Parte 1 de 1.

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Prólogo:

Yo, yo estaba desconcertado, no sabía realmente qué estaba pasando.

Sabía que la abuela Monterskir no había muerto incinerada en un incendio,pero no me lo acababa de creer, ella nunca deja un fogón encendido. Algo mucho más negro había pasado allí, yo tenía aquella constante corazonada del asesinato de la abuela, sabía que algo malo pasaba, pero no hasta qué punto...

Capítulo 1:

22 de Mayo, entierro de la abuela.

 Se le han quedado los ojos llenos de espanto en su mirada, ya fija para la eternidad. El cuerpo está demasiado quemado para apreciar cualquier signo de violencia.Todavía se pueden ver en ella rastros de sus rizados cabellos blancos. La abuela era una mujer extraordinaria, con unas virtudes que la hacían una de las personas más dulces que podría desear una persona. Era una mujer cincuentona, de alta estatura y siempre dispuesta a cualquier cosa. Era la mejor cocinera del mundo y nunca pensaba en sus propios caprichos.

Todos estamos entristecidos por la noticia, nadie de la familia Monteskir se había perdido ni un solo minuto de su funeral. Empezé a pensar en posibles enemigos de la abuela, pero ella era muy buena con todos y no creo que nadie la envidiara. ¿Quién podría haberle hecho algo así?

¡Ni siquiera había nadie viviendo con ella!

27 de Mayo,

casa de los Pierreson Monterskir.

 Me despierto sobresaltado, estoy llorando, y el sudor me empapa el flequillo de color pajizo. Miro el despertador luminoso; son las 5:00 de la mañana! Sin poder conciliar el sueño me incorporo pesadamente y observo a traves de mi sucia ventana, total, no tengo nada mejor que hacer.

Comienzo a pensar en lo que le ha podido pasar a la abuela. Mis pensamientos comienzan a arremolinarse en mi cabeza como los pájaros de mi ventana en la  esquina del Golden Hotel.

Es una avenida, digamos un poco revuelta; estoy más que acostumbrado a los tiros, gritos y golpes de allí abajo. Esta calle, frecuentada por cualquier clase de gentuza, daba un aspecto grotesco a la ciudad.

Me desperezo y lentamente, tal como un robot desengrasado, me dirijo hacia el frigorífico, dispuesto a abalanzarme sobre lo primero que tenga a mano. Mientras me imaginaba un gran trozo de pastel otra idea me asaltó de imprevisto, la imagen de la abuela, en la mesa de observación, tan muerta pero tan expresiva al mismo tiempo... Me puse a reflexionar sobre la sutil diferencia entre la muerte y la vida mientras me llevaba a la boca un puñado de frutos secos que sobraron de ayer, lo que mejor pinta tenía. Hacia el cuarto de hora llegó mi padre, que no pudo controlar las lágrimas antes de confesar, sollozando, la funesta noticia de la muerte de su hermano. Este debió de caer de un edificio en obras precipitándose 30 metros hasta dar con un garrote de hierro que le partió el cuello, ejecutándolo rápido y silenciosamente.

Si, el tío Henry era un constructor, muy famoso además, pero no me acaba de cuajar eso de que tuviese ese trágico accidente; él era muy meticuloso respecto a la seguridad en el trabajo.

Le pedí a mi padre que me llevase al lugar del accidente, quería husmear los alrededores.

En efecto, últimamente no paro de leer los emocionantes misterios de el famoso detective Sherlock Holmes, y supongo que algo de su fanático entusiasmo se me habrá quedado.

El último baileDonde viven las historias. Descúbrelo ahora