tipo corpulento me pide mi identificación justo cuando otro desde la parte de adentro abre la puerta.

Mis ojos se pierden en el chico que logra vusualizarse arriba del escenario, no trae camiseta, polera o sudadera, está descubierto y sus caderas no dejan de moverse al ritmo de la música.

Un escalofrío recorre mi cuerpo.

El sujeto de la entrada golpea mi hombro y con una sonrisa que hacía unos segundos no tenía me dice:

— Señor Nattapol bienvenido a Domynous, el lugar donde todo comienza.

IMPERIUM Donde viven las historias. Descúbrelo ahora